Capítulo Seis.

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—¡Arcángel coqueto! —Exclamó el ángel al ver a su amigo de nuevo.

—Te voy a bloquear las llamadas celestiales, te he dicho mil veces que son para emergencias. —Protestó alejando al ángel, que se había abalanzado sobre él en forma de abrazo.

—¡Es una emergencia! El humano Dan está herido y no sé dónde está. —Se justificó.

—¡Hace menos de veinticuatro horas te advertí que no le involucraras con humanos que son el tuyo! —Le regañó al ver que había ignorado por completo su petición.

Cierto, había olvidado que no podía mencionar que también se había proclamado ángel de Dan.

—Ayúdame a encontrarlo, le pondré una curita en la rodilla y no volveré a verle nunca jamás, te lo prometo. —Pidió arrodillándose y entrelazando sus manos como si estuviera en medio de un rezo.

El arcángel lo miró por unos segundos con una expresión de desaprobación, con el ceño fundido y los brazos cruzados. Pero al final acabó cediendo.

—Que sitio tan... —Dijo el arcángeles al llegar al apartamento donde residía Dan, estaba buscando las palabras adecuadas para describir ese lugar.

—Hace frío, ¿el humano Dan vive en el Polo Norte como los pingüinos? —Preguntó el ángel al sentir como una brisa helada golpeaba su rostro.

—No ángel tonto, los pingüinos viven en el Polo Sur. Y es por la humedad, hace que las casas tengan esa sensación de frío aunque no lo haga. —Explicó dándole un leve golpe con una de sus alas en la nuca de forma cariñosa.

—¡Humedad mala! —Exclamó con el ceño fruncido a la nada, no sabía que era la humedad.

—Anda, haz lo que tengas que hacer y vuelve con tu humano. —Se despidió revolviendo su cabello dorado antes de irse del lugar.

—Primero vamos a arreglar esto. —Habló el ángel sentándose en el suelo de la habitación y recogiendo el pantalón roto de Dan.

Tardó más de una hora en arreglarlo y quedó horrible, se podría decir que estaba mejor roto. Definitivamente en su otra vida no fue costurero.

—¡Terminado! Ahora vamos a curar al humano Dan. —Dijo con determinación mientras tomaba el desinfectante y las tiritas restantes que le había sobrado, tuvo que usar bastantes en sus dedos por hacerse daño con la aguja mientras cosía.

Destapó ligeramente a Dan, que se encontraba durmiendo con un futón en el suelo, aún seguía llorando incluso en sueños.

—No, por favor, para... —Susurraba Dan entre lágrimas, mientras no dejaba de moverse de un lado de la cama a otro.

—Lo siento Humano Dan, creo que dolerá un poquito. —Advirtió colocando el desinfectante sobre un algodón y aplicándolo en su rodilla herida.

—¡Ah! —Gritó Dan al sentir como su rodilla ardía por el producto aplicado. —¿Q-Quién eres? —Preguntó al encontrarse de frente con el ángel a sus pies.

—¡No soy malo! Tengo alas, soy un ángel. —Se presentó señalando hacia el par de alas blancas de su espalda.

—¿Estoy muerto? —Cuestionó con una expresión de preocupación.

—¡No! Si estuvieras muerto habría dejado pastelitos rellenos de vainilla en el suelo para que los sigas hasta el cielo. —Explicó el ángel abriendo las tiritas que luego pondría en la rodilla de Dan.

—¿Eres mi ángel de la guarda? —Volvió a preguntar, ahora algo más calmado, al ver que esa criatura parecía inofensiva.

El ángel asintió con entusiasmo ante esa pregunta, aunque realmente la respuesta verdadera era otra.

—Vine a curarte. —Explicó señalando el algodón que sujetaba, bote de desinfectante y las cajas de tiritas. —¡También cosí el pantalón! —Exclamó orgulloso enseñando el resultado desastroso. —Aunque no se me da muy bien... —Se excusó bajando la cabeza y tapando sus dedos llenos de tiritas por culpa los pinchazos.

—Gracias, pero no tenías que hacer todo esto por mí... —Agradeció Dan sintiéndose culpable por todos los problemas que le había causado al ángel sin saberlo.

—Sana, sana, colita de rana. Si no sanas hoy. Sanarás mañana. —Canturreó el ángel depositando un corto beso donde ya había colocado las tiritas en la rodilla de Dan.

 —Canturreó el ángel depositando un corto beso donde ya había colocado las tiritas en la rodilla de Dan

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Ángel De La Guarda | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora