Parte 3

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Era la época moderna pero sumida en el mundo de los chamanes y maldiciones. Yamamoto Anna era quien cuidaba de mi desde que tengo memoria, siempre le agradecí que me dijera la verdadera razón por la cual mi madre no estaba junto a mi. Mi madre era hechicera en Tokio y en una lucha con una maldición verdaderamente fuerte perdió la vida. Siempre le reclama a los dioses el porqué dejaron que mi madre muriera, siempre ese lado egoísta de mi se enojaba.

La señora Yamamoto tenía aproximadamente sesenta años, ella ha sido mi madre, tan comprensiva y amorosa, y lucía mucho más tierna con su cabello blanco. Sin embargo, hace algunos días había empezado hablar sobre que debía convertirme en hechicera.

Nos encontrábamos en la sala de estar tomando té, el atardecer caía por nuestra ventana, mi madre suelta una gran bocanada... oh no ya sabía de que me hablaría.

Estaba sentada en su silla de ruedas, se cansaba rápido, y yo deseaba que el tiempo no pasara tan rápido.

- Hori, hablaremos del colegio de Tokio. - mencionó estando serena.

Mordí mi labio nerviosa, evitaba tanto esta conversación que ya mi madre llegó a su límite de espera.

- Debo ir, ¿verdad? - pregunté deseosa de escuchar una respuesta negativa.

- Si. -replicó sin más.

Mierda.

Bufé frustrada, no quería hacer un berrinche frente a ella, pero me era imposible.

- No quiero ir sola... - murmuré avergonzada.

Mi madre me observa detenidamente con ternura, ella sabía todo de mi, sabía mis mayores miedos y ese era uno de esos: quedarme sola.

- No lo estarás... - sujetó mi mano. - ¿No te emociona conocer lo fue el mundo de tu madre? - preguntó con dulzura.

- Fue el mundo que me la quitó... realmente no quiero conocerlo. -me sinceré, el no haberla conocido era un dolor de todos los días, un dolor de querer lo que no tuve, un dolor de no tenerla.

Madre Anna suspira con pena, sabía que no era su culpa, pero, me daba miedo estar sin Anna.

- Hori... no puedo cuidarte para siempre, ya estoy vieja y si ellos regresan no creo poder aguantar una batalla más. - habló despacio.

Y era una verdad, Madre Anna jamás podría batallar de nuevo como lo hacía en sus tiempos de profesora, era mayor y se cansaba, realmente yo odiaba verla envejecer, solo el hecho de quedarme sin Anna, me destrozaba el corazón.

- Gracias.

Solo eso pude decir, sentía mis ojos picar, no quería llorar, pero... pensar que algún día estaré sin Madre Anna, me aterraba. Miro a mi madre con cautela y ella me sonríe, esas sonrisas que te quitan el peso de la espalda por unos momentos.

- Sabes que para mi siempre serás mi hija, sólo que ya soy una anciana y quiero asegurarme que puedas defenderte en este peligroso mundo de Jujutsu. - y tenía razón, el mundo era turbio y las personas malas existían, solo deseaba que no fueran más que las buenas.

- Iré por ti, madre Anna. -respondí con certeza. Por más que tuviera temor, no debía dejar que me dominara. Tenía que hacerme valer por mí misma. - ¿Cuándo debo irme? Quisiera despedirme de mis amigos.

Mis amigos de la ciudad, eran grandiosos, siempre eran buenos conmigo y despedirme de ellos era lo que tenía que hacer.

- Mi pequeña Hori, debes partir en seis meses, solo quería decírtelo desde ya. Sé que te irá muy bien, yo no podré ir contigo recuerda que para el consejo soy una expatriada aunque ya hayan pasado casi veinte años.

Hori   ホリ| Satoru Gojo 五条悟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora