Capítulo 20

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Nuevamente sucumbo a la oscuridad, donde siento que es el único lugar donde puedo reflejar mis miedos aunque sea en el silencio. La ventana vuelve a estar entablada y cubierta por la vieja cortina, como el primer día. Busco en el suelo alguna marca o quizás el cuerpo, pero obviamente se lo ha llevado y limpiado el rastro, ¿qué creías, Heather? Por otra parte, el chico pálido que levantó su mirada a mi llegada, se encuentra en el mismo sitio, esta vez con todo su torso, barbilla y cuello, manchados de sangre seca. Noto que entorna sus ojos y tuerce sus labios en una sonrisa maligna, tanto me recuerda a las primeras veces que lo ví.

—¿Estás bien? —con impulso me tiro a su lado, derrochando preocupación inexplicable.

—¿Por qué tanta preocupación, Heather? ¿Disfrutaste de la cacería? —sin importarme sus crudas palabras, agarro su rostro ensangrentado para comprobar que esté bien.

—¿Crees que no me voy a preocupar después de ver lo que ví esta noche? —trazo con mis dedos su definida mandíbula buscando sin éxito algo que le haya hecho esa máscara de hierro.

—No respondiste mi pregunta —agarra mi muñeca con fuerza para mirarme fijamente—. Dime, Heather, ¿disfrutaste de la cacería? —su frialdad me azota como un golpe.

—Murieron... ¿Es eso lo que querías escuchar? —lágrimas se asoman a mis ojos a medida que aprieta mi muñeca.

—Lo siento —me suelta para poner ambos brazos en sus rodillas—. Te dije que no podía evitarlo.

—¿Por qué? ¿Porque eres un monstruo? ¿Es eso? —las gotas descienden lentamente por mis mejillas—. Deven... ¿por qué te tenían encadenado como un animal? —sé que debería de sentir rabia en este momento, pero lo único que siento es tristeza al ver que me trata así y que de alguna forma pudiera estar sufriendo, ¡maldita sea!

—No sufras por esto, Heather, no debería verte sufrir —se gira hacia mí haciendo más vistoso su pecho ensangrentado y su olor extraño combinado con el líquido seco—. Deberías de sufrir por ti misma y no por los demás, o ello te puede llevar a la tumba —agarra una de mis lágrimas y se la lleva a la boca.

Sus palabras suenan como cuchillas en mis oídos, ¿por qué cambió? Recuerdo perfectamente que tenía esta actitud sombría y despiadada en mi llegada al hotel, hace un mes y justo en la semana que lleva el cuarto creciente para convertirse en luna llena. En ese entonces las ventanas también estaban selladas y su aura más sombría que nunca, lo que me lleva a deducir que se está repitiendo. Es como un ciclo que se repite como las fases mensuales de la luna, todos los meses el mismo proceso, la misma actitud variando con las etapas, como una bestia rebelde que con el paso del tiempo va adquiriendo la forma de un humano real en su interior, ya que, su hermoso exterior puede engañar hasta al ojo más perspicaz.

No debo de sufrir sus cambios, solo esperar a que sea el chico que me mostraba su mejor perfil para trazar sobre el papel, el que en vez de juegos macabros me pedía una historia. Tiempo, es lo único que necesita. Si pudiera hacer algo... ¿Por qué? ¿Por qué este interés genuino cuando sé que me atrae alguien más?

—Deven —sus ojos sombríos caen sobre mí—. ¿Qué puedo hacer para ayudarte? Cualquier cosa...

—No puedes hacer nada, Heather, no puedes romper una maldición cuando queda tan poco tiempo —mira al techo y suspira—, y te has pasado toda la vida intentándolo —sé que con pesar se refiere a sí mismo—. Olvídalo.

—¿Qué? ¡No! Dime qué tengo que hacer, ¿tu madre? ¿Ella tiene la respuesta? ¿Hay que dañar a alguien? —ni siquiera soy capaz de manejar mis palabras.

—¡Olvídalo, Heather! Dije que lo olvidaras, haz como que no viste nada de lo que sucedió esta noche —en su rostro percibo el enojo antinatural que provocan sus facciones.

The HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora