3

571 10 0
                                    

-¿Una cita? -repitió, levantando una ceja.
-¿No se llama así en su país?
-No.
-Sí, bueno, en cualquier caso no es asunto mío...
-No, no lo es.
-Pero hablando como mujer, podría ser muy incómodo para mí tener que librarme
de la señorita
Oliver después de que pasara la noche con usted. El príncipe sonrió, pero parecía
impaciente. -Yo no diría que «pasó la noche conmigo», señorita Tilden.
-En fin, sé que no es asunto mío...
-No.
-Pero no me siento cómoda teniendo que mentir por otra persona.
-¿Es una mentira decirle que no puedo ponerme al teléfono?
____ suspiró.
-Muy bien, haré lo que pueda.
-Seguro que lo hará estupendamente.
____ vaciló un momento antes de preguntar:
-¿Se porta usted así con todas sus novias cuando pierde interés por ellas?
-¿Se porta usted así con todos los clientes? -replicó él.
-Depende de las circunstancias.
-Ah, pues a mí me pasa lo mismo. Aparentemente, dijera lo que dijera siempre le
ganaba por la mano.
-De acuerdo, usted gana. Haré todo lo que pueda.
____ se levantó, pero él la detuvo.
-Quiero hacerle una pregunta, señorita Tilden.
-¿Sí?
-¿Se pone usted así de difícil cada vez que un cliente le pide algo?
Ella sonrió.
-No me gusta hacer que otras personas se sientan rechazadas.
El príncipe pareció pensarlo un momento.
-Probablemente, ésa es una cualidad admirable.
-Gracias. ¿Quiere alguna cosa más?
-No.
-Muy bien entonces. No dude en llamar si necesita algo.
Cuando salió de la habitación se sentía tan irritada con el príncipe como consigo
misma. ¿Qué le pasaba? Le habían pedido que hiciera cosas mucho más ridículas y
nunca le había molestado. Además, no pasar llamadas era algo que hacían
frecuentemente en el Montclair. ¿Por qué le había molestado tanto? Ella no era fan de
Brittany Oliver...
Negarse a no pasarle las llamadas de la actriz había sido algo personal y eso era
ridículo.
Mientras volvía a la oficina se dijo a sí misma que se sentía ofendida no como


empleada del hotel sino como mujer. No le gustaba despachar a Brittany Oliver sólo
porque el príncipe se hubiera cansado de ella.
Aunque estaba segura de que Brittany había llamado a los fotógrafos.
Y tener que lidiar con los fotógrafos le había llevado mucho más tiempo que no
pasar una llamada...
No, se dijo a sí misma, de todas formas no estaba bien pedirle que le quitara de
encima a la actriz.

La mañana siguiente estuvo repleta de peticiones del séquito real, desde
tratamientos de spa a desfiles de modelos privados para la princesa Drucille y lady
Ann o comidas para Stephan y los demás escoltas porque no podían salir del hotel.
Y por si eso no fuera suficiente, también había numerosas peticiones de la
baronesa Kiki Von Elsbon, que hacía lo imposible por enterarse de dónde pensaba
almorzar el príncipe, dónde iba cuando salía del hotel... Era tan transparente que
podría haberla divertido si no estuviera atendiendo tantas peticiones.
Por la tarde, ____ fue a visitar a Bernice Dorbrook, que era una cliente
encantadora. Bernice, una mujer del Medio Oeste que siempre decía lo que pensaba,
era una millonaria excéntrica que había disfrutado de la amistad de algunas de las
personas más famosas de la historia reciente. Sus anécdotas sobre Cary Grant y
Mirna Loy eran siempre divertidas y una de las cosas que más le gustaban en el mundo
era una buena sesión de cotilleos.
-Tengo entendido que hay miembros de la realeza en el hotel -le dijo, mientras
cerraba la puerta-. ¿El príncipe Justin de Beloria? Cuéntamelo todo.

CAPÍTULO 4
LILY sonrió, impaciente.
-Sí, ha oído bien. Su Alteza está en la planta de arriba.
-¡Ooooooh! -Bernice juntó las manos-. Y veo que lo encuentras interesante.
Cuéntame todo lo que sepas.
-Señora Dorbrook... -empezó a decir ____, sonriendo ante el entusiasmo de la otra
mujer-. Yo no encuentro interesante al príncipe Justin.
Bernice Dorbrook levantó una ceja para estudiarla.
-Te conozco desde hace cinco años, querida. Nunca te había visto tan
exasperada con nadie. El príncipe Justin lleva aquí apenas veinticuatro horas y ya te
ha sacado de quicio. Eso es que te interesa.
Cielos, tenía razón. ____ no solía enfadarse con nadie, especialmente con los
clientes. ¿Qué tenía el príncipe Justin que la ponía de los nervios? Era absurdo. Y,
francamente, estaba ocurriendo en el peor momento. Gerard necesitaba al príncipe
porque veía su visita como un posible resurgimiento del hotel Montclair y ella tenía que
poner todo de su parte para que así fuera.

A Beautiful Love JB&TU(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora