Mitología Japonesa: Mitos y bestiario

Viaje al Yomi, el Infierno Japonés

Izanami estaba devastado y en su furia levantó su espada en contra de su hijo cortándole cada una de sus extremidades, formando de cada una de ellas a un dios distinto. En total dieciséis dioses nuevos habían sido creados.

Izanagi fue sepultada en el Monte Hiba.

Izanami quería recuperar a su esposa amada por lo que decidido fue en su búsqueda al mundo de las tinieblas, el Yomi.

Cuando llegó su esposa fue quien le abrió las puertas.

—Mi amada y bella esposa, el país que construimos juntos aún no está terminado, regresa conmigo al mundo de los vivos.

—Mi amado, cuanto me gustaría volver contigo pero ya he probado la comida de esta región tenebrosa. Dejame consultar con los dioses de este mundo, debe haber alguna forma de regresar al mundo de los vivos.

Los dioses del Yomi respondieron a su duda, Izanagi tenía que voltearse y esperar a que los dioses lo volvieran a llamar para ver a su esposa. Una tarea que podía resultar sencilla le fue imposible de cumplir a Izanagi quien en su curiosidad volteó, solo para ver a su esposa en estado putrefacto siendo comida por gusanos.

Con miedo emprendió su huida a las afueras del Yomi.

—¡Cobarde, cómo te atreves a avergonzarme! —Gritó Izanami ordenando a las furias, a los ocho dioses de los truenos y a los mil quinientos soldados del mundo de las tinieblas a que lo persiguieran.

Izanagi blandió su espada de diez palmos de largo y siguió huyendo mientras atacaba, en su camino se encontró con tres melocotones. Cuando el ejército de las tinieblas se acercaba a él se los lanzó provocando que estos de retiraran.

Al salir del Yomi Izanagi puso una gran piedra a su entrada que solo podría ser movida por mil hombres.

—Mi amado esposo, si me haces esto yo me encargaré de que mil personas del mundo de los vivos mueran cada día.

—Mi amada esposa, si haces eso yo me encargaré de darle vida a mil quinientas personas.

Así es como al día mueren mil personas y nacen otras mil quinientas.