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-Maurice. Me llamo Maurice.
-Ah -murmuró ____. El príncipe debía haber entendido mal-. Sí, bueno... pero yo no
quiero nada demasiado... radical.
Una hora después estaba en la famosa peluquería Daniel, con el pelo cubierto por
trocitos de papel de aluminio y una chica haciéndole la manicura mientras un joven
llamado Freddy terminaba de hacerle las mechas.
-No me puedo creer que no hayas hecho esto antes. Te va a encantar. Lo sé, lo
sé, seguramente pensabas que tenías el pelo demasiado claro para ponerte mechas,
pero lo que he hecho es ponerte un tono platino alrededor de la cara y un tono
caramelo en los- lados y la parte de atrás. Vas a estar absolutamente divina.
-Tienes que estarlo -dijo Maurice-. Esta mañana he leído en la página siete del
New York Tattler que hay una lady no sé qué en el hotel intentando robarte a tu
príncipe.
La página siete del New York Tattler. Caroline Horton.
-¿Lady Penélope?
Maurice chascó los dedos.
-¡Ésa! La fotografía era borrosa, pero yo diría que tiene una expresión... no sé,
como bovina.
Si la fotografía era borrosa seguramente sería a propósito, pensó ____.
-No es mi príncipe. Esto es sólo por una noche.
-Una noche mágica -sonrió Maurice-. Así es como empieza todo. Y por eso tienes
que estar absolutamente despampanante.
-No creo que sea difícil -sonrió Freddy.
____ miró a Maurice con expresión escéptica.
-No sé si era esto lo que el príncipe Justin tenía en mente cuando llamó a
Melborn's.
-Cariño, el príncipe no sabía lo que necesitabas, así que nos ha dado carte
blanche. Dijo que si querías un vestuario nuevo lo pusiéramos a tu disposición, así que
ya sabes.
____ nunca había aceptado regalos de un hombre y eso la hacía sentir incómoda..,
aunque también la emocionaba un poco, debía reconocer.
Había organizado cosas como ésa para muchas clientes en el hotel, pero nunca
había soñado que pudiera pasarle a ella.
Después de luchar consigo misma durante toda la tarde, ____ decidió rendirse. Al
fin y al cabo, ¿cuántas veces iba a tener la oportunidad de vivir un cuento de hadas?
A las cinco de la tarde parecía una mujer nueva. Su pelo, que antes llevaba largo
y liso, caía en capas alrededor de su cara, con un color lleno de vida. Ya no era
simplemente rubio, era rubio con mechas doradas.
Maurice también la había convencido para que se depilara las cejas con objeto de
darles otra forma que enmarcase mejor sus ojos azules y le dieran un aspecto
elegante y sofisticado.
El cambio, aunque sutil, era perfecto.
Después, Maurice decidió que ya se había hecho una idea sobre su personalidad y
la envió a la suite para que lo esperase mientras él hacía una selección de vestidos de
noche.
____ volvió al Montclair un poco cortada por su nueva apariencia y sus compañeros
de trabajo no la ayudaron mucho a librarse de esa sensación.
-¡Por favor, estás increíble! -exclamó Andy-. Siempre has sido muy guapa, pero
ahora pareces una estrella de cine.
-Anda ya, Andy.
-Lo digo en serio. Gerard, ven a ver a nuestra chica.
-¿Por qué, de repente, siento como si estuviera en el zoo? -murmuró ____.
Gerard salió de la oficina y se detuvo, asombrado.
-Dios mío, estás guapísima.
-Gracias.
-Llama a Karen -insistió Andy.
-No puedo, tengo cosas que hacer. La veré más tarde.
Por fin, pudo subir a la suite y sentarse un rato en el sofá para esperar a
Maurice. Estaba agotada. No había hecho más que sentarse en la peluquería, pero no
podía más. Y la suite... le parecía diferente. Era como si ya no fuera una suite del
Montclair y se hubiera convertido en una extensión de Justin. La diferencia era
interesante y ____ estaba disfrutándola cuando Maurice volvió con un joven ayudante,
Cho.
Una hora después, se sentía como si fuera la protagonista de una película, dando
vueltas delante del espejo, mirando a una mujer que se parecía vagamente a ella. Por
fin, escogió un vestido de seda azul para el baile. No era el típico vestido de noche y al
principio lo miró con cierto escepticismo, pero Maurice insistía en que era perfecto
para ella.
-No lo juzgues hasta que te lo veas puesto.
____ se lo probó y tuvo que reconocer que tenía razón. Era un sueño. El color le
iba perfectamente, destacando el azul de sus ojos y la palidez de su piel como nunca
podría haber imaginado. El corte era muy favorecedor, aunque le quedaba demasiado
largo, pero Maurice le aseguró que él se encargaría de arreglarlo.
-Es un Toresti original y sólo se ha visto una vez en la pasarela de Milán. Los vas
a dejar noqueados, ____.
-Es precioso, desde luego -murmuró ella-. No creo que pueda quedarle mal a
nadie.
-Claro que sí. Podría quedarle mal a alguien que no tuviera tu tipo. Ah, por cierto,
tengo un vestido perfecto para esta noche. Es estilo retro, tipo Mary Tyler Moore en
el programa de Dick Van Dyke...
-Un momento -lo interrumpió ____-. No puedo gastar más dinero. Sólo necesitaba
un vestido para el baile del sábado.
Maurice la miró, impaciente.
-Tengo instrucciones para conseguir el vestuario que necesites.. Y, cariño,
créeme, tú necesitas este vestido.
-No lo necesito.
-Bueno, pruébatelo y luego me dices. Ya que lo he traído... total, por probártelo
no pierdes nada.
Suspirando, ____ asintió con la cabeza y Maurice llamó a su ayudante, que buscó
entre los vestidos algo que, a primera vista, parecía un simple conjunto negro, pero
luego resultaba ser un pantalón pitillo de seda con un top de escote halter. La etiqueta
decía Lyle Ridgeville y probablemente costaba un dineral.
-Venga, pruébatelo.
Sonriendo, ____ entró en el cuarto de baño. Cuando se lo puso casi no podía creer
lo que veía frente al espejo. Le quedaba perfecto, suavizando las zonas que tenía que
suavizar y destacando las que debía. Se sentía voluptuosa, casi como Marilyn Monroe o
Lana Turner.
-Tenías razón. Es precioso...
-¡Por favor! -gritó Maurice-. Grace Kelly tiene una sucesora y se llama ____ Tilden.
-Maurice, no te pases -rió ____-. No es para tanto.
-¿Que no es para tanto? ¿Pero tú te has visto en el espejo? ¡Te queda de cine!
-¡Estás divina! -exclamó Cho.
Sus exclamaciones se vieron interrumpidas por la entrada de Justin.
-Hola... ¿qué ocurre? -preguntó, con cara de despistado.
-Nada -contestó Maurice, como un niño de cuatro años al que hubieran pillado
robando galletas.
-Estábamos intentando decidir si necesito este conjunto -le explicó ____-. Y yo
creo que no.
-¿Por qué no?
-Porque... no me hace falta. El vestido para el baile de acuerdo, pero esto...
-Yo creo que es perfecto para la cena de esta noche -la interrumpió Maurice.
-Tiene razón -sonrió Justin-. Por cierto, no nos han presentado...
-Ah, te presento a Maurice Gibbons, el estilista que han enviado de Melborn's.
-Maurice... pero yo pensé... en fin, creo que no entendí bien el nombre -sonrió
Justin.
-¿No cree que ____ debería llevar este conjunto para la cena de esta noche?
-preguntó Maurice.
-Puede llevar lo que ella quiera, supongo.
-Pues debería querer esto porque le queda de maravilla.
____ contuvo una risita. Maurice tenía razón, el conjunto era de lo más
favorecedor. Pero sobre todo le hacía gracia la expresión de sorpresa de Justin, que
no debía saber mucho sobre moda femenina y diría que sí a cualquier cosa sólo por
hacerla feliz.
Y eso la hacía feliz a ella.
No porque quisiera el conjunto, sino porque no conocía a muchos hombres que
estuvieran más interesados en lo que ella quería que en sus propios deseos.
-No necesito el conjunto -dijo por fin, volvién
dose para entrar en el baño.
-Espera un momento -la llamó Justin.
-¿Sí?
-¿Te gusta?
-Maurice tiene un gusto excelente.
-¿Pero te gusta? ¿Lo quieres?
-Me gusta. Pero no lo necesito.
Justin miró a Maurice.
-Añádalo a la cuenta.
-Hecho -contestó el estilista.
-Pero no puedo...
-¿Envío la factura al hotel? -preguntó Maurice, sin hacer ni casó a las protestas
de ____.
-Sí, por favor.
-Justin, yo no...
-Deja de protestar, ____. Estas guapísima con ese vestido. Si no quieres volver a
ponértelo después de esta noche, dónalo a alguna asociación. Pero por favor, haz esto
por mí.
____ oyó las palabras, pero no estaba segura de cuál era el subtexto. ¿Estaba
diciéndole que quería que fuera adecuadamente vestida al restaurante o sólo quería
hacer que se sintiera cómoda?
No tenía ni idea.
Sólo sabía que la estaba haciendo sentir como una princesa de verdad. Como una
reina. En cualquier caso, la estaba haciendo sentir valorada y eso valía más que
cualquier otra cosa.
De modo que si Justin quería que se quedara con aquel conjunto, se quedaría con
él.
Y disfrutaría de cada segundo.
CAPÍTULO 10
ESA NOCHE, ____ y Justin fueron al restaurante en la limusina, con una botella
de champán y música de Frank Sinatra sonando en el estéreo.
____ apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y respiró el olor a cuero y a la
colonia masculina de Justin.
-Esto es divertido, la verdad. Cuando era pequeña solía ver estos coches tan
lujosos por la ciudad, pero nunca pensé que viajaría en uno de ellos. Debe ser
estupendo ir a todas partes en limusina.
Justin sonrió, con cierta tristeza.
-La verdad es que prefiero conducir yo o ir paseando cuando me es posible, pero
casi siempre tengo que viajar con conductor y es más fácil blindar una limusina que un
coche normal.
-¿Blindar?
-Los cristales son antibalas. Y las puertas también.
-¿Todo eso es necesario?
-En mi país no suele haber peligro, pero es mejor tomar precauciones -sonrió
Justin, ofreciéndole una copa de champán-. Particularmente en los últimos años.
____ asintió.
-Dime, ¿cómo es Beloria?
-Un país precioso. Con colinas y montañas nevadas, pueblecitos pequeños,
granjas, tiendas de artesanía, un reloj antiguo en la torre de la iglesia... Nueva York es
muy emocionante, pero echo de menos esa belleza tranquila.
-Ya me imagino -____ tomó un sorbo de champán-. Cuando era más joven yo solía
leer libros de viajes. Soñaba con sentarme en una colina verde rodeada de flores
silvestres...
-Entonces deberías ir a Beloria en primavera -sonrió Justin-. Y prometo hacer
que tu sueño se haga realidad. En mi país tenemos colinas así. Y flores por todas
partes.
La limusina se detuvo frente al restaurante Bell'arrivo, donde esperaba un grupo
de fotógrafos.
-¿Están aquí por ti? -preguntó ____.
-Me temo que sí. Tu colega, Karen, ha llamado a varios periódicos para decirles
que íbamos a venir a este restaurante. No te preocupes, pasará enseguida.
____ miró por la ventanilla y tragó saliva. Le había parecido fácil en teoría, pero
en la práctica... salir mal en las fotos le daba pánico y la posibilidad de que la
reconociera algún ex novio, que mostraría la fotografía a todos sus amigotes, más
pánico todavía.
-¿Estás bien? -preguntó Justin
-Sí, sí, estoy bien -intentó sonreír ella, diciéndose a sí misma que sólo estaba allí
para ayudar en una buena causa.
-¡Príncipe Justin! -gritaron los fotógrafos.
En cuanto salieron de la limusina empezaron los fogonazos y las preguntas y ____
tuvo que cerrar los ojos porque se había quedado momentáneamente ciega.
-¿Es la mujer de su vida?
-¿Ésta es una relación seria?
-¿Qué ha pasado con Brittany Oliver?
-¿Esto significa que los rumores sobre su relación con lady Penélope no son
ciertos?
Justin contestaba por turnos, haciendo que la respuesta acabara siendo siempre
sobre la fundación y no sobre su vida privada. Conseguía hacerlo sin dar un sermón y
sin resultar antipático. La experiencia, pensó ____.
Cuando por fin contestó a la última pregunta, Justin dio las gracias a los
fotógrafos y le hizo un gesto a ____ para que entrase en el restaurante.
-No van a marcharse -suspiró ella-. Apoyarán las cámaras contra el cristal,
esperando conseguir una buena fotografía.
-Lo sé. Y, con tu permiso, podríamos dársela -sonrió él.
-Eso tendremos que negociarlo -intentó sonreír ____.
-No te gusta ponerme las cosas fáciles, ¿eh?
-Claro que sí, es mi trabajo.
Justin rió.
El maítre los llevó a una mesa apartada al final del restaurante. Por supuesto, los
fotógrafos podían verlos desde allí, pero no había otras mesas cerca, de modo que
nadie podría escuchar la conversación.
En cuanto el camarero los dejó con la carta, Justin dijo:
-Gracias otra vez. Sé que no querías hacer esto.
-La verdad es que no estoy pasándolo tan mal.
-¿No?
-No, todo lo contrario. De hecho, lo estoy pasando bien.
-Me alegro de oírlo -sonrió Justin-. Pensé que iba a parecerte un aburrimiento.
-¿Por qué?
-No parecías muy entusiasmada cuando te dije que llamaría a un comprador
personal para elegir tu vestido.
____ rió.
-Sí, bueno, porque no conocía a Maurice. Además, me gusta saber que estoy
haciendo todo esto por una buena causa. Y luego, conocer a Jeff... lo que estás
haciendo por esos niños es muy importante, Justin.
-Y yo te agradezco mucho que estuvieras allí -le confesó él-. Con el niño me
resultaba muy fácil hablar, pero no lo habría sido tanto de haber estado a solas con la
madre. No se me da bien conversar con desconocidos.
-Eso no es verdad, lo hiciste de maravilla. Siguieron charlando durante la cena y
cuando
____ miró su reloj se quedó helada.
-Dios mío. Es más de medianoche.
-¿Tienes que ir a algún sitio?
-No, pero... no sabía que fuera tan tarde -murmuró ella, mirando hacia los
fotógrafos, que seguían esperando en la calle-. Esos pobres deben estar helándose.
Justin llamó al camarero.
-Hay unos fotógrafos en la puerta...
-Me libraré de ellos ahora mismo, Alteza.
-No, no es eso. Quiero que les lleve unos cafés. Póngalos en mi cuenta.
El camarero lo miró, asombrado.
-Perdone, ¿ha dicho que invite a los fotógrafos a un café y los ponga en su
cuenta?
-Exactamente.
____ observó, divertida, cómo se alejaba el camarero sacudiendo la cabeza.
-Se ha quedado sorprendido porque no esperaba que fueras tan amable. En el
Montclair hemos tenido dignatarios y aristócratas y te aseguro que no eran como tú.
Eran más bien... egocéntricos.
-Como la mujer de mi padre.
____ se encogió de hombros. No podía hablar mal de una cliente, aunque estuviera
de acuerdo.
-Ha habido muchos así.
Justin le hizo un gesto al camarero para que le llevase la cuenta y luego se volvió
hacia ____.
-Entonces, cuando te informaron de mi llegada debiste temerte lo peor.
-No, todos esperábamos que fueras una persona interesante. Aunque no sabía
que fueras a serlo tanto.
-Cuando te canses de trabajar en el negocio hotelero, deberías dedicarte al
teatro -sonrió Cónrad-. Lo harías de maravilla.
-Dudo que haya un Oscar esperándome.
El camarero apareció con la cuenta y desapareció luego discretamente.
-¿Nos vamos? -preguntó el príncipe.
-Sí, claro -contestó ____, levantándose. Sólo después se dio cuenta de que debía
haber esperado a que él le apartara la silla. De modo que no era tan buena haciendo su
papel, pensó.
Mientras esperaban que les llevasen sus abrigos, ____ pudo ver a los fotógrafos,
ahora cargados de cafeína, ocupando sus posiciones, dispuestos a hacer más
fotografías.
Justin también debió darse cuenta porque la ayudó a ponerse el abrigo y luego le
pasó un brazo por la cintura.
-Creo que éste sería un buen momento para besamos -murmuró.
-Seguramente eso despertaría el interés de los fotógrafos.
-Sin duda. ¿Te importa?
No le importaba. Aquella vez no porque era en público. No iba a sentir nada, no
era real.
Se decía eso a sí misma mientras Justin la tomaba entre sus brazos. Pero
entonces el mundo pareció desaparecer. El ruido del restaurante, el tintinear de los
vasos y los platos, las conversaciones, todo desapareció.
No había nada más que el abrazo de aquel hombre y el sabor de sus labios. Podría
haber estado así toda la noche, aunque una vocecita le recordaba que no era real.
Por un momento, le pareció como si hubiera fuegos artificiales dentro de su
cabeza, pero cuando Justin se apartó y le dio las gracias en voz baja, se dio cuenta de
que todo había sido para las cámaras.
-Sin problema -contestó.
Cuando salieron a la calle, los fotógrafos hicieron su trabajo y después, una vez

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A Beautiful Love JB&TU(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora