Capítulo Once.

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Los cumpleaños se podrían considerar la festividad más importante alrededor del mundo. El aniversario del nacimiento de una persona se celebra de múltiples formas distintas dependiendo del lugar y la cultura.

Pero eso no quiere decir que sea del agrado de todos, uno de ellos es Joo Jaekyung, no había día del año que deteste más que el propio día de su nacimiento.

¿El motivo? Quién sabe, aún nadie ha podido entrar en la mente ni en el corazón de ese tosco luchador.

Se acercaba ese fatídico día y por la cabeza de Kim Dan rondaban pensamientos de inseguridad sobre la decisión que había tomado de comprarle un regalo.

—¿Por qué suspiras tanto, humano Dan? ¿Te preocupa algo? —Le preguntó su ángel inquieto por las muecas incómodas que estaba haciendo su nuevo humano.

—Pronto será el cumpleaños del Señor Jaekyung. Le compré un regalo con el dinero que conseguí en mi trabajo a tiempo parcial nocturno, pero quizá no fue una buena idea. —Confesó mirando con cierto miedo hacia el paquete aún envuelto que estaba en el suelo frente a ellos.

Esta vez no solo se trataba del temperamento cambiante de Jaekyung. Últimamente lo ignora aún más que de costumbre y no se están viendo con regularidad, no duerme en su casa desde hacía más de una semana.

—¿Por qué piensas eso? —Lo interrogó sin entender porqué sería eso una mala idea.

No obtuvo respuesta alguna de Dan, pero seguía triste por ver a su humano así de decaído.

Por su mente pasó la idea de llamar al arcángel para que este le aconsejara como siempre hacía, pero eso ahora era imposible.

Acompañó a Dan hacia una acogedora floristería, ahí comprarían un ramo para llevarle a la abuela del chico que aún seguía hospitalizada.

Estaba regentada solo por una mujer de mediana edad, al ser un local pequeño ella sola podía con todo el trabajo.

Al entrar, la combinación de flores le arropaba con su perfume a cada paso que daba.

Dan tomó uno de los ramos más baratos de la tienda y se dirigió hacia en mostrador donde un cliente esperaba pacientemente mientras mantenía una tranquila conversación con la dueña, parecían conocerse de antemano.

—¿Cómo va su jardín, Señor Han? El otro día mi hija pasó por delante y me dijo que las rosas estaban preciosas. —Comentó alegremente la señora mientras metía los productos que había comprado el hombre en una bolsa de papel.

—Muchas gracias, Señora Boogyeong, tuve que cortar las espinas para que Medianoche no se hiciera daño, ese gato siempre se mete ahí a dormir. —Explicó él hurgando en el bolsillo de su chaqueta en busca de su cartera.

Kim Dan se fijó más en detalle en el hombre que se mantenía delante suya. Sería algo más mayor, rondará los treinta años, treinta y cinco quizá.

Físicamente era similar a Jaekyung. Aunque no parece que sea luchador profesional, solo de complexión grande.

Otra cosa que comparte con su jefe son los tatuajes. Aunque los de este hombre eran algo más discretos.

Tenía dos fechas en la parte trasera de su cuello escritas en cursiva, una debajo de la otra.

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« 01/01/2022 »

Además de otro en su mano derecha, una rosa cuyas espinas se entrelazan en su muñeca.

—¿Cómo están sus hijas? ¿Cuanto tiempo tienen ya? —Preguntó tomando la tarjeta de crédito que el hombre le entregó.

—Sumin hizo cinco años y Minhi tiene seis meses. —Respondió con una corta sonrisa.

—Así que las fechas de su cuello son los días que nacieron sus hijas. —Habló el ángel detrás de él, mirando fijamente la nuca del hombre.

Dan rió al ver que no era el único que se estaba metiendo en una conversación ajena.

—¡Seis meses! Si parece que fue ayer cuando...—Iba a seguir hablando con ese mismo ímpetu, pero se interrumpió a sí misma tapándose la boca. —Lo siento, no quería... —Se disculpó rápidamente entregándole la bolsa con su compra.

—No se preocupe, entiendo lo que quería decir, gracias por su trabajo. —Le restó importancia agarrando lo que le entregaba. —Perdóneme joven, no sabía que estaba esperando. —Se disculpó con Dan al percatarse que estaba detrás de él, para luego marcharse de ahí.

—Que tonta soy, ¿cómo pude olvidar que su mujer murió en el parto? —Se regañó así misma en voz alta goleando su frente con su mano derecha. —¡Oh! ¿Será solo esto? —Le preguntó a Dan sorprendiéndose de verlo ahí, parecía ser una mujer muy despistada.

—Sí, gracias. —Le confirmó dejando las flores en el mostrador.

Después de pagar lo debido y despedirse de la dueña de la floristería, la llegada al hospital no fue muy agradable.

Aunque a la abuela de Dan le gustaron mucho las flores, se veía cada vez más pálida y débil, por mucho que quisiera ocultarlo era evidente.

—No te preocupes humano Dan, estoy seguro que se pondrá bien pronto. —Intentó animarle el ángel lo mejor que pudo. —¿Verdad? —Esta última pregunta fue lanzada al ángel de la abuela de Dan, que descansaba al lado de la señora.

Esta desvió la mirada hacia la pared blanca de la habitación del hospital. Aunque no dijo nada, era obvio que a la anciana no le quedaba mucho tiempo.

—¿Ves? Dijo que se pondrá bien. —Mintió con una amplia sonrisa fingida.

Dan le devolvió la sonrisa, aunque era obvio que no estaba feliz. Salió de la habitación despidiéndose pesadamente de su abuela, aunque no quiera, tenía que ir al gimnasio.

—Haz que llegué bien al cielo, por favor. —Le pidió el ángel antes de irse también.

Aunque no contestó con la palabras, lo hizo con la mirada, asegurándole que cumpliría con su deber.

En ese mismo instante, el ángel decidió que debía buscar a alguien bueno para que cuidase de Dan cuando ni él ni su abuelita estuviesen.

En ese mismo instante, el ángel decidió que debía buscar a alguien bueno para que cuidase de Dan cuando ni él ni su abuelita estuviesen

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Ángel De La Guarda | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora