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Tuve que acercarme por detrás, lo seguí unos minutos hasta que se detuvo. Frunció el ceño y se volteó mirándome confundido.

—¿Y tú qué haces aquí?

—Quería agua— le mostré la botella vacía.

—¿De un manantial?

—Algo así.

Dije sin intentar ocultar la piedra que tenía en manos, este me miró y luego a la piedra sonriendo un poco.

—Te estás volviendo molesta, parece que las amenazas no funcionan contigo, Cosme— dijo acercándose.

Se detuvo y frunció el ceño nuevamente, miró atentamente un árbol que estaba a nuestra izquierda, y tras estar así unos minutos suspiro llevando sus dedos al puente de su nariz.

—Sal, Akaedel.

Lo miré confundida, pero al ver a este salir del árbol tras varios segundos no dije nada.

—Que lindo clima hace— murmuró Akaedel sonriéndonos.

—¿Qué haces siguiéndonos?

—¡No te seguía a ti! —afirmó y luego me señaló—. La seguía a ella, no la voy a dejar sola con un psicópata mata perros— soltó mirándolo mal.

Yo lo miré sin saber a qué se refería. Paxton, por otro lado, no se veía muy contento tras eso.

—Akaedel...— murmuró apretando su mandíbula, tanto que sus dientes rechinaron un poco.

Akaedel llevó su mano derecha a sus labios y luego le sonrió inocentemente a él.

—Lo siento, se me escapó.

Paxton respiró profundamente.

—¿Qué quieres aparte de eso?

Akaedel rodó los ojos y llevó sus manos hasta su cintura.

—Voy a ser sincero, Amon y yo la cagamos. No sé en qué momento se le ocurrió llamar a la loca de Aaren y decirle cosas de Allan, pero yo me reí y lo acompañé, ahora Allan anda enojado y no quiero bailar en esa fiesta.

—¿Aaren?

—Si, la loquita mata perros al igual que tú— dijo esta vez con un deje de diversión, a Paxton no volvió a hacerle gracia.

—¿Quieres morir con o sin dolor?

—No sé, te aviso mañana, este, bueno, ¿escuchan eso? Creo que es Allan llamándome, se cuidan.

Se fue muy rápido en dirección hacia el edificio, tan rápido que en cuestión de solo segundos ya no pudimos verlo.

Volteé a ver a Paxton quien se veía irritado, se dio la vuelta y continuó con su camino, sin querer quedarme sola, lo seguí a paso rápido. Salimos del bosque y siguiendole el paso a Paxton llegamos hasta la parte trasera del otro edificio que no era muy diferente al que estaba.

Paxton que iba a abrir una puerta trasera, se detuvo y me miró.

—¿Por qué sigues siguiéndome?

—Porque sí.

—No soy niñera, Cosme— dijo y luego abrió la puerta dejándome pasar—. Si algo te pasa no es mi problema, tú me seguiste.

Asentí, aunque no me veía y solté la piedra, el lugar era oscuro, había incluso más pasillos que en el edificio donde estaba. Paxton se metía por unos pasillos más oscuros de los normales.

Se detuvo en un pasillo y tras verificar que no había nadie, tocó una puerta tres veces, esta no tardó en abrirse y este entró conmigo casi pisándole los talones.

Paxton con P de psicópata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora