___ miró por la ventanilla y vio que se acercaban a la zapatería. -Es aquí -le dijo
al conductor-. Vuelvo enseguida.
Justin sacó la cartera del bolsillo.
-Al menos, deja que los pague yo...
-No, de eso nada. No tienes billetes suficientemente pequeños para esta
zapatería -rió ____, antes de salir corriendo. Volvió cinco minutos después con unos
zapatos negros de tacón, baratos pero bastante aceptables. En cualquier caso, nadie
iba a verlos.
Justin los miró con gesto de aprobación y luego le dijo al conductor que los
llevase al salón donde se celebraría el baile.
-¿Quieres una copa de champán? -preguntó Justin.
Normalmente habría rehusado, pero aquella noche estaban de celebración.
-Por supuesto.
-Por una noche maravillosa -brindó él.
-Por una noche maravillosa.
Aquello era divertido, pensó ____. No siempre había que ser serio y aburrido. A
veces podía soltarse el pelo y pasarlo bien.
Claro que eso era mucho más fácil teniendo a alguien al lado. Alguien que tuviera
los mismos objetivos que una. Eso era lo que pasaba con Justin, que tenían un'
objetivo común: que aquel baile benéfico fuera un éxito. Así era, imaginaba, como sería
un matrimonio feliz.
____ tomó otro sorbo de champán, sin dejar de mirar a Justin.
Aquel hombre, pensó, a pesar de las objeciones que ponía una vocecita en su
cabeza, sería un buen marido. Estaba a su lado, pero no imponiéndose, apoyándola sin
sofocarla. Y, sobre todo, era una persona que la valoraba.
Justin le había dicho tantas cosas bonitas en los últimos días... Lo echaría de
menos cuando se fuera.
Y se marchaba al día siguiente.
¿Dónde se había ido el tiempo? En cierto modo, ____ sentía como si lo conociera
de toda la vida. Después de haber aceptado hacer el papel, y especialmente ahora que
estaba a solas con él, tenía la impresión de que podría seguir con la charada para
siempre. Pero no iba a ser así. Tenía una noche. Una noche para vivir una fantasía.
El conductor detuvo la limusina frente al edificio donde tendría lugar el baile y
____ se quedó helada al ver el número de fotógrafos que esperaban en la alfombra roja.
Aquella vez, Justin se quedó esperando a que el chófer abriese la puerta.
-Es lo que la gente espera.
____, que no estaba acostumbrada a las cegadoras luces de las cámaras de
televisión, tuvo que cerrar los ojos porque no veía nada. Afortunadamente, Justin la
llevaba de la mano.
-Te acostumbrarás -le dijo-. Afortunadamente, no se organizan muchos eventos
de este tipo.
Ella no entendió a qué se refería, pero no era momento de preguntar.
Se detuvieron en la entrada, donde Justin empezó a responder a las preguntas
de los periodistas. ____ hizo su papel, sonriendo mientras él hablaba de la fundación.
-¿La mujer que lo acompaña es la futura princesa de Beloria?
-Sería una princesa maravillosa, ¿no le parece?
____ se puso tensa. Tenía que recordarse una y otra vez que aquello no era de
verdad.
Una vez dentro, con los candelabros de cristal francés, las flores, los invitados,
muchos de los cuales eran personas famosas en diversos campos, el tiempo pasó
volando. Justin mantuvo una protectora mano en su cintura mientras iban de grupo en
grupo, hablando sobre la fundación, las donaciones y el éxito del proyecto.
-¿Por qué estás tan callada? -le preguntó en voz baja.
-Estoy asombrada -contestó ella-. Esto se te da de maravilla.
-No sé si es verdad -rió Justin-. Pero puedes hablar... o no. Lo que tú quieras.
Me siento orgulloso de tenerte a mi lado hagas lo que hagas.
____ se alegró de oír eso, pero cuando empezaron a hacerle preguntas tuvo que
hacer un esfuerzo para contestar de forma coherente porque no podía dejar de
pensar... en él. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? Era absurdo y ella lo sabía.
A las diez, la orquesta empezó a tocar.
-Tenemos que bailar -dijo Justin.
-Eso me temía -suspiró ____-. Yo no sé bailar.
Él la miró, sorprendido.
-¿En serio?
-De verdad, no sé bailar. Soy un completo desastre.
-No te preocupes, yo te enseñaré -sonrió el príncipe, tomando su mano para
llevarla a la terraza-. ¿Tienes frío?
-No, qué va.
Y era cierto. En sus brazos sentía como si estuvieran en pleno verano.
-Es muy sencillo. Así... un paso adelante, un paso atrás, un paso adelante, uno
atrás... Ahora, un paso a la derecha, un paso a la izquierda... Perfecto. Venga, vamos a
intentarlo otra vez.
Y bailaron, solos en la terraza, bajo el frío de noviembre, con las luces de Nueva
York brillando por todas partes.
Fue la noche más romántica de su vida.
Y no era real.
La pieza terminó y Justin la soltó para aplaudir suavemente.
-Aprendes muy rápido. ¿Vamos dentro?
La verdad era que le habría gustado quedarse en la terraza durante una hora o
dos, en lugar de bailar delante de la gente, pero ____ sabía que eso era lo que tenía que
hacer.
-Sí, claro.
En cuanto entraron en el salón, los invitados empezaron a aplaudir.
Justin le hizo un gesto al director de la orquesta y la música volvió a empezar.
Bailaron en la pista hasta que un hombre al que ____ no conocía se acercó para rogarle
al príncipe que lo dejase bailar con su acompañante. Durante una hora estuvo así,
yendo de los brazos de un hombre a los brazos de otro, aunque Justin intentaba
robársela a todos los invitados.
Estaba empezando a disfrutar del baile cuando vio a uno de sus compañeros,
Sean, haciéndole gestos desde el fondo del salón.
Alarmada, se disculpó y salió de la pista de baile.
-¿Qué haces aquí?
-Tienes que venir conmigo. Es Gerard... es una emergencia.
____ miró a Justin, que estaba bailando con una señora mayor, y decidió que
podría ir al Montclair para ver lo que pasaba y volver antes de que la echasen de
menos.
-¿Qué ha pasado?
-Ven conmigo -contestó Sean.
-¿Qué ha pasado? ¿Gerard se ha puesto enfermo?
Sean la llevó por una escalera angosta y luego, mirando a derecha e izquierda,
abrió una puerta.
-Entra.
-¿Qué es esto? -preguntó ____, pero Sean ya había cerrado, dejándola a oscuras.
-Lo siento -se disculpó él desde el otro lado-. Pero si un cliente pide algo,
tenemos que dárselo, ¿no?
-¡Sean! -gritó ____, empujando el picaporte-. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué dices de
un cliente? ¡Abre la puerta ahora mismo!
-No puedo.
-¿Por qué?
-Porque la princesa Drucille me ha pedido que te encerrase aquí -contestó su
compañero-. Lo siento, pero me ha ofrecido mucho dinero y tengo tres hijos, ____.
-Sean, déjame salir ahora mismo o haré que Gerard te despida.
-Por favor, entiéndelo. No es nada personal.
____ tocó la pared buscando el interruptor de la luz, pero no lo encontraba.
Parecía estar en un almacén o en un armario empotrado...
-¡Sean! Abre la puerta ahora mismo.
-Lo siento -volvió a disculparse él, pero su voz sonaba lejana.
____ suspiró. Al menos no estaba en una mazmorra, pensó. Poco a poco fue
acostumbrándose a la oscuridad, pero le llegaba un rayo de luz... cuando miró hacia
arriba vio un travesaño por encima de la puerta. Ese travesaño podía ser su salvación.
Si pudiera llegar hasta él... al tacto, fue buscando algo que le sirviera de apoyo y
encontró una caja grande y pesada. Con cierto esfuerzo la apoyó en el suelo y probó
para ver si soportaba su peso... sí, por el momento sí.
Pero no lograba llegar al travesaño, de modo que bajó de la caja y siguió
buscando al tacto, temiendo encontrar un animal dormido o, peor, una persona
dormida, pero afortunadamente no encontró nada de eso. Lo que sí encontró fue una
caja de plástico. Estaba llena de cosas y tuvo que vaciarla antes de colocarla sobre la
caja de cartón. No le resultó fácil subirse, pero ____ tenía cierta experiencia en ese
tipo de actividad. Ella siempre había sido muy aventurera cuando era pequeña, en el
orfanato Barrie.
De modo que se levantó el vestido, se subió a las cajas y logró tocar el travesaño
del techo, más preocupada por el vestido de Bernice que por su propia seguridad.
Cuando comprobó que era imposible encaramarse al travesaño con aquel vestido
tan ajustado, ____ bajó al suelo, se lo quitó y volvió a subirse a las cajas con el vestido
en la mano. En alguna parte debía haber algún productor de cine pomo que estaría
encantado de filmar la escena, pensaba.
Estaba deslizándose por el travesaño cuando oyó una voz por los altavoces:
-Y ahora, señoras y señores, Su Alteza, el príncipe Justin de Beloria.
Aplausos de la concurrencia.
____ sujetó bien el vestido. No podía aparecer en el salón en braguitas y
sujetador.
Deslizándose por el travesaño, logró pasar por encima de la puerta y saltar al
pasillo. Afortunadamente, tuvo tiempo de ponerse el vestido, pero en cuanto lo hubo
hecho apareció la princesa Drucille.
-Vaya, veo que es usted muy atlética.
-Al príncipe Justin no va a gustarle lo que ha hecho.
La princesa Drucille no parecía preocupada en absoluto.
-Menos le gustará que yo haga público esto -contestó, sacando una grabadora del
bolso. Con una sonrisa de satisfacción, pulsó un botón y ____ pudo oír la voz de Justin y
la suya en una conversación que recordaba bien:
«-No pasa nada. La verdad es que la he llamado para pedirle un favor.
-Muy bien.
-En realidad, es una proposición.
-Una proposición. ¿Cuál?
-Por favor... siéntese un momento y escúcheme antes de decir nada.
-Me está poniendo nerviosa, Alteza.
-Ya lo veo. Pero pensé que era usted la clase de mujer que nunca se pone
nerviosa.
-Normalmente no. Así que será mejor que me diga lo que quiere.
-Necesito una mujer que se haga pasar por mi acompañante durante una semana.
Alguien que despierte la atención de los medios... en fin, que se haga pasar por mi
última conquista.
-¿Me está pidiendo que le busque... una acompañante?»
Drucille apagó la grabadora en ese momento.
-No necesita oír nada más, supongo.
-No -contestó ____.
-Muy bien -sonrió la princesa, guardando la grabadora en el bolso-. Justin no
saldría muy bien parado si esa grabación se hiciera pública, ¿no le parece?
Desde luego que no, pensó ____.
-¿Cómo ha conseguido colocar micrófonos en la habitación después de que los
escoltas del príncipe hicieran un barrido?
-Su amigo Sean nos ha sido de gran ayuda.
-Ah, ya veo. ¿De verdad haría pública esa grabación?
-Si se marcha ahora mismo, no tendré que hacerlo.
-¿Y si no me voy?
-Hay una periodista, Caroline Horton, que estaría encantada de escuchar esta
cinta. Usted elige -dijo la princesa-. Y le aconsejo que no le cuente esto al príncipe
porque si lo hace la grabación llegará a manos de algún periódico.
Justin se acercó al micrófono y dio un corto discurso en nombre de su padre.
Estaba ensayado, de modo que le resultó fácil. Lamentablemente, mientras hablaba no
dejaba de preguntarse dónde estaría ____. No la veía por ninguna parte.
Quizá hubiera conocido a alguien interesante...
Muy bien, pensó. Eso demostraba que uno no podía fiarse de las mujeres. Y él no
necesitaba una mujer en su vida, además. Desde luego, no necesitaba nada que
interfiriese con su trabajo en la fundación.
Después del discurso, Drucille se acercó para presentarle a Caroline Horton que,
de inmediato le preguntó dónde estaba su acompañante. Justin contestó que había ido
al lavabo para empolvarse la nariz.
-¿Quiere decir que se ha ido?
-Yo hace rato que no la veo -sonrió Drucille.
Justin apretó los labios. No tenía sentido discutir con ella, de modo que decidió
fingir que lo estaba pasando bien. Hablaría con todo el mundo y se encargaría de que la
velada fuera un éxito para sus invitados.
Aunque no podía entender dónde se había metido ____.
No se le ocurrió que podría haber una siniestra razón para su repentina
desaparición.
De modo que cuando la vio bajar por la escalera, despeinada y con el vestido
arrugado, la tomó del brazo, enfadado.
-¿Dónde te habías metido?
-Tengo que irme. Esto ha sido un error.
-¿De qué estás hablando?
-Vuelve con tus invitados. Tu proyecto es más importante que esta conversación.
-No te entiendo...
-Confía en mi. Vuelve con tus invitados.
-Pero...
-Tengo que irme, Justin. Pero te deseo mucha suerte -suspiró ____, levantando el
bajo del vestido para darse la vuelta.
-Espera, tienes que quedarte hasta el final.
-No, no puedo.
Justin podría haber jurado que había lágrimas en sus ojos.
-¡Espera! -exclamó, después de unos segundos de vacilación.
____ bajaba la escalera corriendo, pero él la siguió. Cuando estaba a punto de
llegar abajo vio que daba un traspié y perdía el tacón de un zapato.
Luego vio que se detenía para quitárselo y subir a un taxi, pero no logró
alcanzarla.
-¡____!
Ni ella ni el taxista le hicieron caso. Y Justin se quedó en la calle con el zapato
roto... y el corazón en el mismo estado.
____ fue directamente a su apartamento en Brooklyn. No le importaba pagar cien
dólares por el viaje, tenía que llegar a casa lo antes posible.
Mientras estaba encerrada en el armario había estado segura de que Justin iría
a rescatarla. No se le ocurrió que la princesa Drucille podría haber urdido un plan tan
diabólico.
____ sabía que había hecho lo correcto dejándolo en la fiesta. Si se hubiera
quedado, Drucille podría haberse acercado al micrófono con la grabadora para que
todo el mundo oyera aquella conversación...
Y eso habría sido muy humillante para Justin y para la Fundación Príncipe
Frederick.
Justin vaciló un momento, sin saber si debía volver al baile del que,
supuestamente, era anfitrión o correr tras la mujer que, supuestamente, era su
acompañante. Pero cuando miró el zapato roto supo de inmediato lo que debía hacer.
Tomó el siguiente taxi para ir al hotel Montclair y le pidió al taxista que lo
esperase en la puerta.
Una vez allí, le pidió a Andy la dirección de ____. Y no le costó mucho convencerlo
para que se la diera.
-Cómo me gustan las historias de amor -suspiró el compañero de ____ Tilden.
Justin volvió a subir al taxi, con el zapato en la mano, y le dio la dirección que
llevaba anotada en un papel. Pareció tardar un siglo en llegar a Brooklyn, pero tenía que
hablar con ella.
El taxista paró delante de un edificio de ladrillo. Sólo tenía tres pisos y había un
laberinto de escaleras de incendios en las paredes. Justin pensó que ____ podría
escapar por allí... pero no, no se lo permitiría. Había escapado una vez y no iba a
hacerlo de nuevo.
De modo que miró el número de su apartamento
y llamó al timbre.
-Sé que estás ahí, ____ Tilden. Abre la puerta.
Oyó el sonido de una cadena y un cerrojo antes de que ____ asomara la cabeza.
-¿Qué quieres?
-Creo que has perdido esto -contestó Justin, mostrándole el zapato. La ironía de
ofrecerle un zapato a la mujer con la que podría casarse no le pasó desapercibida.
-Esto no es un cuento de hadas.
-¿No me digas? -sonrió él-. No recuerdo ningún cuento en el que el príncipe
tuviera que tomar un taxi para llegar hasta la princesa.
Ella hizo una mueca.
-Yo no soy una princesa.
-Quizá no. Pero podrías serlo.
____ cerró los ojos un momento.
-Estoy cansada, Justin. Ha sido una noche muy larga y tengo sueño.
-¿Se puede saber qué ha pasado? ¿Por qué has salido corriendo?
-No ha pasado nada. Es que estoy agotada -contestó ella.
Justin dejó escapar un suspiro.
-Muy bien. Me marcho, pero ya sabes dónde encontrarme. No me voy de Nueva
York hasta mañana por la noche.
-¿Por qué no nos despedimos ahora? Ha sido muy divertido. Gracias por todo.
Justin la miró, sin entender.
-No, ____, gracias a ti -suspiró, dejando el zapato en el suelo-. Espero que
volvamos a vernos algún día.
-Justin...
-¿Sí?
-Si no volvemos a vernos, gracias, de verdad. Ha sido una semana... muy bonita.
Él no dijo una palabra. «De nada» habría sonado condescendiente y «Oh, no,
gracias a ti» habría sonado sarcástico.
De modo que asintió con la cabeza y se alejó por la escalera.
܆L
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A Beautiful Love JB&TU(Terminada)
RomanceHOLAAA NUEVA NOVEEEEEEEEEEE 'SI LA VAS A LEER AL MENOS VOTALA'