Signal

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Alice no lloraba. Ella simplemente se queda de rodillas en el suelo mirando la revista que se encuentra entre sus manos. Su expresión es de puro dolor, al parecer sus instintos habían fallado nuevamente.

James se lo había advertido y ahora no podía evitar sentirse como una tonta, un nudo se formaba en su garganta y su pecho se sentía muy pesado como si cargara tres kilos de plomo dentro. Siente como las lágrimas empiezan a formarse en sus ojos pero no se permite derramar ninguna, no más. Regulus no merecía sus lágrimas, mucho menos merecía su amor.

Se pone de pie lentamente, James no había dejado de abrazarla en ningún momento. De la misma forma se separa, intentando ser delicada y cambia su expresión dolida a una indiferente y feliz, una máscara que llevaba tiempo sin sacar del fondo de su armario.

James la observa detalladamente, otra vez vio el cambio repentino en Alice, ocultando sus emociones en en una caja y pretendiendo estar bien, pero su sonrisa no llega a sus ojos, están apagados. Regulus se llevó la llama.

Al azabache se le hizo imposible no pensar cuánto tiempo Alice llevaba haciendo aquello, parecía natural y casi creíble. Pero también la pelirroja olvidaba que la conocía mejor que nadie y podía sentir como ella estaba doliendo en esos momentos.

El resto de los integrantes estaban ajenas a los sucesos pero más que nada es porque no entendían las miradas que intercambiaban el otro par.

Regulus retenía sus lágrimas, no tenía derecho a derramarlas luego de todo el daño que había provocado, todo por no saber cuando detener algo que no es correcto. Su corazón se sentía como un puño pero lo que más hirió este, fue ver como Alice se recuperó luego de un par de minutos como si el perderlo no fuese importante o no le afectara en lo más mínimo.

Severus sólo miraba la escena acariciando la espalda de su amigo, pese a que había arruinado todo por -quien sabe cuántas veces-seguía siendo su amigo y no podía evitar sentir un gran aprecio hacía el.

Alice entrelaza su mano con la de James y el mayor le da un apretón en señal de apoyo. Afloja sus hombros con un suspiro cansado y cambia a una postura recta antes de sonreír ampliamente como si su corazón no estuviese roto nuevamente.