-Papá, ¿no tenés ganas de culearte a estos dos maricones?- preguntó la pelirroja.
El hombre fuerte y musculoso, de gran estatura, contestó:
-La verdad que sí. Siempre les tuve ganas, pero no lo hice para que no se lo cuenten a mi hermano.
-Ellos no van a decir nada. ¡Te lo prometo!
Uno de los hermanitos protestó:
-¡¿Coger con nuestro tío?! ¡¿Estás loca?!
Pero la prima solamente se rió.
-¡Si ya culeaste con tu hermano, ¿qué puede ser más inmoral que eso?!
Los chicos se llenaron de vergüenza, mientras la prima se alegraba y se burlaba de ellos. El tío estaba ansioso de por fin poder romperle el orto a estos putitos.
-Si no hacen todo lo que les diga, muestro los videos.
Los hermanitos se miraron.
-¡¿Qué videos?! ¡¿No me digas que nos grabaste?!
La prima prendió la smartTV y puso a reproducir el video donde se culeaban entre ellos. El tío miraba sobreexcitado.
-¡Mirá cómo les gusta la verga a estos maricones... y todavía se quejan! ¡Putos de mierda, dejen de mentir!
Aunque lo que más les preocupaba es que el tío decía cosas de baboso, como: "¡Síiii, putitos!", y: "¡Qué buen culo! ¡Se lo parto en ocho!".
El tío no aguantó más y llamó al rubio:
-Vení para acá, bebé. Sentate arriba mío.
Tener el culo apoyado en la verga se le hizo incómodo aunque excitante a la vez. Trataba de esquivarla, pero el tío lo acomodaba para que esté justo contra su agujero. Y de pronto, la erección de ese enorme miembro hizo que se calentara también y deseara tenerla adentro. Este deseo le resultó humillante, le daba vergüenza, pero quería que su propio tío le dé por el culo.
El hombre le indicó que se baje y llamó a su otro sobrino:
-¡Chupen! ¡Chupen entre las dos!
Saboreaban esa pija grande y hermosa. Se notaba que lo disfrutaban un montón.
Entonces, el sobrino morocho se retiró. Se lo veía un poco triste.
-¿Qué te pasa?
-¡Es que él es tu preferido! ¿Por qué nunca me pudiste querer así?
El tío se rió:
-¡Claro que te quiero mucho! No podía tener a los dos en el regazo al mismo tiempo. Por eso, lo llamé a él.
-¿Soy feo?
-No, al contrario: sos muy bonito.
Como el morocho siguiera ofendido y celoso, el tío le ofreció el primer lugar y ya con eso el problema se resolvió.
Le frotó con suavidad lubricante anal por el hoyito, dándole suaves masajes. No se apuró. Fue como si gozara con esta labor. El morochito lo disfrutaba y se notó mucho.
Hizo sentar al chico sobre sus piernas, acurrucado contra su pecho. Luego, se la metió profundamente. Su culo esta vez estaba al límite, porque no era lo mismo tener en el hoyo la cosita de su hermano que la exagerada cantidad de pija de un macho con todas las letras.
Y fue ahí cuando le confesó:
-¡Tío, yo tenía fantasías con vos! ¡Siempre me gustaste!
El rubio, viendo que le arrebataban su lugar, empezó a enojarse:
-¡¿Y qué?! ¡Yo también me hacía la paja imaginándome que el tío me cogía!
Mientras tanto, la prima estaba grabando todo con varias cámaras ubicadas en el lugar. Cada palabra de ellos quedó registrada.
El morocho insistió:
-Pero lo mío es más como amor. ¡Tío, te amo! ¡Siempre te amé!
La verga entraba y salía sin parar del culo del enamorado. Una descarga de semen se avecinaba. Y lo que fue es que el morocho se asombró de que tanta leche pudiera salir en una sola eyaculación. No paraba de inundarlo por dentro. No creía que pudiera entrar más semen en él, pero seguía saliendo del pene en chorros interminables.
Entonces, el tío retiró la verga y la leche de hombre se desbordó del interior del sobrino.
El semental le ordenó al rubio:
-¡Vamos, chupámela un rato!
-Pero es que acaba de salir de...
No le dio tiempo a terminar. Agarró la cabeza de su otro sobrino y la llevó hacia su pija, casi de un empujón.
El chico quedó asombrado de que existieran vergas tan grandes, porque le daba esa sensación de que no cabía en su boca. ¡Y pronto la iba a tener en el culo!
Se la chupaba con dulzura y, de alguna manera, le pareció hipnótico mover su boca rítmicamente en esa succión apasionada aunque lenta.
-¡Vamos, abrí el culito con tus manos!
El dedo grueso de su tío le untó el lubricante y se hundió en suaves movimientos, varias veces.
El tío le dijo:
-Sé que por orgullo no lo admitiste, pero en el fondo también estás enamorado, igual que tu hermano.
-¡¿Cómo te diste cuenta?!
-¡Je, je! ¡El tío sabe!
El arrogante macho les prometió:
-¡No se preocupen, que puedo con los dos juntos!
El chico rubio abrazó a su tío con fuerza, sintiendo la protección de un hombre fuerte cuando éste le devolvió su abrazo. Le hubiera gustado quedarse así un rato largo pero el tío agarró sus piernas y las levantó, para sentarse de nuevo con el sobrino encima, mirándolo de frente mientras le enterraba la gigantesca virtud en el orificio entre sus nalgas. Sintió que esa verga le exigía, que se estiraba por dentro, que era demasiado, pero no quería parar.
-¡Por favor, seguime cogiendo! No importa que me duela, que grite o que llore. ¡Quiero que me des hasta que reviente si hace falta pero no pares! Estuve esperando esto hace mucho tiempo.
El tío lo besó en la boca y a cualquiera que los viera le hubieran parecido un hombre y su novia. En realidad, la pelirroja los estaba viendo y se burló de los primos:
-¡Ustedes parecen más chicas que varones!
Y ninguno de los dos pudo negar que su prima tenía razón.
El tío estaba dándole duro a quien llamó "su nena". Daba miedo de que realmente le fuese a explotar el culo de tanta cantidad de carne que lo rellenaba. Pero el rubio resistió y no sólo eso: estaba muy contento. Una sonrisa de felicidad paradisíaca dejó claro que la pasaba muy bien mientras le rompían el orto.
El tío aceleró el ritmo, como si fuese una carrera de quien metía y sacaba más rápido. A una impresionante velocidad pero aún con movimientos profundos, el orgasmo llegó. La leche masculina fue escupida a chorros potentes más adentro de lo que el sobrino creyó posible. El chico bromeó:
-¡Creo que me llegó hasta el estómago! ¡Ja, ja!
Todos se rieron.
Se abrió las nalgas para dejar salir el semen que tenía adentro suyo y el charco que se formó fue enorme, dejándolo asombrado de la potencia sexual de su tío.
-Bueno, chicos, vamos a bañarnos, que su tía va a llegar y no quiero que nos descubra.
Esto significó que se bañaron juntos, para ahorrar tiempo.
Al morocho se le cayó el jabón y se agachó a recogerlo, poniendo el culo en pompa.
-¡Dejá que lo levanto yo!- dijo el rubio.
Y también ofreció su culito hermoso a la vista de su tío.
-¡Chicos, paren! Ahora, no.
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Sissy x 2
Random¿Qué puede ser mejor que la historia de una sissy? ¡La historia de dos sissys! Éste es un conjunto de historias cortas y cargadas de erotismo (sólo para adultos).