III. If I were a boy.

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Octubre 30 [10 años atrás].

Los martes no eran mis días favoritos, pues volvía a casa más temprano de lo usual y regresar a casa nunca era una opción, menos ahora.

Faltaban menos de veinticuatro horas para el cumpleaños de Poché y mi madre aún no volvía a la ciudad, odiaba eso de ella: su capacidad por abandonar, abrir sus alas y volar lejos de mí. La casa estaba sola, completamente, mi presencia ahí se sentía pequeña, el auto no se había movido por días y aunque las llaves aún estaban en la mesita de la entrada, tenía miedo de montarme y andar en él.

Los martes no eran mis días favoritos, puesto que todas mis clases eran con María José, y aunque al inicio del ciclo escolar decidimos que seríamos excelentes compañeras de equipo, ahora nos limitamos a dividir el trabajo, ella lo enviaba a casa con Morgan o yo lo enviaba a su casa, con Morgan.

-Entonces mañana queda el examen...- el profesor de física avisó, me había perdido toda la plática antes de eso, probablemente los chicos habían intentado convencerlo nuevamente de no poner algún examen, pero ahora teníamos las consecuencias. -Será de dos parciales, el anterior y este.

Los quejidos de todo el grupo resonaron por el aula, miré a Isabella y Sophie abrazarse dramáticamente y "llorar".

Yo estaba tranquila.

Luego de que la clase terminara levanté mis cosas del pupitre y caminé hacia la salida. -¿Por qué estás tan tranquila?- Bella preguntó.

-Recuerdo los temas, sólo es cuestión de leer un poco y estaré lista...

-¿Podemos estudiar en tu casa?

La verdad es que la compañía siempre era bienvenida. Asentí.

Luego de un par de horas más, agradecí al cielo volver a casa; contradictorio, lo sé. Pero quería alejarme de todos.

-¡Estoy en casa!- grité apenas cerré la puerta detrás de mí, sabía que nadie me esperaba. -¿Que voy a almorzar hoy?- me pregunté apenas tiré la mochila en la entrada. Me deshice de los converse y caminé hasta la cocina, luego de un intento (casi) fallido de preparar una ensalada. Terminé comiendo sentada en la isla de la cocina leyendo un par de chismes en Twitter.

Durante los últimos 15 días, mi vida consistía en la misma aburrida rutina, dónde al final terminaba pensando en mí escasa experiencia amorosa y sexual. Ni siquiera había podido sacar de mi cabeza el tonto roce de labios con María José.

El timbre sonó cuatro horas después, justo cuando me colocaba unos shorts de licra.

Alicia Keys cantaba a través los altavoces, las chicas hablaban de todo, excepto del examen que tendríamos que presentar a la mañana siguiente. Mi madre llamó solo para avisar que llegaría a la ciudad hasta el 2 de noviembre, por alguna razón aquello me tranquilizaba.

-Hacen falta cosas para hacer el almuerzo.- Poché notificó.

-Podemos ir al supermercado, Calle tiene auto disponible.- Bella sonrió antes de caminar hasta donde yo estaba y rodear mi cuello desde atrás.

-No se conducir... Podemos pedir delivery con pizza, sushi o lo que sea que se les antoje.- sugerí. Las chicas sonrieron antes de comenzar a discutir que es lo que podíamos almorzar.

Al final, teníamos una caja de pizza mexicana, dos rollos de sushi y comida china. Las chicas seguían hablando de chicos, besos de lengua y sexo oral, toda la atención estaba puesta en Sophie, quién contaba la graciosa anécdota con el miembro torcido de su novio.

Cada que mencionaba cómo aquel miembro entraba en su boca mi rostro hacia una mueva de asco.

-¿Pueden dejar de hablar eso?- alcé la voz, pero ellas me ignoraron.

I still don't forget you: Calle & Poché Donde viven las historias. Descúbrelo ahora