Gorou estaba confundido, tan confundido que golpearía a Itto y Scara con tal de saber que carajos sucedía con ellos y su manía de no dejar que se junte con el chico que le gustaba.
¡Por supuesto que los golpearía si no le explicaban que sucedía!
Por si fuera poco, Kazuha ya no lo invitaba a salir, ¿Será que esos dos con complejo de papás celosos lo habían amenazado?
Sintió escalofríos de solo pensar eso.
Pero eso también podría explicar su extraño comportamiento en la última salida que tuvieron.
― ¡Señorita Kokomi! Justo estaba pensando en buscarla, ¿Puedo hacerle una pregunta? ― Gorou se veía levemente incómodo, ni siquiera sé atrevía a mirar a su maestra a los ojos.
La mayor confundida, simplemente asintió a su petición ― Claro, ¿Qué quieres preguntar? ―
― Es sobre Kazuha, también sobre Itto y Scara... ― suspiró fastidiado. No sabía como abordar esa estúpida cuestión.
―¿Gorou, todo bien con ellos? - Kokomi se veía genuinamente preocupada por su estudiante.
— En teoría, todo debería estar bien... Pero no lo sé realmente. Hace como un mes empezaron a actuar demasiado raro, siempre me alejan de Kazuha, hablan mal de él... Bueno, solo Scara lo hace, pero entiende el punto. ¿No? — Dijo finalmente, debía de tener más confianza en su maestra, ella siempre sabía que hacer.
Kokomi se acercó al menor y le sonrió, una forma de expresar que comprendía el como se sentía. — ¿No fue hace un mes que confesaste que Kazuha te gustaba? Verás, puede que estén intimidados por el pobre, después de todo. Las personas siempre piensan que cuando alguien empieza una relación se olvida de sus amigos. —
El otro se quejó ― ¡Pero eso no les da derecho a arruinarlo! No es justo, a ellos probablemente les llegue a gustar una chica, o tal vez un chico, no lo sé y no me importa. El punto. Yo no sería capaz de hacer algo para que su relación termine o algo parecido, ellos deberían entender que también tengo mi vida. ―
La chica asintió ― Y tienes razón, Gorou. ¿Por qué no les has dicho como te hace sentir eso? Así como lo acabas de hacer ahora. — cuestionó la joven maestra.
— ¡Tiene miedo! — Se burló Sayu, quien comía con una cuchara de madera un Danonino que le habían regalado los maestros de 6 semestre.
— Calla, enana. Al menos yo soy alto. —
— ¡Ja! Literalmente tienes la estatura promedio de una persona de tu edad. Yo en cambio, tengo 11 y aún me queda mucho por crecer — gruñó enojada.
— Sigue soñando, Sayu. —
— Al menos yo no ando llorando por amor, gay. —
Gorou suspiró y se alejo del lugar, de verdad el amor lo estaba poniendo pendejo.
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