«3:21 a.m» marcaba la pantalla de mi móvil. Es increíble cómo a una persona se le quita el sueño porque al día siguiente algo nuevo, o —en mi caso— algo que no quiero que suceda, lo hará, pasará. Lo que me tiene despierta son los nervios de asistir a Sunny mañana temprano. Sé que no es algo nuevo, claro, porque yo ya he sentido que fui, que tomé las clases con normalidad. Sin embargo, siempre fue por medio de una cámara que estaba en el mismo salón de aquellos estudiantes que no creo estén enterados de mi existencia, yo solo veía todo lo que ocurría a través de mi laptop.
He estado pegada al móvil, echada de un solo lado en la cama porque el enchufe estaba de esa parte y el cable de carga no era tan largo para poder voltear. Algo realmente fastidioso. Toda mi habitación está a oscuras al igual que mi casa entera y en un silencio inmenso. Los ronroneos de Mumu es lo único que oigo cerca. Al menos no estoy del todo sola. Mi pequeño gato duerme sobre mis pies, algo que ya es costumbre. Y si no es ahí, es en otra parte de mi cuerpo, siempre seré su "cama" para él.
Me alzo un poco las sábanas y continúo viendo la pantalla del móvil; buscar cortas novelas en YouTube es lo que se me ocurre es este momento, o lo que esa app me pueda recomendar. Doy un largo suspiro de frustración por no tener amigos que me manden mensajes. Jay no hace eso, apenas me habla. Y Kay solo mantiene una conversación conmigo cuando es para recordarme que ya soy demasiada grande para ver Pucca. ¡Pero que chicos! ¡Ellos tienen que saber que hay más detrás del estudio! Como por ejemplo..
***
—Eres patética —me digo a mí misma frente al espejo del baño—. ¿Cómo es posible que te quedaras dormida pensado en lo que se podría hacer fuera del estudio?
Eso quiere decir que soy una chica sin ideas, sin vida, sin diversión, sin amigos. Miro la hora y abro los ojos de golpe. ¡Y sin tiempo! ¡Mierda! Está bien, todo saldrá bien. Respiro hondo y empiezo dándome una rápida ducha con agua fría, algo que me despierta aún más. Seco mi cabello mientras camino por toda la casa, luego echo la tinta para ocultar mi piebaldismo capilar y lo termino dejando suelto. Ya con el uniforme y los zapatos puestos, sujetando mi mochila, me doy una última mirada en el espejo de la entrada.
—Estoy bien, me veo bien, y todo saldrá bien —Sonrío y de paso me fijo de que no haya nada en mis dientes.
Antes de salir me despido de Mumu, quien aún sigue durmiendo. La vida de un gato es envidiable. Espero ser uno de ellos en mi siguiente vida. Voy al preciado cuadro que tengo en el pasillo donde están mi hermano y mi madre. Ambos salían con el fondo de una playa, las olas pequeñas detrás de ellos, mi hermano con el cabello mojado y con algo de arena, mi madre con un sombrero y un hermoso vestido floreado, y su brillante cabello negro siendo movido por la brisa. Me da un poco de celos al saber que se la tomaron cuando yo tuve que ir al baño acompañada de papá.
—Volveré teniendo más amigos, así que no se decepcionen de mí. Y, claro, con las mejores notas. Los quiero.
Suspiro, y salgo de casa para luego ver a la señora Pei esperándome con el auto. La señora que cuida de mi casa es la misma que me llevará en el auto de mis padres, así que tomar el autobús y estar apretada de gente no será un problema por hoy y para mis futuros días yendo a Sunny. Dejo mis cosas en el auto y le aviso a Pei que iré por Jay, algo que no está planeado. Él siempre va con esa maldita y peligrosa bicicleta. Llego a su puerta, sin embargo, me voy hacia el lado donde está la ventana de su habitación. Miro arriba y noto que aún la ventana está abierta. Puede que esté con falda, pero eso no me impide que suba.
Al estar arriba, me sujeto de los bordes de la ventana y meto mi cabeza para admirar esa vista de su trasero que solo está cubierto por unos bóxer; algo redondo, muy bien trabajado, pero creo que solo es la posición en la que está parado, él está como.. sacando pompis. Sí, le falta más ejercicio.