Capítulo Cinco.

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—Humano Dan, soy el ángel del humano Jaekyung, no me importa lo que diga el arcángel coqueto, a partir de hoy también te protegeré a ti. —Se presentó llenando su pecho con aire de orgullo.

Obviamente no hubo respuesta por parte de Dan, no podía escucharlo, solo Jaekyung podía verlo.

—Aunque no sé como guiarte hasta el cielo si no puedes verme... ¡Te dejaré un rastro de pastelitos rellenos de crema de vainilla! —Exclamó entusiasmado por su idea. La tomó prestada de los dibujos animados que veía; fue la idea que tuvo el conejo, el personaje principal, cuando se perdió en el bosque. Dejó un rastro de dulces para atraer a su amigo el jabalí glotón y así poder encontrar juntos una salida gracias a su agudo olfato. —Espero que el arcángel coqueto no se enfade conmigo por llenar todo el suelo de bizcocho... —Suplicó entrelazando sus manos en forma de rezo.

El ángel estaba tan inmerso en sus propios pensamientos que no se percató de que Dan estaba en peligro. No se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, el joven ya había tropezado con una piedra que se interpuso en mitad del camino. Se encontraba ahora en el suelo, con los pantalones rotos en la zona de la rodilla y con una herida.

—¡Humano Dan! —Exclamó al verlo en el suelo y herido.—¡Oh Dios! ¡Mi primer día como ángel y mi humano está al borde de la muerte! —Se lamentó revoloteando a toda velocidad hacia él.

¿Qué diría el arcángel coqueto en este momento?

"—No dramatices, nadie se ha muerto por un rasguño en la rodilla. Busca una farmacia y trae algo para tapar la herida y desinfectarla. " Sí, definitivamente diría algo como eso.

Y así fue como salió volando en busca de una farmacia abierta por la zona.

—¡Hola, ángel del farmacéutico! —Saludó el ángel nada más entrar por la puerta del negocio. —No estoy siendo malo, esto es para el humano Dan, se ha hecho daño y voy a curarlo, no me reportes ante la corte celestial, por favor, ¡muchas gracias! —Aclaró mientras agarraba todo lo que necesitaba para curar la herida de Dan.

Tardó en regresar más de lo esperado. No solo estuvo diez minutos escogiendo que tiritas llevarse, para acabar agarrándolas todas, también paró en una sastrería para tomar agujas e hilo y así poder arreglar el pantalón roto de su nuevo humano.

Tardó tanto que cuando volvió no había ni rastro de Dan.

Tardó tanto que cuando volvió no había ni rastro de Dan

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Ángel De La Guarda | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora