[Cancelada] Una concubina sin igual jura por su único señor

Capítulo 07 - Desviaciones de Qi y té

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Xiyan-jie le confió todo su poder. Sus contactos, su energía espiritual, sus conocimientos y su fuerza. Se lleva las rodillas al pecho y siente que su túnica se humedece en los muslos. Xiyan-jie ya no está aquí para frotarle la espalda o acariciarle la cabeza. Se ha despertado con su simple lazo en el brazo y sin su calor a su lado. Sabía que ella no volvería nunca, siempre se había aferrado a su cinta, sin importar lo fea que fuera. Era chillón y no le sentaba nada bien. Sin embargo, ella siempre lo atesoró.  

Él también lo atesoraría, su último recuerdo de la mujer, su maestra, aunque nunca se tomaron los ritos oficiales para ello. Miró a su derecha y ve a su Qi-ge durmiendo profundamente a su lado. Está atrapado con Qi-ge, el único que le queda. Debe protegerlo, no puede perderlo también. Por suerte, Xiyan-jie le ha dejado suficientes conocimientos para protegerlos a los dos. También le ha dejado el conocimiento de un par de contactos que podrían sacarlos del círculo de esclavos y devolverlos a sus hogares. Tal vez incluso pueda trabajar a las órdenes de Qi-ge cuando regresen. Ahora conoce las frases y los códigos de memoria. Sabe a quién debe decírselo y con quién no debe hablar nunca. Así que cuando llegan a la principal casa de distribución de la familia Qiu, en la frontera de Huan Hua y el Palacio del Este, sabe que debe pasar lo más desapercibido posible. No puede llamar la atención de Qiu Jianluo. Si lo hace, tendrá que luchar y ser entrenado aquí durante muchos años. Después de todo, el único contacto que tiene aquí es ese bastardo de Wu Yanzi. Debería intentar no quedarse mucho tiempo en el centro de distribución principal, ya se lo ha advertido su Xiyan-jie muchas veces. 

La gente mueve los carruajes, y lentamente, uno por uno, son arrastrados fuera del carruaje y  echados dentro de las jaulas. La gente se grita, algunos llevan látigos y espadas a su lado. Shen Jiu toma la mano de Yue Qingyuan entre las suyas, y los dos caminan por el recinto. Intenta colarse en una de las jaulas, sin importarle a dónde vayan mientras salgan del recinto pronto y juntos. Puede oír a su Qi-ge discutir y susurrarle que deberían ir a ayudar a alguien, pero lo ignora. ¿Cómo podrían ayudar a otras personas, cuando ellos estaban luchando igual de mal? Sin embargo, este razonamiento no es aceptado por su justo Qi-ge. Qi-ge se libera de su agarre e intenta detener a uno de los hombres que está azotando a dos niños en una jaula. Shen Jiu le persigue, manteniendo los ojos y la cabeza bajos. Al hacerlo, pierde de vista a su Qi-ge. Mira frenéticamente, sus ojos van de un lado a otro tratando de localizarlo. Cuando lo encuentra, hay otra persona que sujeta a su Qi-ge por el cuello. 

Aborda al hombre, dándole una patada en el costado. Su Qi-ge cae al suelo, jadeando. Intenta agarrar a Qi-ge y huir, pero el hombre le tira del cabello hacia atrás.

"Insolen-..." El hombre se detiene mientras va de un lado a otro de Qi-ge hacia él. Cuando Shen Jiu se encuentra con los ojos del hombre, siente que el corazón se le cae en el pecho. Qiu Jianluo está de pie ante él. 

Qiu Jianluo se ríe: "Vaya, si son Shen Jiu y Yue Qi".  

De repente, Qiu Jianluo le da una patada en la espalda haciendo que Shen Jiu caiga al suelo de bruces. El joven maestro se ríe fríamente, con una sonrisa aterradora en su rostro. "Si hubiera sabido que iban a estar aquí, habría preparado un ambiente más acogedor...".

Shen Jiu se tapa la nariz, que está llena de sangre y polvo. Deja caer su mirada al suelo: "Perdóneme, joven maestro. No sabía que eras tú".

Qiu Jianluo frunce el ceño y dice: "¿No lo sabías? ¡No lo sabías y aún así te atreviste a provocarme!".

Vuelve a abofetear a Shen Jiu en el suelo con una mano. Shen Jiu hace un ruido sordo mientras dos chorros de sangre fluyen hacia su barbilla. Aun así, es mejor yo que Qi-ge. Qiu Jianluo parece obtener un inmenso placer al hacer esto, y disfruta mucho abofeteándolo como si jugara con una pelota. Estaba acostumbrado a esa actitud, incluso cuando su madre había tratado de resguardarlo de sus hermanos legítimos había soportado el dolor. Ahora no era diferente.