Capítulo 7

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Una vez terminada la comida que Michael insistió en pagar salieron del restaurante. Estaba lloviendo y Tom echó una carrera hasta donde había dejado el coche aparcado dejando que Bill y Michael se despidieran.

— ¿Ves como todo ha ido bien? —preguntó Michael una vez a solas.

—Muchas gracias por el día de hoy, te debo mucho—contestó Bill en voz baja.

—No me debes nada, y lo sabes—dijo con firmeza Michael—Lo he hecho encantado.

Bill asintió suspirando, era imposible razonar con él. Permanecieron en silencio hasta que Tom regresó conduciendo el coche de Bill. Lo aparcó ante ellos y salió para despedirse de Michael.

—Siento tener que dejaros, tenía una reunión importante esta tarde imposible de cancelar—explicó Michael estrechando la mano de Tom.

—Gracias por la comida, a la próxima invito yo—dijo Tom sonriendo.

— ¿Una cena mejor? ¿Mañana? —propuso Michael.

—Claro, aún me quedaré un par de días antes de regresar a Alemania—contestó Tom asintiendo.

Michael asintió y tras soltar su mano cogió a Bill de la cintura y le atrajo. Se apoderó de sus labios antes de que dijera nada, dándole un profundo beso que le dejó sin respiración.

—Te llamo a la noche, cariño—dijo Michael tras soltarle.

Bill no pudo más que asentir con la cabeza, ese beso le había cogido desprevenido y se sintió torpe con Tom al lado mirando. Vio como Michael echaba a correr bajo la lluvia hasta su coche y regresaba a su despacho, dejando a solas a los dos hermanos.

Entraron en el coche y regresaron al apartamento de Bill, quien estuvo muy silencioso por el camino.

— ¿Qué quieres hacer? —preguntó Tom una vez sentado en el cómodo sofá.

Bill se encogió de hombros, no tenía nada planeado. Si no estuviera Tom ahí y no fuera requerido por ningún cliente, se pasaría esa tarde lluviosa sin salir de casa, disfrutando de la compañía de Michael. Ya no hacía falta que le llamara, siempre que tenía un hueco libre se pasaba por el apartamento a ver si estaba.

—La verdad es que con tardes como esta no apetece mucho salir—comentó Tom estirándose.

Se sentía cansado por el viaje, habían pasado unas horas muy tenso, preguntándose qué le podía pasar a Bill para que hubiera roto sus lazos familiares. Y todo por...por un novio, ¿tanto miedo le daba contarlo en casa? Ya era mayor de edad, ya no había porque mantener en secreto su homosexualidad, ya no había un grupo que respetar...unos amigos a los que defraudar...

Pensar en sus antiguos compañeros de grupo le hizo sonreír. ¿Qué sería de ellos? Hacía años que no se reunían los cuatro, y con David aún mantenía el contacto debido a su trabajo. Gracias a él aprendió todo el oficio y siempre le estaría agradecido.

— ¿Y esa sonrisa? —preguntó Bill al verla.

—Nada, pensaba en los chicos—contestó Tom suspirando.

Los chicos. Gustav Schafer y Georg Listing, Bill no los había vuelto ver desde que se mudara definitivamente a Los Ángeles. Las pocas veces que había ido a Alemania a ver a su madre no se le había pasado por la cabeza llamarles para verse, no sabía que había sido de sus vidas.

—Georg se casó—dijo Tom de repente, como si le hubiera leído la mente—Fue una ceremonia íntima, el año pasado. Creo que está esperando una niña.

— ¡Vaya con Georg! —exclamó Bill sonriendo.

—Me lo dijo David la última vez que nos vimos—siguió explicando Tom—Al parecer viven en el mismo barrio y le ve muy a menudo.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora