🍭Capitulo 21🍭

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'me duele'

En 1953 había pasado exactamente una década desde que se fundó un partido político que fue y será más una maldición que una bendición, llamado "el PRI".

Actualmente en 1968, se vería con más exactitud lo que pasó, lo que marcó a México de por vida, algo que lo tenía arto de todas las maneras posibles.

México se mantenía tranquilo ante tantas injusticias, ya que, hiciera lo que hiciera, ya no tenía ni voz ni voto en su país, irónicamente, ya no tenía poder sobre cualquier situación que pasará, era un simple adorno que lo usaban para hacer tratados o simplemente tener presente a su representante.

Rusia había ido de visita con México porque este último no se sentía del todo bien, tenía un mal presentimiento, uno que le asustaba.

Ambos países se encontraban en la casa del mexicano, esa bella casa escondida en el puerto de Veracruz, con ese color tan alegre como el amarillo, con esas flores que la hacían tener mariposas, abejas y colibríes.

La mañana había pasado y la tarde llegaba dando una calidez con ese sol en ese día tan soleado, Rusia, ese joven de piel pálida, con unos ojos verdes y su pelo, ahora corto, rubio dorado, tomaba tranquilo el té.

México, ese joven de piel morena, llena de tatuajes y cicatrices, sobre todo una que resaltaba en su mejilla derecha, la misma donde tenía un solo hoyuelo, con sus ojos oscuros y su pelo que apenas se había cortado, pero no rapado color negro, o castaño muy oscuro, ese mexicano estaba preparando unas conchas de chocolate para comer junto a un café en la noche.

¿La fecha?, 2 de octubre de 1968.

Eran las 5:50 cuando Rusia terminó su taza de té y decidió ir a ver como trabajaba México, y ahí estaba el, en la barra de la cocina, el ruso se quedó en el arco de la entrada para observarlo de lejos.

El mexicano había insistido en que le dejará hacer el pan solo, y el ruso no quiso insistir para evitar que se enojara.

México tenía un mantel negro y terminaba de ponerle la cubierta a las conchas, su cara tenía un poco de harina mientras cantaba -me duele~ hasta la vida~
Saber que me olvidaste~
Pensar~ que ni desprecios~
Merezca~ yo de ti~
Y sin embargo sigues~
Unido a mi existencia~
Y si vivo cien años, cien años pienso en ti~-

Rusia quedó encantado ante tal belleza de canto -¿te he dicho lo hermoso que cantas?- el mexicano soltó unas risas nerviosas -siempre que canto me lo dices rojito-

-y no me cansaré de decirlo, lastima que solo unos pocos saben de tu canto colibrí-

-ya sabes el por qué amor- Rusia soltó un suspiro pesado -como me encantaría destrozarle la cara al idiota de España- se acercó hasta la barra para simplemente mirar el rostro de su pareja.

-no es un trauma que pueda superar con facilidad... Tenerme como entretenimiento a sus invitados fue una tortura- México hablaba de su pasado como colonia, como lo golpeaba para que fuera perfecto, incluso cantando, haciendo que México odiara el hecho de que lo viera cantar durante décadas -lo encuentro bien, así soy uno de los pocos que sabe como cantas- mencionó el ruso con uan ligera sonrisa.

México movió la cabeza de un lado a otro con una sonrisa nerviosa -ay mi rojito-

Tomó la charola para llevarla al horno pero de la nada sintió una pulsada en el pecho y un dolor inmenso, sentía un líquido caliente en la garganta, se escucho un estruendo, había dejado caer la charola -colibrí, ¿estas bien?- 

El mexicano dejó caer su cuerpo empezando a toser sangre -¿¡Мексика!?- Rusia no dudo en acercarse para ayudarlo.

Algo había pasado, es ese día tan soleado, una matanza por parte del gobierno al pueblo, hoy fue un día soleado.

[...]

Años pasaron después de esa horrible injusticia, y llegó el mes de septiembre de 1985, México había ido de visita al territorio de su pareja, pero este último había insistido en que mejor, ese año se reunieran en el país del mexicano, ya que, había una gran tensión entre los integrantes de la URRS.

En esa gran casa blanca con varias habitaciones, la casa personal de Rusia, ambos países se encontraban en la habitación del último mencionado, acostados en la cama mirando el techo platicando de los problemas de cada uno.

Era un lindo día en el territorio ruso, con una linda tarde, ese mismo día había llegado, el cambio de horario, pues en México apenas era de madrugada y en Rusia era plena tarde, siempre era pesado, pero era algo que México estaba dispuesto a pasar para estar con su amor.

-Bielorrusia convenció a todos que yo les estoy quitando voz y voto pero la realidad es que ya ningún representante tenemos actualmente autoridad- México soltó un suspiro cansado -la neta yo ni siquiera se para que chingados ahora existo-

Rusia lo voltio a ver con una ligera y tranquila sonrisa -para amarme- México apartó la mirada sonrojado -como que ya eres demasiado coqueto ¿no crees?-

-lo aprendí de ti colibrí-

México hizo un puchero voltandose -se supone que sólo yo soy coqueto, no tu- el ruso trataba de no reir -¿y no quieres que seamos dos los coquetos?-

-noooo, porque tiene que haber un equilibrio, uno chido y el otro tranquilo, si no, sería un desmadre total- el euro-asiático ya no pudo soportar la risa -ay Моя Мексика, me haces enloquecer-

México se encogió de hombros apartando la mirada sonrojado -y yo ya te lo he dicho... Tu me enchinas la piel-

Rusia tomó entre sus manos las mejillas del mexicano para que lo mirada directamente -¿por qué sigues siendo tan tímido después de varias décadas?-

-solo, sólo prometanme algo- el ruso lo miró confundido -¿que cosa?-

-que sin importar los siglos, nos seguiremos amando como el primer día, justo como ahora- Rusia se acercó a los labios del mexicano para darle un tierno, efímero y lindo beso a su pareja -no te preocupes, yo pasaré siglos amándote-

México sonrió sin podré creer que ese gusto que tuvo de joven, ese gusto se volvió su pareja y sigue estando a su lado a pesar de cómo su país se estaba decayendo poco a poco -te amo rus...-

-yo también te amo Моя Мексика-

El mexicano quedó acurrucado entre los brazos protectores del ruso, escuchaba sus latidos como si de una melodia se tratará, pero esa paz, otra vez fue interrumpida.

México sintió un presentimiento muy feo, tanto que se levantó de golpe para quedarse sentado en la cama -¿sucede algo malo Мексика?- pregunto preocupado el ruso parándose para mirar al mexicano -n-no... No lo se...-

México empezó a respirar con mucha dificultad, sentía que le faltaba el aire, sus vista se tornaba borrosa y se sentía mareado, algo pasaba ese 19 de septiembre de 1985.

-Мексика, me estas asustando, ¿que pasa?- el mexicano no pudo responder, perdió la conciencia.

Un terremoto había pasado ese 19 de septiembre de 1985, a las 7 de la mañana, hora de México.




















































































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