Capítulo 2

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No podía dejar de mirar la escena que se desarrollaba ante sus ojos, ni cerrar esa boca que aún permanecía abierta de asombro. Jamás hubiera pensado que fueran ciertos los rumores que siempre persiguieron a Bill, y de serlo no le hubieran afectados. Pero descubrirlo de esa manera, no era lo que se hubiera esperado.

No podía hacer nada. Si se volvía al ascensor Bill repararía en su presencia y se preguntaría porque huía. No le quedó más remedio esperar en mitad del pasillo mientras que Bill seguía como si nada despidiéndose de su invitado.

Desde donde estaba podía verle la cara, como cerraba los ojos y sus labios se movían contra los del otro chico, que había bajado una mano y colado dentro de los bóxers de Bill.

Eso ya era demasiado, estaba a punto de hacer algo cuando vio que Bill abría los ojos y su cara se desencajaba.

— ¡Tom! —susurró Bill retrocediendo un paso.

El aludido arrugó la frente mientras veía a Bill sonrojarse hasta las orejas y a su acompañante sacar la mano de su ropa interior y volverse para mirarle,

— ¿No sabes llamar? —preguntó Bill visiblemente enojado.

— ¿Para qué, si no contestas las llamadas? —saltó Tom a su vez.

—Bill, si estás ocupado me voy ya—intervino el otro chico carraspeando—Te llamo más tarde.

Bill asintió sin apartar la mirada de Tom y el chico dio media vuelta y se perdió pasillo abajo. Tom ni le miró cuando pasó por su lado, sus ojos estaban también fijos en los de Bill.

—Entremos antes de que alguien más te vea medio desnudo—comentó Tom carraspeando.

Bill asintió de nuevo y entró en el apartamento seguido de Tom, que cerró la puerta resoplando.

—Tenías que haber llamado—insistió Bill imitándolo.

¡La que se le venía encima! Jamás había contado a su familia esa parte de su vida, quería que le perteneciera solo a él. Pero nunca antes había tenido secretos con Tom, y sabía que tarde o temprano se acabaría enterando.

—Mamá lleva varios días llamándote y tú la ignoras—insistió Tom también.

—Lo sé, estaba ocupado—dijo Bill caminando por la estancia.

Se encontraban en el amplio salón del apartamento, su dormitorio quedaba a su derecha y hacia allí se dirigió para ponerse algo de ropa encima. Como ya suponía, Tom fue tras sus pasos y se apresuró a entrar. Tenía la cama revuelta y por el suelo esparcida su ropa. Se dio toda la prisa que pudo, pero sabía que era en balde. Tom había visto salir a Michael y ya debía hacerse una idea más o menos de lo que había pasado.

— ¿Es tu novio? —preguntó Tom yendo al grano.

— ¿Quién? ¿Michael? ¡No! —contestó Bill sin volverse.

Trataba de coger la camiseta que colgaba de una esquina del armario pero apenas la alcanzaba. Sintió a Tom moverse y al momento le ayudaba poniendo una mano en su hombro y aupándose.

—Pensaba que yo era más alto—comentó Bill soltando una risa nerviosa cogiendo la camiseta que le tendía.

—No me cambies de tema—dijo Tom mirándole con firmeza— ¿Quién es ese Michael?

— ¿Te presentas a primera hora solo para interrogarme? —interrogó Bill poniéndose a la defensiva.

—He venido a ver qué te pasa, tienes a mamá preocupada—se explicó Tom—Aunque ya veo el porqué de tu tiempo tan ocupado.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora