El príncipe odiaba esa sensación. La sensación del silencio incómodo y asfixiante. Como en esos momentos, donde uno abrumador y tirante se extendía en la mesa, similar a una sinfonía de lamentos.
Podían escucharse únicamente los pasos de las sirvientas atareadas en el piso de madera y el sonido de los cubiertos siendo llevados de un lado a otro con rapidez e impaciencia.
Sus manos hormigueaban por los nervios acumulados, pero su cara permanecía inexpresiva, no exponiendo el caos que era en su interior.
Tenía todas las miradas de los presentes sobre él, como si estuvieran observando hasta un mínimo respirar para poder juzgarlo, queriendo atrapar un simple imperfecto, y aquello hacía que se sintiera completamente cohibido y mareado. Se concentró en mirar un punto fijo en la mesa, no podía, ni tenía ánimos de aguantarlas, mucho menos la de su padre.
— Sabía que Dazai te haría entrar en razón. ¡Oh, qué dicha!— habló Kazue, rompiendo el silencio. Su voz sonaba cantarina y alegre, como si hubiera recibido la más grande y deseada noticia de su vida.
Kazue era una mujer alfa sumamente bella y elegante. Sus ojos oscuros siempre observando con cautela. Su pelo negro y brillante perfectamente acomodado y recogido hacía arriba, junto con una sonrisa grande, más bien tirante, en su pálido rostro, haciendo juego con el rosado casi carmesí de sus labios.Chuuya no sabía si agradecerle por cortar con el ambiente tan poco ameno y silencioso, o si quería que simplemente se callara por las palabras letales que había pronunciado. Tembló por dentro, ya no quería controlar todas sus emociones, pero ahí estaba, haciendo lo posible para demostrar que nada le afectaba. Lo había aprendido con los años. Entre más demostrara cuan afectado estaba, peor le iba y más miserable se sentía. Por lo que, prefería ser el único consciente de su desdicha. Que la fragilidad de sus verdaderos sentimientos no conocieran la luz.
Y aunque era desdichado, así sobrevivía.
El rey no había pronunciado palabra alguna todavía, solo miraba ávidamente cada rincón del palacio.
Desde su llegada que no habían cruzado palabra, solo miradas indiferentes y cargadas de recelo que su majestad le daba. Se sentía nervioso, aún más ansioso por ello, porque no sabía qué recorría en su cabeza...
... y los pensamientos del rey nunca eran buenos.
Comida exquisita comenzó a llegar. Las sirvientas, en su mayoría omegas, se dedicaban a llenar la mesa con aperitivos, en celebración por la llegada del gran Rey, que éste llegara sano y salvo de sus viajes siempre era motivo para festejar.
Todavía no ponían nada cerca suyo, siquiera un plato, solo a los alrededores de su padre y tía. Pero no le extrañó del todo, como era el menor del palacio, debía esperar para lo último. Y así decidió aguardar pacientemente, sin pronunciar palabra de queja alguna.
Pero... Cuando vio como una de las empleadas dejaba de su lado un plato hondo, desabrido, meramente con un liquido verde casi pastoso, tuvo que hablar.
—¿Por qué dejas esto aquí?— preguntó desconcertado. Su voz no había sonado molesta, ni siquiera prepotente, solo quería saber si había un error. Anhelaba que lo fuera. No podía creer que a los contrarios les dejaran todo un festín y a él un liquido que no podía ni considerarse sopa.
La empleada iba a hablar, pero el rey levantó uno de sus dedos, en señal de que debía callarse de inmediato, y ésta, casi blanca como el papel, obedeció con temor.
Carraspeó su garganta, en un sonido grave y poderoso.
—Yo lo pedí para ti.— su voz sonaba dura. Sus ojos oscuros le recorrían el cuerpo.— Ahora que vas a convertirte en un futuro esposo y merecedor de la corona, debes cuidar lo que comes. No quiero, por ningún motivo, que hagas pasar vergüenza a la familia real con un aspecto no debido. Comenzarás una dieta estricta.— su tono no fue de advertencia, mucho menos de sugerencia, le había dado una orden directa.
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The King (Soukoku)
General FictionChuuya vivía con el constante desprecio por ser un Beta y no uno cualquiera, era un príncipe, el siguiente rey de los Nakahara. Dazai es un alfa, ahora rey y único heredero de su familia. El reino de los Nakahara y los Dazai jamás se había llevado...