Parte 8

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******Se recomienda discreción. Las cosas se pueden interpretar mal más adelante. ******






— Me siento cómoda en mi habitación. —murmuré a su pregunta.



Se escuchó el eco en todo el pasillo, estábamos solos.



El sensei me volteó a ver y me dio una sonrisa ladina, sentí pena, caí en cuenta que estaba llorando mucho y probablemente estaba con todo mi rostro rojo y ojos brillantes. Alcé mi mano  y quité algunas lágrimas, y Satoru abrió la puerta de mi habitación y esperó a que yo entrara primero. Caminé hacia mi cama y me senté en la orilla, mientras observaba como Satoru se sentaba en la silla de mi escritorio.


— Sé que la ansiedad es un problema, Hori. —comenzó. —Si puedo hacer algo por ti, dímelo. Cambiar de habitación, incluso redecorarla, o una compañera de cuarto. —mantenía su mirada en mi.



Lograba ponerme nerviosa.

Me removí un poco nerviosa, ni yo sabía que hacer para sentirme mejor. Pero me sentía sola. Más sola que nunca, y más confundida que era agotador, necesitaba respuestas o explicaciones.



El silencio inundaba la habitación, todo estaba tan silencioso que podía escuchar su respiración, pero no me sentí incomoda o presionada para responder. Me sentía bien. —Me siento sola aquí, sensei. Todo este tiempo estuve con Madre Anna, y ahora estoy sola... —relamí mis labios, y trataba de controlar mi respiración. 


Me miraba con ¿ternura? o solo eran mi imaginación. — Puedo traerte una compañera de habitación, y una decoración más acogedora... —sonrió. Y pues, sentí un vuelco en mi interior, no lo podía negar lo atractivo que era pero... era mi sensei.

— Te lo agradecería. — le di una reverencia. — ¿Puedes explicarme lo que sucedió con Yuuji-kun? — pregunté.

Satoru se colocó sobre sus pies, y se sentó a mi lado, su mirada estaba fija en mi, se relamió sus labios, y yo me alarmé en mi interior al ver aquella escena. Quizá me ponía nerviosa con solo tenerlo cerca. Pasó sus dedos por su cabello en un intento inútil por acomodarlo. — Itadori no es muy cuidadoso, no dijo bien sus palabras...— comenzó.

Y yo prestaba atención a cada una de sus palabras. — Pero bien, Itadori si es un recipiente. —afirmó. —La otra verdad es que no te está engañando, ni molestando sobre tus padres. 

Nuevamente me comenzaba a sentir nerviosa.— ¿A qué te refieres? 

— Sé que no era yo quien debía decirte... — acercó sus manos y tomó las mías, comencé a sentir como las rozaba de una manera sutil, suave, me tranquilizaba, subí mi mirada a la de él, sus increíble ojos azules hacían contacto con los míos, su mirada era serena. Y mientras seguían tocando mis manos, siguió hablando. — Sukuna es tu padre, esa maldición que escuchaste, Yuuji es su recipiente, por eso te habló de esa manera en el campo, no es algo malo, sé que te puede tomar de sorpresa, pero era hora que lo supieras... —era una información que casi no procesaba, pero de alguna manera, él me tenía tranquila y no sentía ganas de llorar, pero lo más importante era; que no me sentía sola.

Acto seguido hice el agarre más fuerte, no quería que soltara mis manos, y podía decir que incluso quería que estuviera más cerca de mi. Y quería seguir viéndolo sin contemplar el tiempo. —Gracias por decirme... Me siento tranquila. —sonreí de una manera tímida, estaba nerviosa, quizá soltaría nuestro agarre de inmediato, pero no fue así.

Sentí como una de sus manos soltó el agarre, y lo miré nerviosa, su mano subió a mi rostro y colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, mientras me sonreía.—Puedes confiar en mi, Hori. —sentí como mi piel se enchinaba, no sabía que pasaba. —... Y no te preocupes por Mahito, yo me encargaré de él. —murmuró, y su mano volvió a su lugar: en mi mano.

Me complacía verlo, que me sucedía. Quería tenerlo más cerca, daría cualquier cosa por sentirme así siempre. Así de tranquila. Bajé la mirada hacia nuestras manos, quería que se mantuvieran siempre así, ¿puedo ser feliz?

—¿Hori? — preguntó, a lo que elevé mi mirada a la suya.

Sentía mis mejillas estallar, no sabía exactamente lo que sentía pero me gustaba. —¿Por qué siento que por fin te encontré? Sé que no tiene sentido pero me he soñado contigo —murmuró.

Mi corazón dio un gran vuelco, no sabía a que se refería pero... Podía notar el brillo en sus ojos, sabía que probablemente esto era incorrecto, pero... No quería hacer caso a mi voz razonable. Era ridículo sentirse así por alguien que recién conocías.

Relamí mis labios, me sentía quizá un poco angustiada, pero estaba cansada de no hacer lo que quería.—No quiero dejar de verte.—hablé finalmente.

Su rostro me mostró sorpresa, y me angustié, sentí el agarre más fuerte junto a sus yemas rozando mi mano, noté sus mejillas coloradas y me causó gracia. —Debo irme, Hori. —respondió. Acercó su rostro y plantó un sutil beso en mi frente.

Se puso de pie, y antes de salir de mi habitación dio una pequeña mirada hacia mi, cerró la puerta, y yo me sentía tranquila.

Pensar en que Sukuna era mi padre, me hacía sentir acompañada, era extraño saber que su forma física era como Yuuji, hasta comencé a sentirme avergonzada porque todos estos días había pensado lo lindo que era Yuuji, palmeé mis mejillas, estaba segura que estaban rojizas. —¿Cómo pensaste eso de tu padre? —murmuré.

Me acomodé en mi cama, estaba lista para dormir, quería hablar con Yuuji  y quizás con mi padre, y sobre todo ver a Satoru.




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Hola! ¿Cómo ven la fanfic? ¿Todo bien? Gracias por el apoyo oxox

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2021 ⏰

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Hori   ホリ| Satoru Gojo 五条悟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora