Evasión.
—————————
Unas horas antes.
Barbara.
—¿Por qué no quiere llevarme? No estoy mocha.
Subo los felinos a la cama y me acomodo en la cama, perdiendo mi tiempo en el techo. Saco el anillo que se encuentra en el bolsillo de atrás de mi Jean. Lo observo detenidamente con el ceño fruncido.
Lo dejo en la mesa de noche.
—¿Casarme?
Suspiro. Estoy aliviada de que no encontrará ninguna pista de que estoy casada. Me encargué de que esos papeles no estuvieran en internet o algo por el estilo. Ahora solo me toca firmar los papeles.
Tengo que divorciarme.
Tengo que hablar con Dardan de eso, pero no aquí. No quiero levantar ninguna sospecha a Becher, no en el estado que se encuentra en este momento.
Orcus se acuesta en mi pecho mirándome con sus grandes ojos. Abre la boca dejando ver esos dientes filosos. Subo una ceja cuando me gruñe.
—¿Qué? Tampoco quieres estar conmigo. —Ladea la cabeza moviendo la cola. Resoplo.
Cierro los ojos mientras Soma se deja caer cerca de mi cuello. El aliento caliente me hace cosquillas en la piel. Empiezo a entonar una canción en voz baja, acariciando la cabeza de Orcus.
Ronronea.
—Deberíamos tener vacaciones ¿no creen? ¿o un día en el Spa? —Murmuro en voz baja. —Si, deberíamos tomarnos un día.
Sigo cantando en voz baja, deslizando mis dedos en el pelaje de Orcus. Soma ronronea en mi cuello, acercándose más.
"In another life
I would be your girl
We'd keep all our promises
Be us against the world
In another life
I would make you stay
So I don't have to say you were
The one that got away
The one that got away..."
Presiono la piel donde se encuentra el tatuaje que hice en honor a mis perros y a Bruce. Un recordatorio de lo que perdí y de lo que puedo perder si pierdo mi tiempo. Luego de que sacaran las balas, está fue la única que no se quiso cicatrizar bien.
Dejo salir un suspiro. No quiero estar triste hoy.
—Está haciendo un bonito día. —Hablo luego de unos largos minutos de silencio. —Iremos por un helado.
Me levanto y me cambio de ropa. Escojo un vestido floreado y trenzo mi cabello. Me pongo las sandalias y salgo de la habitación con los dos cachorros.
Bajo a la primera planta, donde está Alek mirando algo en el computador. Levanta la cabeza al escuchar mis pasos.
—¿A dónde vas? —Subo una ceja.
—¿Qué?
—¿A dónde vas? —Repite haciéndome reír. Arruga la frente. —Te he hecho una pregunta Barbara.
<< ¿Que bicho le pico? >>
—¿Qué clase de preguntas es esa Señor Rusil? —Replicó mirándolo divertida. —¿Acaso eres mi padre, para pedirle permiso?
ESTÁS LEYENDO
QUINN ©
RomanceTRILOGIA INFERNO: LIBRO 2 El juego no ha terminado. Los espectadores siguen en las sillas, ansiosos de ver el final. Ella aprendió de su error y ahora viene preparada para jugar con su mayor contrincante. Nuevos jugadores resurgirán, aquellos que...