Prefacio

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El joven mira con expresión aburrida hacia todos lados esperando encontrarse con algo que ponga su adrenalina al máximo, pero lo único con lo que si mirada choca es con enfermos y más enfermos. Ya está harto de todos esos psicópatas y los malditos enfermeros que se encargan de hacerle la vida agua todos los días.

“Toma tu medicina.”

“Así podrás dormir mejor.”

“Si te la tomas podrás salir de aquí pronto.”

Repugnante. Así es como describiría su situación. Es repugnante ver a la estúpida enfermera mirándolo con expresión de lástima y a la vez miedo porque pudiera tener un ataque sorpresivo y lastimarla. Los humanos son tan insignificantes, nunca están enterados de nada, cuando muy bien él sabe que podría escaparse en un abrir y cerrar se ojos, así como romper la camisa de fuerza que numerosas veces le han colocado.

De un momento a otro, allí sentado con las piernas encogidas en el sillón blanco de la sala común, siente que algo ha cambiado. Mira hacia el ventanal de cristal por el que se cuela el resplandor sombrío del atardecer en el que nunca sale el sol como si el mismo pueblo estuviera en luto. A su alrededor, una enfermera de cabello rojizo, demasiado familiar para él, trata de parar la convulsión de un paciente con demencia aguda que siempre lo había mirado extraño. Los demás se alertan sobre la situación del individuo, claro que cada uno de una forma diferente según lo permite su mentalidad; unos ríen, otros lloran, algunos gritan...

El ambiente se vuelve ruidoso de la nada, demasiado molesto para él, quiere huir de allí, romper esas ventanas que le dan claridad al espacio blanco de la sala y darse a la fuga de una maldita vez por todas. Se reprime sus pensamientos a sí mismo, debe de esperar, todavía no tiene el permiso para iniciarlo, debe aguardar a que él le de la señal. Sin embargo, ello no le prohíbe contemplar el exterior, hacia ese bosque profundo, donde una vez dada la señal, no habrá quien pare su deseo.

Se levanta del sillón caminando hacia la claridad y al mismo tiempo alejándose del ruido de urgencia tras de sí. Casi pega su rostro al cristal reforzado, pero se detiene al volver a sentir el cambio. Sus ojos reparan en el cielo que va oscureciendo más rápido de lo normal, dejando asomar una luna llena más extensa que en meses anteriores. Por encima de las copas de los árboles en penumbras, vislumbra una bandada de cuervos que pronto se interpone entre el reflejo de la luna y sus ojos. Mal presagio; los cuervos siempre son el aviso del mal, el aviso que necesitaba.

Por fin ha llegado la hora, él ha mandado la señal. Una sonrisa torcida se asoma en el rostro del joven ante el pensamiento. Cuando menos se lo plantea, pone una mano en el cristal y observa como sus dedos se deforman alargados y ásperos, como las raíces de un árbol... No, como las ramas derivadas de estas cuando tienen el suficiente crecimiento. Él es solo eso, nada más.

Sus dedos deformes se esparcen por todo el vidrio, queriendo romperlo, aplastarlo entre sus manos como un diminuto cubo de azúcar. Lo ve, se ha dado la señal, la perdición de todos viene en camino y ya está dictado, no hay alguna forma de escapar. Los pecadores han de pagar por sus pecados sin importar cuanto purifiquen sus almas, los inocentes se verán implicados en pecados imposibles de detener. La luna llena les servirá de manto de la muerte a los cadáveres que se esparcerán por el territorio del monstruo, reflejando en su tenue luz las almas que deberán tomar un camino al paraíso o al infierno, sin siquiera poder elegir.

Condenados están hoy por esa criatura desalmada que busca sangre y venganza, ¿y la criatura? No hoy, ella siempre está condenada y siempre lo estará por una maldición que consume su alma a cenizas y sus huesos a polvo, esperando el momento de volver a reunirse con su amada.


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Nota de la autora: ¡Hola y bienvenidos a esta aventura un tanto extraña! Espero que sea de su agrado tanto por la trama como por la forma de escritura siendo pulidos mis errores.

Les aseguro que si deciden darle una oportunidad a la historia, los sorprenderá con detalles inesperados y un tanto anormales jaja.

Y agradeceré un mundo paralelo con siete dimensiones si comentan dando sus opiniones, realmente me encanta leerlos y responderles :) <3
¡Y si la historia es de tu agrado, pica en esa diminuta estrellita que me ayuda un montón!
Bai, ¡nos leemos! ;)

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