Detention [SaTzu]

Cap. 1 | Pesadilla.

;; 恶梦
Punto de vista de Sana.

Sentí el viento frío recorrer mi espalda.

Me levanté lentamente tras tal incómoda sensación, dándome cuenta de lo sola que estaba en el salón de clases. No había absolutamente nadie, la noche había caído y aparentemente había llegado un tifón.

Alcé la mitad de mi cuerpo que estaba recostado sobre mi escritorio y, mientras bostezaba, tomé mi bolso antes de ponerme de pie e ir por la vela que se encontraba en el casillero de la esquina, en la parte de atrás a la izquierda, siempre teníamos velas ahí. La encendí con unos fósforos que igual estaban dentro y, aún adormilada, salí del salón.

Con una mano tapaba la llama para que esta no se apagara, me sorprendía lo mucho que había dormido, pues a esta hora ya debería estar en mi casa... Además, me era extraño que absolutamente nadie me hubiese despertado, ni siquiera mi profesor.

Entre tantos pensamientos, me detuve en seco después de percatarme de un sonido inusual, escuchando más detenidamente me di cuenta de que eran los lamentos de una chica. Abrí los ojos y, asustada, me apresuré a seguir por el pasillo hasta llegar a la puerta... No obstante, antes de ello miré a una mujer ya conocida por mí caminando con tranquilidad por el corredor al que yo me dirigía.

—¿Es... Shen Jeong? –me pregunté por lo bajo, confirmando mis propias suposiciones. —¡Señorita Shen! –dije alzando la voz, pero ella parecía no escucharme.

Me apresuré y casi corrí detrás de ella, sin embargo, cerró la puerta que daba a un despacho en cuanto entró, sin haberme dado la posibilidad de alcanzarle. Traté de abrir la puerta de inmediato pero parecía estar atascada por el otro lado. La moví con insistencia unas tres veces hasta que la dejé en paz, no había forma de abrirla.

Pensaba en darme la vuelta y regresar por donde vine e ir directo a la salida pero, al girar ví de frente la silueta de una chica con los cabellos en su rostro, caminando hacia mi con una vela en las manos, derramando gotas de sangre en cada paso que daba a la vez que lloraba, eran lamentos que apenas y podía escuchar por el silencio del lugar pero, de algo estaba segura, eran los lamentos de hace rato.

—¿Qué...? –susurré, de la nada comencé a hiperventilar. Volví a poner la mano contra la puerta e intenté abrirla con desesperación, pues escucha como la quebrada voz de la joven estaba cada vez más cerca mío. Al borde del llanto, pude hacer que esta se abriera, entrando y encerrándome rápidamente.

Con el corazón latiendo a tope y apenas procesando lo que estaba viviendo, me di media vuelta... No estaba en ningún despacho, la puerta daba al auditorio en donde se podía apreciar claramente el mal estado de las paredes, con un escenario que tenía detrás la bandera de Taiwán, sucia, algo rota. La escuela no se veía así hace unos días.

Un nuevo sonido me saca de casillas, era la puerta abriéndose de repente dejándome ver la silueta de una chica, una que estaba viva, a diferencia de la otra.

—Eres tú... –comentó. También tenía una vela en la mano. —Deberíamos irnos...

Asentí, adelantando el paso en silencio. Era una chica alta, debía admitir que me daba algo de miedo y más por su aura de autoridad.

—¿Por qué sigues aquí? –me preguntó mientras abría su paraguas una vez estuvimos en la puerta principal de la escuela. Ambas nos cubrimos con ella y andamos por el largo campo que nos esperaba antes de llegar al portón.

—Me quedé dormida... –dije tímidamente.

—Igual yo. –rió unos segundos. —Cuando desperté ya no había nadie, fue extraño.