CAPITULO 3

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Seokjin volvió en sí poco a poco, una media sonrisa curvo sus labios tenía un sueño muy vivido con un bucanero espacial que la secuestraba para seducirla, se le disipó lentamente sonrisa. Era un sueño extraño para tener, abrió los ojos y parpadeó mientras veía una máquina extraña. Las luces de la maquina parpadearon, los motores zumbaban y mientras miraba, un agujero se abrió y dejó caer un chorro de una mezcla extraña sobre él.

- "¿Qué coño es esto?"

Luchó por incorporarse, pero no podía, lo que le provocó un pequeño ataque de pánico. Giró la cabeza de lado a lado, la única parte que podía mover. No tenia ataduras en sus brazos, ni en sus piernas, sin embargo algo, una fuerza invisible la sujetaba mientras la máquina le echaba la cosa esa asquerosa en todo el cuerpo. Lo más inquietante de todo es que no llevaba ni una prenda de ropa encima. ¿Quién me ha desvestido? Y, ¿que le han hecho a mi cuerpo? El recuerdo de su secuestro inundó su mente y cerró los ojos con un gemido. Al parecer, el pirata oscuro que recordaba vagamente de su sueño no era producto de su imaginación. Él lo había llevado a bordo de su nave dispuesto a... él abrió un ojo... ¿curarlo?... ¿follarlo?... ¿preparar su cuerpo para luego comérselo?... Esperaba que fuera la primera opción.

Estaba atrapado como una mosca en cinta adhesiva hasta que pudiera salir de esta situación. Hizo un repaso de sus lesiones el dolor de la pierna y las costillas había desaparecido, ¿le habría dado alguna droga? o ¿la máquina había desactivado las terminaciones nerviosas? Tal vez, ¿para que no grite cuando me come vivo? No debería haber visto el maratón de esas películas tan malas del espacio con Ken. Eran más bien películas de horror acerca de como los humanos podrían morir a manos extraterrestres. De su fatiga, no quedaba ni rastro, ni siquiera el más mínimo dolor en los músculos a pesar de las horas de estar en el agua, eso le hizo preguntarse cuánto tiempo había permanecido inconsciente.

Con el fin de mantener la calma y evitar entrar en pánico ya que la máquina seguía embadurnando su piel con una variedad de líquidos, volvió sus pensamientos a su recuerdo del alíen, una retorcida versión de Han Solo. Tendría que echar un vistazo de nuevo para ver si era tan atractivo como recordaba. Cuando estaba delirando de dolor, tuvo una breve impresión de su altura y anchura, la sorpresa reflejada en los penetrantes ojos azules, definitivamente no había esperado encontrarla en su nave.

Sentía calor en todo el cuerpo, y estiró la cabeza cuanto pudo, para ver si la máquina había puesto su cuerpo en el fuego. La cosa extraña que tenía por todo el cuerpo había desaparecido, y un momento después, la fuerza invisible que lo sujetaba lo dejó libre. Seokjin se bajó de la mesa y miró a su alrededor, la habitación era grande las paredes lisas, de un color blanquecino, no tenia puerta alguna, estaba decepcionada. Hasta el momento, la nave espacial no estaba a la altura de sus expectativas. Seokjin volvió a la mesa, a tiempo de ver la máquina, que iba hacia el techo. Ahora sin la maquina, la habitación parecía aún más estéril sin nada de mobiliario, sin una triste silla.

Se pasaron las manos por el cuerpo, en busca de cualquier rastro de dolor o heridas. Sin embargo, no sólo no sentía dolor, se sentía muy bien como nuevo. En serio la máquina, no sólo había curado sus heridas, también le había quitado algunas cicatrices. La cicatriz de la operación de apéndice había desaparecido junto con la de la rodilla de cuando se cayó montando en bicicleta, estaba en toda la espinilla y se la cortaba siempre al afeitarse las piernas. Ahora sólo faltaba que le hubiera puesto el culo y su cintura en su sitio. A él no le importaba el tamaño de su cintura, pero nunca esta demás tener una más fina . Paso las manos por la pared en busca de una grieta o algo que presionar que le permitiera salir.

También deseaba poder encontrar algo que ponerse ,por que encontrarte a alguien estando desnudo sea extraterrestre o no, no le hacía gracia, así que cuando oyó un ruido detrás de él, se dio la vuelta mientras se tapaba con una mano la entrepierna y con la otra sus pezones. Lo que si no se espero fue escucharlo reir.

ΤΥΧΑΙΟ ΠΑΡΑΔΟΣΗ (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora