V- Reencuentro.

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-¿Todo bien, señor Kim?-

-Todo bien, señorita Han.

Con el rostro impenetrable, Junmyeon entró en su oficina y esperó a que la puerta se cerrara a sus espaldas. 

"¡Auch!" El hombre se dobló con un quejido mientras se sobaba el trasero. "¡Maldito Park Chanyeol!" Con una mueca de dolor y caminando raro, se dirigió a su escritorio no sin antes tomar un cojín de la pequeña salita de reuniones en medio de la habitación. La acomodó en su sillón y se sentó. O sea, tuvo a bien llamar a su amante con cuantos sobrenombres groseros pudo encontrar en su repertorio y, ya de paso, recordó a sus progenitores también. Recargándose en una de sus nalgas, intentó recuperar su dignidad y ponerse a trabajar. "¡Qué soy un hombre de negocios no un adolescente hormonal!"

No, no lo era. Era un hombre en sus treinta y tantos que había pasado las veinticuatro horas más increíbles de su vida: completamente fuera de su zona de confort, lidiando con un Junmyeon desconocido dentro de su piel y con más sexo del que había tenido en las últimas dos décadas. Dentro del minúsculo apartamentito de Chanyeol, él se desnudo por completo y no precisamente de su ropa. Si, dejó el mundo afuera y se entregó a esas manos lujuriosas, esa boca castigadora, ese pene delicioso. ¿Cómo se podía ser lo suficientemente romántico como para llevar el desayuno a la cama y luego ser una bestia que te sodomiza sobre ella? "Chanyeol, tienes doble personalidad, lo juro."

Ayer había llamado enfermo a la oficina. No recordaba haberlo hecho alguna vez así que entiende la preocupación de sus subordinados hoy. Su padre solo le escribió un mensaje: "No olvides que la reunión con los inversores extranjeros es mañana antes del mediodía. Tú eres la cabeza del proyecto." Eso fue todo, no hubo un "¿qué tienes?" o un "¿cómo te sientes?". Nada. Y justo por eso, muy en contra de su voluntad, dejó la casa de Chanyeol ayer en la noche para estar centrado en su papel esa mañana.

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-Puedes irte mañana en la mañana.-

Chanyeol intentaba disimuladamente interponerse entre él y la puerta de salida. Junmyeon sabía perfectamente cuál era el juego pero no debía caer en él. Si se quedaba, el alto iba a saltarle encima y a follarlo toda la noche como lo hizo la anterior y durante todo ese día que no fue a trabajar. Entonces, se presentaría en la empresa cojeando sin poder disimular su trasero irremediablemente roto. Necesitaba un poco de descanso para su agujero y también para sí mismo, estaba agotado de no tener tiempo para recuperarse de un orgasmo y ya tener a Chanyeol listo para el siguiente. Estaba seco como uva pasa. 

-Mañana tengo una reunión realmente importante y cuando digo "realmente importante" me refiero a un dividendo de veinte millones de dólares limpios de polvo y paja, incluso de taxes. 

-Wow... mi princesa sí que es hábil. 

Le plantó un beso en la boca que supo a café amargo, bebida que compartieron hacía unos minutos con el objetivo de que Junmyeon tuviera fuerzas para llegar a su casa. Prácticamente no tuvieron tiempo de comer, estaban ocupados en cosas más placenteras. Reconocía el disfrute que le dio toda la experiencia y que querría más de eso en el futuro, pero todo tiene su momento. Él volverá. Oh, si, seguro que volverá.

Chanyeol metió la mano en el bolsillo trasero de sus jeans, Junmyeon creyó que solo iba a manosearlo otro poco pero no fue así. El hombre sacó su teléfono, lo puso frente a su cara y lo desbloqueó. Escribió su número de celular.

-Es tu decisión, princesa. Tú dictas el rumbo de lo que está pasando entre nosotros. Si solo quieres verme de vez en cuando, sin nada más que un buen revolcón, venme a buscar al bar. Hoy te digo que eso no me haría feliz. Si quieres ir probando de a poco a dónde nos lleva este camino, marca este número y hazme una llamada que me permita guardar tu número también. La comunicación es una muy buena forma de comenzar algo...

Hyung. La entrega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora