"El pasado afecta el presente" (Capítulo 3)

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Aysel.

Hace treinta minutos que Amaris debería haber llegado a casa.

Esta fué una de las pocas veces que nos toca salir en horarios distintos del trabajo. Y pienso que tendría que haberla mandado a la mierda y esperar a que su turno terminara.

Treinta minutos, treinta y dos ahora.

Es tarde, está oscuro y nosotras nunca andamos solas.

No me gusta para nada que esté tardando tando. No es que yo sea una de esas amigas suuuuper sobreprotectoras, pero me gusta cuidarla.

Siempre hemos sido solo nosotras dos, desde pequeñas.

La vida nos puso pruevas difíciles desde muy temprana edad, nos mostro que tan perra puede ser. Nos hizo tocar fondo y nos obligó a levantarnos.

Y lo hicimos. Nos levantamos, juntas.

Sin embargo, como dice el dicho: "Las heridad dejan cicatrices"

Cicatrices con las que estamos obligadas a vivir, aquellas que nos devilitan pero a la vez nos hacen mas fuertes.

Pero, gracias a dios, las cosas han mejorado muchísimo desde que llegamos a este lugar. Nada nuevo pasa nunca en Grütly, y aunque para algunas personas eso pueda llegar a sonar aburrido, no es nuestro caso.

Necesitábamos tranquilidad, espacio, este pueblo nos dió todo eso.

Vuelvo a mirar el reloj colgado en la pared de la pequena cocina, diez y cincuenta.

—Joder...— maldigo en boz baja— ¿Donde demonios estás, Amar...? — y como si el universo me hubiera escuchado, el timbre de la casa suena esprepitosamente entre las cuatro paredes del lugar.

Como acto reflejo me dirijo a abrir la puerta, pero al llegar a la manija un recuerdo fugaz pasa por mi mente... Un recuerdo que heriza todos los bellos de mi cuerpo...

Flashback

—Ok... Escucha con atención lo que te voy a decir, por que es importante y solo lo diré una vez...— empieza blanca nieves arrodillada en el piso.

Estamos frente a la puerta de el departamento, junto a un gran florero blanco, con una pequeña (y marchita) planta dentro.

—Solo tenemos tres juegos de llaves — continúa y asiento— Cada una de nosotras tendrá un juego — me pasa una llave y se guarda la otra — A la que sobra la dejaremos escondida dentro de este feo florero — mete la tercer llave dentro — Si alguna vez perdemos la nuestra, esta estará de repuesto. — termina.

— Está bien por mi.

— Claro que lo está. Seguro eres la primera en perder su llave.— se burla.

— Claro que no. — contradigo con una sonrisa — Seras tú y lo sabes.

No dice nada mas y nos encaminamos otra vez dentro de la casa, para comenzar a desempacar.

— ¡Ah! Y...oye. — vuelve a hablar, captando de nuevo mi atenció.

Su expreción cambio totalmente, ya no hay ningún signo de gracia en su rostro. Ahora me mira penetrante y severa.

Lo que sea que vaya a decir, va en cerio — ¿Que?— pregunto para que siga.

—Las puertas deverán permanecer con llave, siempre. Tanto si estamos a dentro, como si estamos afuera — acevera— Tanto si estamos juntas, a como si estamos separadas. Siempre con llave... ¿De acuerdo?

Miradas Oscuras (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora