En el amor todo lo vale

Prólogo

Cuando sus ojos platas se cruzan con los negros de ese chico sentía llamas en su bajo vientre, sus ojos no podían evitar mirarlo de arriba a abajo deleitándose con su cuerpo, para lego volver a mirarlo a los ojos de vuelta, ella sabía que era lo mismo que a él le pasaba con ella, y eso en cierto modo le gustaba, le encantaba la manera en la que la miraba, como sus pupilas parecía que se dilataban al verla, como si fuera una droga que lo extasiaba, y eso a ella le encantaba, le hacía sentir deseada, como si fuera la única que supiera ponerlo en aquel estado de extasis y placer con solo una mirada, sin embargo estaba segura que eso sólo le pasaba con él, porque cuando miraba a su novio lo único que sentía era ternura, su corazón se aceleraba como si hubiera hecho una maratón de 10 km, el amor que ella sentía por su novio era puro, casi mágico, sin embargo, lo que sentía por el moreno no sabía definirlo con exactitud, ese calor, ese ansia y ese deseo de ser acorralada por él era algo que no tenía ni palabras para definir, sin embargo, el amor era mucho más fuerte que el deseo ¿No?
El chico se sentía poderoso, extasiado cada vez que cruzaban miradas, podía sentir como el deseo lo llenaba tanto como a ella, no podía creer que la pura e inocente chica pudiera devestirlo con la mirada de tal manera, podía ver su enorme sonrojo cada vez quecse cruzaban, podía sentir como un gran calor se alojaba en él pidiéndole con todas sus fuerzas que la raptara y la hiciera suya en ese mismo momento, y lo hubiera hecho, si no fuera por que ella, era la novia de su mejor amigo, y ella también tenía el mismo dilema, él era novio de su mejor amiga, lo único bueno es que ese deseo sólo lo sabían ellos dos, y no había ni siquiera valentía para confersarselo mutuamente, por miedo a perder a su respectiva pareja, el quería a su novia, la quería mas que a nada, y no pedía más, si solo nunca hubiera cruzado su mirada con ella no habría existido nunca este deseo, sin embargo no se arrepentía de este deseo que lo calaba hondo, nunca se arrepentiría, porque él lo notaba ese deseo sólo lo sentía con él y con nadie más.