Mingyu jamás se atrevió a morderlo; le había asegurado a Seungkwan que, en caso de que algo malo sucediera, no podría perdonarse jamás de ser el causante del mal estado del omega.
Y aunque Seungkwan en aquel entonces moría de ganas por ser marcado, estuvo de acuerdo a regañadientes.
La mordida era algo que, con el paso del tiempo, había perdido casi por completo su relevancia en la sociedad. Había quienes incluso la consideraban algo burdo e innecesario.
Pero ahora, estando frente a Lee Chan, ese joven de cabellos castaños que sostiene a su hijo menor entre sus brazos y juega con él con dulzura, la curvatura del cuello de Seungkwan pica insistentemente.
Se trata de una sensación extraña, parecida a aquello que sentía estado a un lado de Mingyu.
Pero Chan no era Mingyu, ni mucho menos. Simplemente era un alfa más, uno que cuidaba a Junhui como su propio hijo y que olía maravillosamente a café helado, de ese mismo tipo que a Seungkwan le encantaba, especialmente por las mañanas antes de un agotar día de trabajo. ¿Ese siquiera era un aroma?
—Apreciaría mucho si me devolvieras a mi hijo —dice el rubio y, cuando Chan pone a Jun en el piso, el niño aferra con toda su fuerza a la pierna de su maestro.
—Lo estoy intentando —murmura Chan tratando de despegarse de los delgados brazos del pequeño.
Por algún motivo, lograr hacer que Jun quisiera salir de la escuela estaba resultando una tarea extremadamente complicada; también era una situación algo extraña, porque por lo general el niño moría de ganas por regresar a casa con su papá y su hermano.
—Junhui, no tengo tiempo para esto —reprocha Seungkwan cruzándose de brazos —. Chaeryeong se irá temprano hoy y deberemos recoger a tu hermano de su terapia, ¿lo quieres dejar esperando solo?
Jun parece pensárselo un momento. —Mmm, sí —termina contestando, y Chan se aguanta una carcajada por la actitud del infante.
De alguna manera Seungkwan atribuía ese comportamiento a la encantadora actitud de su maestro.
No es que él pensara que Chan era encantador, para nada, solamente que el chico era bueno con los niños.
—¡Jun!, en verdad me estoy cansando de tu comportamiento —continúa Seungkwan.
Junhui por primera vez flaquea en su agarre, y Chan no pierde la oportunidad para despegarse del niño, recargando su mano sobre el pequeño pecho de Jun para evitar que regrese a su ataque.
Seungkwan sonríe cuando observa el triunfo. Al menos lo hace hasta que otro chiquillo, quizá de la misma edad que Chan, con un gafete pintando el nombre de Seokmin, saluda a Chan desde un par de salones delante y Chan le devuelve el saludo, porque es ahí cuando Jun aprovecha aquella oportunidad y escapa del agarre sobre su pecho para volverse a aferrar a la pierna del castaño.
—Uh, no debí hacer eso —pucherea Chan, y por un milisegundo Seungkwan piensa que se ve adorable.
—Jun, si no sueltas a tu maestro a la cuenta de tres, estarás castigado por dos días —advierte el rubio.
Junhui se muerde el labio y voltea hacia arriba, haciéndole un puchero a su maestro.
—Un poco drástico, ¿no lo crees? —se burla Chan, y Seungkwan vacila, porque últimamente se cuestiona siempre cómo era que Mingyu lograba controlar a sus dos hijos con nada más que tiernas sonrisas y palabras cariñosas. —Junnie, mañana nos veremos —asegura el castaño, acariciando la cabeza del niño —. Te prometo que no desapareceré, podremos jugar otra vez, si es lo que deseas. Pero si te quedas pegado a mi todo este día, entonces mañana no nos podremos ver, porque ambos necesitamos descansar.
—¿De verdad seguirás aquí? —indaga el menor, así como quien no quiere la cosa.
Chan asiente y Jun comienza a aligerar su agarre. Termina soltando a Chan y va por propia voluntad directo hacia la mano extendida que le ofrece su padre.
Seungkwan se aclara la garganta antes de hablar. —Bueno, eso. Gracias.
Chan sonríe sin poder evitarlo. —Claro. Siempre prefiero buscar alternativas a los castigos, y las advertencias parecen ser una buena opción —dice, y Seungkwan agacha la cabeza cuando sus mejillas se comienzan a sentir calientes, pensando que quizá está siendo un mal padre. —Lo estás haciendo bien —alcanza a escuchar a Chan decir suavemente. Ignora el motivo exacto por el que las ha dicho (quizá Seungkwan había hablado en voz alta sin notarlo) y, aunque no está seguro de la causa, aquellas palabras lo reconfortan.
Antes de alejarse de la escuela, Seungkwan voltea una vez más. Chan aún lo mira, sonriendo, a un lado de aquel otro chico que saludó de lejos hace un rato.
Entonces el rubio da un paso, tratando de volver e intercambiar un par de palabras más con aquel alfa. Pero termina vacilando y pronto regresa a su camino, llevando a su hijo de la mano.
¿En serio pensaba agradecerle por ser tan considerado? No. Se supone que aquel era su trabajo... o algo así, ¿cierto?
espero q tengan una buena semana
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cinnamon / chankwan
Fanfiction⚘ Donde el alfa de Lee Chan queda maravillado ante el aroma a canela de Boo Seungkwan, quien resulta ser el peor omega para enamorarse. ♡ [Chankwan; Chan + Seungkwan] ♡ [Seoksol] ꕤ Omegaverse ☆ Seventeen ☆ septiembre, 2021 - diciembre, 2022