Capítulo 1

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Cuando Shen Qingqiu abrió los ojos solo quiso que una persona estuviera a su lado, pero no lo estuvo y tampoco volvería a estarlo.

¿Cómo había terminado así?

¿Qué fue lo que salió mal?

El tiempo pasó relativamente lento, pero la desolación que sentía en su pecho era algo que inevitablemente nunca se iría.

¿Cuánto tiempo había estado en la misma posición?

¿Cuánto tiempo había estado viendo el cuerpo sin vida de Luo Binghe?

La falta de aire y opresión que sintió cuando le dijeron lo que había ocurrido lo perseguían cada noche.

Luo Binghe parecía solamente dormir. Tal vez solo está durmiendo un poquito más, debe haberse agotado profundamente luego de lo que pasó en la Cresta Maigu, ¿no? Sí, eso debía ser. Su pobre Binghe estaba tan cansado...

¿Los días que había estado en vigilia con el cuerpo sin vida de Luo Binghe? Shen Qingqiu ni siquiera lo sabía, no había contado; solo fue consciente cuando abrieron la puerta de la antigua habitación de su discípulo y tanto sus compañeros como discípulos le dijeron que era hora de enterrar a Luo Binghe.

¿De qué servía lamentarse? ¿De qué servía pedir un poco más de tiempo para esperar que Luo Binghe abriera los ojos una vez más con una linda sonrisa adormilada diciéndole "Buenos días Shizun, prepararé el desayuno". No servía de nada. Luo Binghe estaba muerto y nada lo traería de regreso a sus brazos.

No fue hasta la última noche que lloró. Se permitió volcar todo su dolor de la manera más sencilla, a través del llanto. No hubo forma de detener las lágrimas que caían como un día de tormenta que alcanzó el alba; hasta que finalmente todo lo que quedó fue el desconsuelo persistente con el conocimiento de que Binghe... Binghe ya no estaba. Quería seguir llorando, si lo hacía, quizás Binghe lo escucharía desde el inframundo y se sentiría tan afligido de que su shizun esté así, que él podría... pero ya no había más lágrimas que derramar.

Shen Qingqiu se puso de pie, mirando con ojos opacos el cuerpo inerte del otro hombre. Respiró profundamente y luego depositó un delicado beso en su frente. Sus últimas palabras salieron con una voz ronca, apenas un susurro que podría ser barrido por el viento. "Este shizun promete hacerlo mejor la próxima vez. Este shizun lo siente, no pudo protegerte". Había muchas promesas más que decir, pero eran imposibles de transmitir; su corazón lo sabía, eso era suficiente, nunca las olvidaría. Girando sobre sus talones, salió sin mirar atrás; hacer eso lo condenaría a no dejar ir ese trozo de piel marchita jamás.

"Shizun... deja que esta discípula arregle su cabello por ti, ¿si?" Dijo Ning Yingying en voz baja, tratando de controlar su propia voz temblorosa.

Shen Qingqiu todavía estaba flotando en una nube gris yendo a la deriva, solo se limitó a asentir una vez.

Una vez terminado el trabajo y haber arreglado a su maestro, Ning Yingying le comentó que ya estaba listo. Ming Fan, a un lado, estaba mortalmente pálido y parecía no haber dormido bien durante los últimos días.

La conmoción de los acontecimientos todavía eran difíciles de procesar, y el Maestro del Pico Qing Jing era una clara muestra de ello.

Mucha gente se encontraba reunida para este evento, incluso todos los súbditos del rey demonio. No había habido ningún enfrentamiento, solo querían despedirse adecuadamente del soberano al que habían respetado. Mobei Jun se encargó de todo.

A partir de ese día, todo se había vuelto un vasto silencio, infinito como el propio universo... para Shen Qingqiu. Pero para los demás, en realidad, no había sido un tema por el cual sufrir o lamentarse, seguían actuando como de costumbre.

Alma de mi AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora