CAPITULO 15

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#Barzifer 

Parte 1

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Mi despertar es diferente a la de ayer. El despertador no me despierta, ni mucho menos los toques de Baltasar en mi puerta, esperándome con mi chocolate o con un vaso de jugo, sino por el hombre que tengo entre las piernas, engullendo mi sexo con sonidos de satisfacción.

Estoy desnuda, con el cabello esparcido en la almohada y con los picos duros. Los gemidos llenan la habitación y amasa mi pecho con fuerza logrando que el orgasmo le llene la boca.

Tengo los ojos cerrados cuando siento su boca contra mí, abriendo mis piernas. Mis dedos se deslizan en su cabello, preparándome para lo que viene.

El capullo resbaladizo se desliza por mi sexo, estimulando mi clítoris.

—Que mojada.

Sujeta el tallo y lo presiona contra mi entrada.

Mi boca se entreabre y echó la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, disfrutando la agonía de sentir como me estira con un movimiento lento. Mis uñas se hunden en su espalda tensa cuando empieza con las arremetidas que sacan gemidos de placer.

Besa mi cuello, chupa y muerde sin dejar que ninguna piel esté limpia sin él. Nos besamos hasta que el aire falta. Alza mi pierna hasta su hombro y me arranca un grito de placer.

Los testículos chocan contra mi periné y me deja observar cómo me está empalando duramente. El miembro sale cubierto de mi jugo y vuelve a entrar.

Gruñe contra mí, con los brazos tensos y con una expresión digna de admirar todo el jodido tiempo. Se corre con un jadeo llevándome con él.

Me lleva hacia su pecho con nuestra piel sudorosa, pero eso no importa.

Salimos de la habitación entre las 7 luego de una ducha larga.

Tengo los pezones sensibles, chupetones en partes de mi cuerpo que no deseo que nadie observe. El sexo lo tengo demasiado sensible y mojado. Parezco una perra en celo si se trata de él.

Nos acercamos a la piscina dónde están todos. Saludo a papá y a mamá con un beso en la mejilla. Me acomodo a su lado y no duda en entrelazar sus dedos con los míos, observando a los demás en silencio.

Lleva mi dorso a sus labios y tengo que tomar una respiración disimulada.

Me acomodo en la silla, sonriendo a su sobrino que me está mirando con los ojos brillantes.

—Mamá me dijo que Santa trae a los bebés, así que ayer le envié una carta. —Toda la atención vuelve al pequeño que está sonriendo con orgullo. —Pedí tres, porque tengo muchos juguetes para compartir y necesito que jueguen conmigo.

Becher sonríe contra mi piel, observando a su sobrino.

—¿Por qué no le traemos uno, Brünette? —El tono bajo eriza todos mis vellos. —¿No te lo imaginas? Saldrá a ti. Igual de perfecto.

Me encuentro con sus ojos y no está sonriendo. Mantiene mi dorso contra sus labios, pero los ojos los tiene más oscuros, como si de solo imaginar de tener algo nuestro fuera lo mejor del mundo.

Así será. Si tenemos algo nuestro, ese día será perfecto y un mal para todo el mundo.

Un hijo de dos seres iguales solo trae desgracias, pero para nosotros felicidad.

—Lo siento Barbara, solo está obsesionado con tener un hermano. —Habla su hermana mirando a su hijo.

—También te pedí uno mamá. La especifique muy bien —. Añade con una sonrisa. —Solo tendré que esperar 9 meses y tendré a mi hermana. ¡Llegará en mi cumpleaños! —Grita emocionado.

QUINN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora