Capítulo 8

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Parker

Miré por tercera vez la mesa de los amigos de Rachel sin verla ahí, no sé en qué momento entró o se fue o incluso si vino a la cafetería.

Mire como la puerta de la cafetería se abría, pero solo era Christopher saliendo.

Suspire por lo bajo, la echaba de menos.

―Entonces Parker, ¿Por qué estás soltero? ― Angela se pegó a mi nuevamente.

Me separé, era agradable para hablar y nos habíamos hecho algo así como compañeros debido a las tutorías, pero me estaba agobiando que me preguntara cosas personales o que invadiera mi espacio.

― ¿Quién dice que lo soy? ― No me consideraba soltero.

Saque el celular del bolsillo y revise el chat de Rachel; última vez hace dos horas relucía bajo su nombre.

―Tu amargura o el que nunca se te haya visto con la misma chica desde que entraste a la academia. ― Ángela soltó como broma.

No respondí, no tenía la obligación. Mire la puerta de la cafetería sin ver una melena oscura.

―Parker. ― Angela me llamó nuevamente.

― ¿Qué necesitas? ― Mordí las palabras, era propenso a molestarme muy rápido.

Angela no se inmutó. ―Sabes que yo tengo una amiga que va a ciertos clubes. ―

Levante la ceja, no tenía ni idea de quién era su amiga y no me interesaba averiguarlo.

― ¿Y? ¿Eso tiene que ver conmigo? ― Pregunté y me levanté listo para buscar a Rachel.

―Un club de bdsm, específicamente ―

Me quedé quieto y la miré sin expresión, pero por dentro mi corazón latía con fuerza, hace un par de meses que no iba a un club de esos. Me sentía mal del estómago cada vez que salía de ahí. No quería que nadie se enterara de eso, solo Christopher y Nate alguien cercano del bar lo sabían.

― ¿Y? ―Repetí aguantando la respiración.

Ángela se levantó y dio un paso hacia mí, se inclinó y susurró. ―Vio a cierto estudiante entrar y salir más de un par de veces. ―

Sentía el bombeo de mi corazón tronar con fuerza en mis oídos, ella no dijo nombre, pero era más que obvio que hablaba de mí.

Claro que no lo iba a admitir, no quería que nadie más se enterara y que llegara a oídos de Rachel, no quería que ella me repudiara y me viera con asco; no quería que dejara de mirarme con cariño o que dejara de hablarme.

―Ah, que interesante supongo. ―

Iba a girarme, pero Angela me tomó de la muñeca, tomó todo de mí para no quitar mi muñeca de su agarre, no podía estar en malos términos con ella ahora.

―Sí, bastante. Dijo que la mayoría de las veces lo veía acompañado del hijo del ministro; me lo describió muy bien. Alto, pelo negro, ojos negros, y mencionó que una que otra vez lo escucho hablar, tenía cierto acento alemán. ―Susurro como si fuera un secreto. ― ¿Y sabes qué? ―

Trague saliva con fuerza, su agarre en mi muñeca, aunque fuera suave, se sentían como esposas; me sentía atrapado.

―Un día fui a verificar porque la descripción me llamó la atención. ―Me dio una sonrisa. ― Eras tú. ―

Tenía ganas de vomitar.

Me separé y di un paso atrás. ― ¿Qué quieres? ¿Por qué lo dices? ¿Por qué ahora? ―Las preguntas salieron como torrente de mí.

FANFIC PECADOS PLACENTEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora