Cap. 4 | Otro mal sueño.

27 7 0
                                    

;; 另一个噩梦
Narra Tzuyu.

Salí corriendo del escondite detrás de Sana, queriendo escuchar de su voz la verdad. Me intrigaba saber porqué la señorita Xing Nayeon le llamó rata... ¿Ella realmente nos delató?

No obstante, al cruzar la puerta, me encontré con un gran salón oscuro con ventanas rotas y madera que estaba a nada de caerse en cenizas. Al fondo, la puerta de un armario estaba siendo golpeada por el otro lado con insistencia. Me di la vuelta, buscando volver de donde vine, pero, ya no estaba mi camino. Lo supe cuando escuché el crujir de un lápiz que había pisado, uno que no estaba ahí antes.

Comprendo. Sigo soñando, ¿Verdad? No estoy en la escuela.

Cautelosamente me fui acercando hasta donde llamaban con desesperación, con mis piernas temblando y mi corazón latiendo rápidamente. Trague saliva y, justo al estar frente a la puerta noté que en ella estaba tallada la frase "Muerte al traidor". La abrí sin más y, lo que me encontré no fue para nada predecible.

Ling Mina estaba sentada en el suelo del armario tras tal puerta, estaba llorando y tenía sangre en toda su nariz.

—Mina... –le llamé, inclinándome a su altura. —¿Qué haces aquí?

—Tzuyu... No puedo encontrarlo. –me dijo, abrazando un cuaderno que tenía con ella. —No puedo encontrar mi lápiz de dibujo...

Me levanté. No me costó nada voltear e ir por el lápiz que antes había roto con la suela de mi zapato.

—Ten... No sé si es este pero igual puede que te sirva. –se lo ofrecí, ella lo tomó con apresuro y rápidamente se levantó.

No dijo nada, pasó por a un lado mío y fue directamente a un mesa banco que estaba en el salón. El movimiento de su lápiz se escuchó resonar por todos lados, ella lo movía con tanta pasión... Seguramente era un buen dibujo.

—¿Mina? –llamé a la vez que me aproximaba a ella. —¿Qué es lo que dibujas?

—Una flor, no... Un árbol de cerezos. ¿Los has visto? Son muy lindos cuando sus flores recién están floreciendo y tiñen todas las ramas con ese hermoso color rosa, aquí no se dan casi pero algún día quisiera ir a verlos personalmente. Me gustaría tocar sus flores y...–

—¡Mina! –alcé la voz, interrumpiéndola. —¿Le diste el libro a Huang Sana?

Me miró por unos instantes antes de agachar la cabeza lentamente, soltando el lápiz que tenía entre su mano diestra, haciendo que este cayera al escritorio.

—¿También vas a golpearme? –preguntó con un hilo de voz.

—No voy a lastimarte. –dije de inmediato. —Pero debes decirme la verdad.

—Juré... Juré no decírselo a nadie. –me volvió a mirar tras esta frase, pude notar que estaba a punto de llorar.

—¿A quién se lo juraste? –di un paso. Planeaba acercarme de a poco, pues seguramente se asustaría si corría a ella.

—Juré que no lo diría... Y no lo haré, aunque me mates. –

—¡¿A quién se lo juraste?! –grité, pero sin llegar a ella aún.

Volvió a mirar hacia abajo, ahora sus labios temblaban.

—Bo Momo me llamó rata... Song Dahyun y Yao Chae me golpearon y me encerraron en el cobertizo de herramientas... Pero no se lo dije a nadie. –posterior a esto, comenzó a llorar casi en silencio. —Tzuyu... No se lo dije a nadie... Tú tomaste el libro.

Esa respuesta me dejó petrificada en el lugar donde estaba. Creía en sus palabras y no dudaba que ella se hubiese quedado callada pero... ¿Yo tomé el libro?
Entre pensamientos, una gota de 'agua' cayó en mi frente, obligándome a alzar la vista ya que era obvio que no podía llover dentro del salón. Al mirar al techo, me percaté de lo ocurrido.

Los cuerpos de tres chicas colgaban encima de mí, atadas al cuello, con un saco en la cabeza que no me dejaban saber quién era quién... No era necesario. Se trataba de Momo, Dahyun y Chae.

—Tzuyu... No se lo diste a nadie, ¿Verdad? –regresé la mirada a Mina.

Otra vez confirmé que esto era una mala pesadilla, pues por nueva cuenta estaba situada en un lugar muy diferente al anterior, esta vez, en el auditorio. Los cuerpos seguían colgados, Mina seguía sentada en un mesa banco pero detrás de ella habían velas sobre el escenario de la escuela, eso sin mencionar la bandera de Taiwán repleta de sangre.

—Tzuyu... No nos traicionaste, ¿Verdad? –

—¡Mina, detrás de-! –

Un disparo.

Una bala atravesó la cabeza de Mina, su cuerpo cayó sobre el escritorio y su lápiz salió rodando hasta mis zapatos.

Miré a su atacante. Era el instructor Bai... Esto me hizo caer de rodillas y ser yo quien llorara en voz baja.

—¿No quieres saber por qué estás aquí? –me preguntó, yendo a donde estaba. —Este es el lugar al que van los pecadores asesinados.... Pronto te unirás a los otros y te quedarás aquí para siempre. Este es tu sueño... Tú sabes en dónde estás.

—¡Dime! ¿Estás conspirando contra el gobierno? –preguntó el oficial.

Tzuyu no dió respuesta alguna, así que se vieron obligados a sumergir la cabeza de la chica en agua fría mientras ella estaba colgada de pies, con las manos amarradas tras su espalda.

Abrí los ojos. Estaba colgada del techo y no podía moverme. Frente mío se encontraba el instructor Bai, con un arma en la mano.

—Si quieres estar con la señorita Shen... Sólo dame el libro. –estiró su diestra pero no en dirección a mí.

La estiró hacia su costado derecho y tras esto, las pisadas de alguien se escucharon claramente, apareciendo en cuestión de segundos.

Era Sana.

Tomó un cuchillo de la mano del instructor Bai y se acercó a mí, con ojos llorosos pero claramente decidida a hacerme algo. Venía lentamente... Pero a la hora de cortarme el cuello, no tardó absolutamente nada.

Cuando aún seguía viva, pude sentir que sacaba algo de mi garganta... Era... Era el libro que le presté.

Detention [SaTzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora