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Tenía frío, muchas partes de mi cuerpo temblaban y algunas quemaban.

Sentí un cubo de agua fría caerme encima y abrí los ojos tosiendo, me costó mucho adaptarme a la oscuridad de la noche, cuando lo hice y vi a Alec delante de mí, intenté moverme. Pero mi cuerpo estaba atado a un árbol.

—Hasta que despiertas, ya me estaba impacientando— dijo, dejando la cubeta vacía a un lado, mientras detrás, Paxton encendía un cigarro.

—¿Recordaste algo?— preguntó Paxton.

Tragué saliva y desvié la mirada nerviosa.

—Su mirada lo dice todo— comentó Alec, notoriamente emocionado.

—¿Entonces la mato ya?

Volví a mirarlos nerviosa, ellos hablaban en serio, Paxton cargaba un arma aun detrás mientras Alec me miraba sonriente.

—Aún no —fue lo que murmuró—. ¿Entonces Cosme, recuerdas lo mucho que te quería?

No pude evitar sonreír con burla a pesar de la situación en la que estaba.

—¿Alguna vez has sentido algo?— la pregunta lo tomó desprevenido, la expresión en su cara lo confirmaba.

—Si, que no lo vieras por estar celosa, no es mi problema.

—Valla.

—Valla nada. No sabes lo mucho que he querido matarte estos años. He pasado cada día de mi vida planeando tu muerte. Todo lo planeé tan bien, que ni cuenta te das... Pero no te preocupes, lo haré rápido.

Caminó hasta Paxton quien le entregó la pistola mientras fumaba muy tranquilo.

—Aún no entiendo tu envidia —esta vez hablo Paxton, yo estaba muy nerviosa como para decir algo—. La que le tenías a Alec más o menos, pero, ¿qué coño te hice yo? Mentiste tan descaradamente. Ese maldito ratón, o lo que sea, yo no lo mate. Lo mataste tú.

—Yo no hice nada— mentí.

—Sonreias ampliamente en
aquél momento, lo recuerdo
bien, así que dime,
¿cuál de los tres es el malo?— afirmó Alec.

—¡¿Y qué hay de mis mascotas?!— grite enojada.

Me removí en la nieve, ya empezaba a quemar y la tosca soga que hacía presión contra mi piel ardía.

—¡Solo quería ver qué había dentro! ¡No es mi culpa que se murieran! —tiró el cigarro de mala gana al suelo y me miró mal—. Pensé que tras unos minutos volverían y actuarían un poco extraños al principio, pero luego volverían a ser lo mismo. Siempre pasaba eso, no sabía que había vivido engañado...

—¡Idiota! —grité con rabia, empezaba a sentirme mareada—. Ustedes lo tenían todo... yo solo quería saber cómo se sentía...

—¿Y lo supiste? —preguntó con una burla palpable en su tono, desvié la mirada y el río—. Al parecer no.

Hubo silencio hasta que Alec disparó directo a mi muslo derecho y solté un grito que desgarró mi garganta. Me removí sin poder hacer nada y las lágrimas empaparon mi rostro.

—Al internado al que fuimos... ese no era un buen lugar para unos niños... se llama A.C. allí nos torturaron con miles de métodos estúpidos para según ellos "sanarnos". Mientras era torturado con electroshock, me acordé de ti, no hubo un día en el que no lo hiciera. Solo pensaba en matarte— dijo Alec.

—Por favor, agh...

Me retorcí de dolor cuando Paxton pisó mi muslo herido. La blanca nieve poco a poco se teñía de un blanco, debajo de mí.

Paxton con P de psicópata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora