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sentados de nuevo en la limusina, Justin le dijo:
-Mañana habrá muchas especulaciones en los periódicos y eso será bueno para la
fundación.
____ tragó saliva, aún desconcertada por el beso.
-¿Y no hay una manera más fácil de llamar la atención?
-¿Qué podría ser más fácil que esto? Algún cotilleo, unas fotos, artículos
hablando de la posibilidad de que haya una nueva princesa de Beloria. Muy sencillo.
Sí, era cierto. Aunque el plan podría parecer tonto o innecesario, era la forma
más realista de llamar la atención en un mundo hastiado de noticias tristes. La única
razón por la que ella lo estaba pasando mal era porque nunca había sido buena actriz.
No podía fingir que sentía algo por alguien si no sentía nada.
Y peor: no podía fingir que no sentía nada por alguien cuando sentía algo.
-Me alegro de que todo haya salido bien.
Justin la miró, pensativo.
-Entonces, ¿qué pasa?
-¿Por qué dices eso?
-Es evidente. Estás... triste.
Qué curioso. El único hombre perceptivo que se había encontrado en la vida tenía
que ser un príncipe que estaba a punto de volver a su país, a miles de kilómetros de
distancia. Mala suerte.
-No, qué va, es que estoy cansada. No suelo acostarme tan tarde.
-Ah -Justin asintió con la cabeza, pero no parecía convencido.
Volvieron al hotel en silencio. Mientras Justin miraba por la ventanilla, ella
estudiaba su perfil. Era tan guapo que parecía irreal. Sus facciones eran rectas,
regulares. Su cuerpo era fuerte, muy masculino. Ella sabía lo que era estar entre sus
brazos y mientras lo miraba sintió un anhelo inesperado. Un anhelo que nunca sería
compartido.
Mal asunto, pensó. Estaba empezando a enamorarse de aquel hombre. Un
príncipe. Que había dejado absolutamente claro que aquello no era en absoluto una
relación romántica. Que le había pedido que lo ayudase porque sabía que entendería
que no podía haber nada entre ellos.
El hombre más inalcanzable del mundo.
De repente, ____ deseó que terminara la semana para poder volver a su vida
normal.
CAPÍTULO 11
CUANDO por fin llegó el sábado, nadie dejó que ____ hiciese nada en el hotel.
-Es tu día -le dijo Karen-. Queremos que lo pases bien y no tengas que
preocuparte por nada. Ésta es tu noche, Cenicienta. Y no olvides que queremos saber
absolutamente todo lo que pase en el baile.
____ sonrió a su amiga. Sabía que sería absurdo intentar convencerla de que
aquello sólo era una farsa... por una buena causa, eso sí. Sus compañeros querían un
cuento de hadas y se negaban a oír otra cosa.
Los periódicos locales habían publicado fotografías de Justin recibiendo el
premio de Naciones Unidas en nombre de su padre. Y en las fotografías estaba
guapísimo, serio, digno, todo lo que debía ser un príncipe.
The Times lo llamaba «elocuente», el Post decía que era un hombre
«impresionante» y Caroline Horton lo llamaba «el futuro marido de lady Penélope».
____ tuvo que sonreír. A Justin eso no iba a hacerle ninguna gracia. Caroline
Horton seguía insistiendo sobre lady Penélope, el Post especulaba sobre su relación
con Brittany Oliver «¿ha terminado?» y ____ «¿quién es la misteriosa mujer que cenó
con el príncipe la otra noche?». Dos o tres periódicos, además de la revista People
Weekly, habían publicado la fotografía de Justin y ella entrando en el restaurante del
brazo. ____ no había podido dejar de mirar esa fotografía hasta que la apartó de un
manotazo y se dijo a sí misma que debía dejar de soñar.
Su vestido llegaría en un par de horas. Maurice y Freddy llegarían a las cuatro
para ayudarla y a las seis, Justin y ella irían al baile.
Y ya estaba. Su trabajo habría terminado.
Pronto todo habría acabado, se recordó a sí misma.
Pero en lugar de sentirse aliviada, experimentaba una sensación de vacío que no
podría explicar.
El chico de Melborn's llegaba tarde. Se había perdido mientras iba al Montclair
y acabó yendo hacia el este cuando tenía que ir hacia el oeste. Cuando por fin llegó al
hotel estaba asustado, pensando que iba a llevarse una bronca del príncipe.
Por eso fue un alivio para él encontrarse en el pasillo con una mujer gruesa que
llevaba una tiara.
-¿Ése es el vestido para la acompañante del príncipe Justin?
-Sí, señora.
-Démelo.
El chico se quedó indeciso un momento. Debía llevarlo a la suite del príncipe, pero
no le habían dicho quién debía firmar la entrega. Y si no podía confiar en una señora
con tiara, ¿en quién iba a confiar?
De modo que se lo entregó.
-Muchas gracias -dijo la mujer, chascando los dedos. Una versión más joven de la
señora apareció entonces con cara de sorpresa-. Éste es el vestido para la
acompañante de Justin. Llévalo a su suite. En la tercera planta.
La joven abrió mucho los ojos, pero luego asintió con la cabeza.
El chico de Melborn's esperó un momento, pero enseguida quedó claro que no iba
a recibir una propina.
-Vete, seguro que tienes cosas mejores que hacer que quedarte ahí mirando
como un pasmarote.
-¿Que el vestido no ha llegado todavía? -exclamó Maurice cuando se reunió con
____ y Freddy en la suite.
-No -contestó ella, mirando el reloj-. Y ya debería estar aquí.
-No entiendo nada -murmuró Maurice, sacando el móvil del bolsillo para llamar a
Melborn's-. ¿Qué pasa con el vestido de ____ Tilden...? ¿Qué? ¿Cuándo lo han traído?
¿Quién lo ha traído? Muy bien... Han traído el vestido hace dos horas -dijo, guardando
el móvil.
-Eso es imposible -replicó ____, descolgando el teléfono-. Todo el mundo está
deseando verlo... Karen, ¿ha llegado el vestido?
Karen le dijo que no, pero que iba a preguntar. Unos minutos después volvió a
ponerse al teléfono para decir que uno de los botones había visto a un chico con un
portatrajes... que había entregado a la princesa Drucille.
-¿Quieres que le pregunte si se ha quedado con el vestido?
-No, déjalo. Yo me encargo de esto -contestó ____.
De modo que se dirigió a la suite de la princesa, furiosa.
En cuanto Drucille abrió la puerta, ____ supo lo que estaba pasando.
-Creo que han traído un vestido de Melborn's que es para mí, Alteza. Y se lo han
dado a usted por accidente.
-¿A mí? -exclamó ella-. No sé de qué está hablando. Y aunque lo supiera, no
podría ayudarla. Mi hijastro no tiene sentido común en lo que se refiere a las mujeres,
pero yo sí. De modo que esta noche irá al baile benéfico con lady Penélope.
-No, se equivoca -replicó ____-. ¿Quiere que llame al príncipe para que hable con
usted sobre el vestido?
La princesa hizo una mueca. Sus ojos se volvieron aún más pequeños, más
mezquinos.
-Supongo que no querrá que yo hable con la prensa sobre cierto «acuerdo» que
tiene usted con mi hijastro.
-He terminado con el vestido, madre -oyeron entonces la voz de lady Ann, que
apareció con unas tijeras en la mano y algo de color azul que, evidentemente, eran los
restos de su vestido de noche.
A ____ se le encogió el corazón.
No tenía nada que ponerse y, con sólo una hora, temía no poder encontrar otro
vestido. Lo que la princesa Drucille había hecho era una crueldad. Fue a darle la noticia
a Maurice y Freddy, que la esperaban en el pasillo, demasiado nerviosos como para
permanecer en la suite.
-¿Qué ha pasado?
-Ella tiene el vestido -contestó ____.
-¿Dónde está?
-En su suite, hecho pedazos. Su hija hizo el trabajito.
-Entonces, ¿es irreparable? -preguntó Maurice.
-Absolutamente. Ahora mismo no serviría ni para ponérselo a una Barbie.
Irónicamente, fue Maurice quien se puso a llorar.
-Tanto trabajo para nada... Ésta iba a ser la noche más feliz de nuestra vida y
esa zo...
-No pasa nada, Maurice -lo interrumpió ____-. Tiene que haber alguna solución.
-Sí, claro, tendrás que ponerte un vestido que no sea de alta costura.
-Pero si compras algo ahora, será... eso, un vestido comprado en una tienda
-suspiró Freddy.
____ se encogió de hombros. No podían hacer otra cosa.
-Es mejor que ir desnuda, ¿no?
Una puerta se abrió al otro lado del pasillo y Bernice Dorbrook asomó la cabeza.
-¿Qué pasa aquí?
-Ah, siento molestarla, Bernice...
____ fue interrumpida por Maurice que, inmediatamente, le contó la triste
historia.
-Ya le dije a ____ que conocía a Drucille Germorenko desde hacía años... y que
tuviera cuidado con ella. Siempre ha sido una víbora.
Esto catapultó a Bernice, Maurice y Freddy a una discusión sobre lo mala que era
la princesa Drucille, lo fea que era su hija y lo desesperadas que estaban las dos. Y
lady Penélope.
-Un momento, por favor -intervino ____-. Aunque estoy de acuerdo con muchas
cosas, esto no sirve de nada. Necesito un vestido para el baile. Y quedan sólo cuarenta
y cinco minutos.
-Ah, no te preocupes por eso. Pasad, pasad, yo tengo algo que te irá de maravilla.
Lo llevé en la entrega de los Oscar de 1958, cuando el hombre con el que estaba
casada en ese momento fue nominado como productor. No ganó -suspiró Bernice-. Pero
el vestido es una maravilla. Un Valentino.
Maurice y Freddy intercambiaron una mirada y empujaron a ____ hacia el interior
de la suite. Esperaron en el saloncito, que estaba decorado con fotografías
enmarcadas de todos los maridos de Bernice y de ella misma pescando con Hemingway,
cotilleando con Grace Kelly o delante del muro de Berlín mientras lo desmantelaban...
Unos minutos después, Bernice salió de la habitación con un precioso vestido
negro de seda.
-Pruébatelo. Puedes usar mi dormitorio. Nosotros esperaremos aquí.
-Muy bien -____ entró en la habitación, rezando para que le quedase bien, pero sin
muchas esperanzas.
Pero le quedaba bien. Como si se lo hubieran cosido al cuerpo una vez puesto. El
vestido, drapeado, llegaba hasta los pies y tenía una pequeña cola y dos tiritas de
satén negro que lo sujetaban a los hombros. La seda negra se pegaba a cada curva de
su cuerpo, destacándolas, mostrando su figura en todo su esplendor.
Cuando salió del dormitorio, Maurice, Bernice y Freddy se llevaron una mano al
corazón.
-¡Estás exquisita! -exclamó Maurice.
-Encantadora -asintió Freddy.
-Cariño, si a mí me hubiera quedado así, me habría ido a casa esa noche con Cary
Grant -suspiró Bernice, que no podía disimular la emoción.
-Gracias -dijo ____-. A todos, de verdad. Bernice, no sé qué habría hecho sin su
ayuda. Pero no hay tiempo para emocionarse, sólo tengo media hora antes de que
Justin venga a buscarme. Freddy, haz un milagro con mi pelo.
-¡Ahora mismo!
Todos volvieron a la habitación que ____ estaba usando para arreglarse y veinte
minutos después la transformación era completa. Nunca se había sentido tan guapa en
toda su vida.
Cuando Justin llamó a la puerta, estaba lista para enfrentarse con lo que hiciera
falta.
Los ojos azules del príncipe se iluminaron al verla.
-Estás... increíble -sonrió, despertando exclamaciones de entusiasmo por parte
de Maurice, Freddy y Bernice-. Nunca había visto una mujer más guapa.
-Eso no es verdad, pero gracias por decirlo. ¿Estás listo?
-Creo que prefiero sentarme aquí y mirarte durante toda la noche -contestó
Justin.
____ oyó a Maurice y Freddy suspirar.
-Venga, vámonos antes de que me convierta en una calabaza -sonrió, tomando su
bolso. Pero entonces se paró de repente-. ¡Oh, no!
-¿Qué ocurre?
-¡Los zapatos! -exclamó ____, levantando el vestido para mostrar sus pies
desnudos-. Los zapatos que tenía preparados para el otro vestido quedarían ridículos
con este.
-¿Qué número usas, Bernice? -preguntó Maurice.
-El treinta y seis -contestó ella.
____ negó con la cabeza.
-No, yo uso el treinta y ocho. Pero no pasa nada, aquí al lado hay una zapatería...
-¡No puedes ponerte cualquier zapato!
-Sólo los necesito para esta noche y no tengo tiempo de ir de compras. No pasa
nada, de verdad.
Pese a las protestas de Maurice, ____ y Justin se despidieron.
Una vez en la limusina, Justin miró sus pies desnudos y tuvo que sonreír.
-¿Que tal si vamos al aeropuerto y tomamos un vuelo con dirección a Maui?
Ella suspiró.
-No mencione Maui a una chica de Brooklyn a menos que lo diga en serio, Alteza.
Estamos en noviembre y me encantaría ir a cualquier sitio donde hiciera calor. 0 mucho
más frío. Algo más interesante que este tiempo tan gris.
-Me encantaría llevarte donde quisieras -contestó él.
____ se puso colorada. No sabía si lo decía en serio o no, pero el momento era tan
especial que no quería estropearlo preguntando.
Aquella noche era una fantasía y, la verdad, estaba empezando bien.
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A Beautiful Love JB&TU(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora