Narra Poché.
Alguna vez leí por ahí, que existen distintos escritores que describen las historias de amor de una forma peculiar. Es algo así como una montaña rusa, dónde los puntos altos son aquellos llenos de tristeza y los bajos, dónde aprendes, te reprendes y arrepientes de todo el daño que causas o te causan, los momentos bajos suelen ser o muy cortos o muy largos, dependiendo de lo que el escritor tiene para enseñar o transmitir a sus lectores.
Y quizás ahora, esa era una excelente comparación de la forma en que ellos escriben a lo que es la vida real, pues, para poder experimentar la felicidad tienes que pasar por la tristeza que caracteriza a las desgracias, aunque a veces, algunas personas no salen de aquella oscuridad.Y yo no quería salir.
Daniela Calle, mi preciosa Daniela. La madre de mis hijos, la persona que me hizo feliz y sin duda, aquella a la que dañé como una planta olvidada en un jardín, dónde, su dueño no supo apreciar la belleza de aquél y prefirió seguir comprando más plantas para llenarlas de cariño. Mi Daniela Calle, la persona que le dió la vida a Antonia Calle-Garzón, que amó Salomé incluso cuando mis errores del pasado la trajeron a la vida, a nuestro lado. Y aquella que mantuvo a nuestro último hijo, Nicolás, dentro de su vientre a escondidas de mí.
Su rostro pálido, labios resecos y aquella paz en la que se encontraba sumida era algo que me rompía. Porque habían pasado tres horas desde su accidente y yo ya me sentía perdida en un horrible mundo terrenal. Sabía que ella no quería estar conectada a esas máquinas, así que acepté que el doctor sacara la desconectara y sacara a Nicolás de su vientre.
La miré con atención. Estaba muy dañada, pero aún así era linda. Seguía siendo la misma Calle que conocí en mi adolescencia.
Pasaron siete meses, siete tortuosos meses entre lágrimas, preguntas por parte de mis hijas y visitas al cementerio.
Todas las noches, hablaba con nuestras dos hijas, había renunciado a mi trabajo para estar al pendiente de ellas y de Nicolás, hablaba con ellas, contándoles todos aquellos sueños que Daniela y yo teníamos, les pedía perdón y también les hacía saber que, a pesar de lo difícil que estaba siendo para mí el vivir sin ella, lo intentaría por ellos tres, porque ellos merecían vivir una mejor vida que nosotras, merecían vivir su amor adolescente, merecían cometer errores y aprender de ellos, ellos merecían, simplemente, experimentar.
Mi promesa se pactó una madrugada del 8 de febrero, cuando el pequeño ser fue presentado al exterior y el corazón de Daniela se detuvo finalmente.
Poco después los meses se convirtieron en un año, y nuevamente mientras celebraba el primer año de Nicolás también lloraba la muerte de Daniela Calle y Sam.
'Unas por otras' decían por ahí.
–Mami, ¿podemos ir a la librería?– Antonia entró a la pequeña oficina.
–Sí... Sólo que tengo que cambiar a Sally...
–Ya lo hice yo. ¡Salomé Calle Garzón!– gritó la niña mayor.
Salomé entró a la habitación vistiendo de forma muy graciosa. –Cariño, Sally no puede salir así a la calle.
Luego de cambiar a Salomé, salimos, era difícil mantener a tres niños a raya. El camino en el auto fue lleno de risas y conversaciones sin mucho sentido, la librería estaba medio vacía, sólo una castaña con cuatro niños. Un niño de unos siete años, una niña de casi doce, una niña que parecía tener la edad de Sally y un bebé.
Nicolás se soltó de la mano de Antonia y caminó hasta el niño más grande. Lo observó con atención y luego se alejó.
–Mamá, llevaré este.– la niña de casi doce habló y llamó la atención de Antonia.
–Mami, yo también lo quiero.– Susurró mi hija.
–Ni siquiera sabes de qué es eso, Tony.
–No importa, mira... Este tiene por nombre "el libro de las fantasías.
–Hija, es el que tienes en casa. Sólo que es la versión extendida.
–Pero mami...
–Bien, Tony. Lleva ese, pero elige algo más.
–¡Oh, disculpa!– dijo la mujer, quién había chocado conmigo.
–No te preocupes...
–Dania, soy Dania.– extendió su mano.
–María José, un gusto.– sonreí suavemente. –Es muy lindo tu hijo.– señalé al pequeño antes de tocar su mejilla.
–Gracias... Tus hijos también son lindos. Se parecen a ti.– halagó. –Y nuevamente lo siento, estar aquí sin mi esposa es un caos, es la que los mantiene a raya... ¡Emma, busca a Hannah!
–Mami, Nico volvió a meterse entre los estantes.– Sally avisó.
–Bien, Dania... Suerte con tus hijos, los míos me necesitan.
Y me alejé.
Bien, ser madre soltera no era lo mejor, era muy difícil; pero seguiría esforzándome día con día.
Fin.
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I still don't forget you: Calle & Poché
FanficRESUBIDA SIN MODIFICACIONES. [Historia Corta // Capítulos Cortos] Es bien sabido que a veces, presentimos que las cosas están por terminar, o por lo menos, que las cosas están cambiando. -María José Garzón...- susurré sintiendo un nudo en la gargan...