||Capítulo 3||

1.8K 254 120
                                    

Se iba a cumplir una semana que llegó Kazutora al departamento de Chifuyu.

El alfa ya había progresado, aunque un par de veces había agredido al omega, cuando no podía controlar su alfa interior. Chifuyu no se quejaba, pero al ver el alfa lo que había hecho  se sentía culpable y hacía que el menor se sentara en su regazo y así él podía darle mimos en su cabeza. Chifuyu ante aquella muestra de disculpa solo podía ponerse nervioso y sonrojarse lo mínimo.

El rubio le dió terapia psicológica, ya que lo que más miedo daba del teñido era que por defender a alguien que quiere  podría matar aquella persona que la está molestando.

¿Por qué digo esto? El primer día que salió Kazutora del departamento del omega se encontraban caminando cuando se metieron por un callejón y se encontraron con un grupito de alfas mirando pervertidamente a Chifuyu. Este solo se escondió detrás de Kazutora y este empezó a repartir golpes hasta el último que quedaba. El omega tuvo que pararlo para que no matara a nadie.

Eso sería en lo que tendría que ayudar a Kazutora: Controlarse y elegir.

El menor tenía que confesar que la compañía del alfa era agradable y se sentía protegido por él. Se podía decir que se habían vuelto amigos.

Chifuyu ya había puesto a trabajar al alfa en la tienda de animales, pero por supuesto vistiendolo para que no lo reconociera la gente.

Todo iba bien. Kazutora progresando, trabajando sin llamar la atención y protegiendo al rubio.

Era un día nublado de otoño. Ya era casi hora de cerrar el establecimiento y Chifuyu salió de allí para tirar unas bolsas.

-Puedes ir yendo a casa -dijo el rubio al alfa. Este solo asintió con la cabeza y con una sonrisa en sus labios- Pero ten cuidado de que no te reconozcan -fue lo último que dijo Chifuyu para salir de la tienda.

Kazutora mientras estaba cerrando la caja registradora, pensaba en el olor y cuello del omega. Baji su antiguo novio nunca lo había marcado, solo con sus feromonas, pero le faltaba marcarlo con sus dientes. Eso era lo que se preguntaba. ¿Por qué su amigo no marcó a Chifuyu?

Salió de sus pensamientos cuando notó que el rubio no llegaba. Se estaba preocupando. Aunque este le dijo que fuera a su casa y así hizo. Cerró la tienda y caminó hasta el departamento, que para el alfa ya era como su hogar.

Chifuyu ya había invitado a lo largo de aquella semana a sus amigos, pero Kazutora se tenía que esconder, ya que el omega aún no estaba preparado como para decirles que tenía al supuesto psicópata buscado por la policía allí, en su casa y que lo estaba escondiendo y ayudando.

Al teñido le molestaba las feromonas que soltaban los alfas amigos del omega como Mikey, Draken, etc. A veces le llegaba una nueva sensación llamada celos y soltaba sus feromonas para limpiar aquel aire contaminado por otros alfas. Chifuyu lo notaba e intentaba que los demás no lo notasen. Pero cuando se iban, el rubio siempre le daba una buena bronca a Kazutora, que parecía un bebé siendo regañado. Estas broncas siempre terminaban con un abrazo de Kazutora al omega, haciendo que el último se sonrojase un poco.

El alfa se encontraba ya en el interior de la casa y se dispuso a hacer la cena.

Mientras la estaba preparando, empezó un dolor en su brazo izquierdo que cada vez se volvía más intenso e insoportable.

-No... -agarró su brazo- ¡Parad! -gritó Kazutora cayendo de rodillas al suelo del departamento por el insoportable dolor y agarrando más fuerte su brazo.

Era un dolor que escuecía demasiado dentro de su cuerpo.

El alfa no podía aguantar mucho más aquel dolor. Así que se levantó como pudo y se tomó unas pastillas que había en un cajón.

Sé mi Chico Malo [Kazutora×Chifuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora