Prólogo

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29/01/2021

Irene.

Nada dura para siempre.

Pero... ¿Tan rápido pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana?, sin verlo ni preverlo, todo se oscureció.

Esa densa bruna me terminó de joder, me terminó de hundir dando paso a la oscuridad, una oscuridad espesa y grisácea que convierte mi mundo en una lluvia eterna ante mis ojos.

Y aquí me hayáis, sentada al piano, tratando de que salgan de mi boca esas estúpidas letras de la maldita melodía que nos conecta, pero no puedo, no puedo hacerlo sin que me arda en llamas el pecho y un nudo se forme en mi garganta, junto con el mar de mis ojos en tempestades de lluvia en ellos.

Esa maldita canción con la que nuestra historia y él pasa por mi mente.

Duele... duele como una jodida bala. Como balas de canciones que algún día se perdieron por mi cabeza, y que ahora me empeño en forzarme a recordar con tal de no oír su voz que se repite una y otra vez cantando nuestra historia, esa historia que me enamoró. Me obsesionó. Me daño y me rompió.

Pero solo el mismo dios sabe que volvería a romperme con tal de vivir cada momento de nuevo junto a él.

¿Para qué? si ya van 25 audios que grabo y ninguno mando, 25 audios llorándole a la luna que es testigo esta noche de que me estoy perdiendo por no perderlo a él. Solo ella sabe y es testigo de que yo no fui culpable.

Dante.

Es terrible.

El sonido de esa canción que a veces intentaba cantar y de la que ella se burlaba porque me perdía en el estribillo.

Están cantándola aqui mismo, abajo; son un grupo de gente y supongo que van lo suficientemente borrachos como para repetirla veinte veces. Y me ha dolido todas las veces que la han cantado, aunque, si te digo la verdad, no sé si en realidad lo que me duele es la canción o es ella dentro de los recuerdos que me evoca la letra. Parece mentira que una canción chapurreada a medias por la voz de unos borrachos pueda hacerme sentir tantas cosas. Supongo que así es el amor, o cómo se llame eso que se siente cuando sientes sin querer hacerlo, aunque joda.

Recuerdo cuando me decía que le gustaba coleccionar sus recuerdos en canciones; era una afición muy suya, de las muchas que tenía y que la hacían tan jodidamente preciosa como para que, ahora, a mi cabeza se le haya ocurrido la magnifica idea de relacionar esta canción con ella, como para que ahora sea capaz de joderme la noche, la vida y la existencia la borrachera de cuatro gilipollas.

Como para que haya escuchado veinte veces la misma canción, veinte. Y después de todo aún tenga su cara en mi mente; su mano en mi mejilla y sus ojos riendo.

Y se me haya vuelto a olvidar el puto estribillo.


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¡Hola nuestros Astrologuitos!, llega septiembre con la vuelta a clase y junto a ella vuelve la saga de un disco de pasión y con ella esta segunda parte. ¿Listos para continuar esta historia llena de drama, pasión y alguna que otra cara nueva?

Un besazo y ojalá este libro os encante tanto como el primero.

Canciones de balas perdidas ; Nuestro punto y seguido continúa. (T#2) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora