Un Martini a tu salud

207 21 13
                                    

-T-

No hay nadie interesante esta noche.

Suspirando, recargo mi mejilla derecha de mi puño, apoyándome perezosamente sobre la barra de caoba del bar exclusivo en el que me encuentro. Uno de los mejores en Detroit.

No es divertido si no encuentro presas con las cuales divertirme.

El barman me lanza una mirada contemplativa, casi puedo ver los engranajes de su cerebro maquinando una ingeniosa forma de captar mi atención y quizá conseguir un polvo fácil.

Porque, claro, yo tengo toda la pinta de un chico fácil. De seguro.

Sin mis lentes de montura negra sobre mis ojos zafiros, remplazados por unas lentillas transparentes, con el cabello perfectamente peinado, una camisa entallada azul marino, cuyo primer botón está tentadoramente abierto, dejando a la vista de quien desee apreciar el inicio de la blanca piel de mi pecho lampiño y que casi ruega por ser acariciada, besada, marcada; pantalones a la cadera negros, que realzan a la perfección mi trasero y mis largas piernas, los zapatos a juego y un reloj plateado adornado mi muñeca derecha.

Fácil tu hermano, cariño.

Le sonrío al hombre, demasiado viejo para mi gusto de todos modos. Debe tener unos cuarenta, aunque es apuesto. Su piel es tostada, largo cabello castaño amarrado en una coleta alta y ojos azules.

De nuevo, demasiado viejo.

El señor toma mi sonrisa como una invitación, pero antes de que pueda decirme alguna de las estupideces del libro que todos usan, hablo.

-Deme un Martini, por favor, mi estúpido novio va a tardar en llegar.

La sonrisa en su rostro decae y me río tan fuerte en mi interior que casi tiemblo.

Amo ver los rostros decepcionados que puedo causar con solo un par de palabras aparentemente amables. Siempre he tenido la lengua afilada, pero cuido bien a quién mostrarle la peor de mis facetas. Aunque no es como si tuviera demasiadas amistades.

Definitivamente no tengo novio.

No tengo desde la universidad, que terminé hace ya un par de años. Mi última relación auténtica fue durante mi segundo año. Él un año menor y tan infantil que la diferencia parecía de, como mínimo, cinco. Él se portaba como un bebé y yo, casi como su madre. Duramos medio año y nunca pasamos de segunda base, no porque no lo deseáramos, sino porque nunca se dio la oportunidad.

Seguimos siendo amigos y en contacto.

Josh Devine es, de hecho, una de las pocas personas a las que considero de ese modo. Un amigo. Además de él, están Liam Payne que ocupa el primer puesto, siendo mi mejor amigo desde que yo tenía diecinueve y él dieciséis, hasta la fecha en que pronto cumpliré veinticinco y el tiene veintiuno, y continuará siendo de ese modo hasta... bueno, con suerte hasta mi muerte, porque Liam definitivamente no se va a ir primero.

También esta Louis, mejor amigo de la infancia y Zayn, con quien está casado y, claro, comparten apellido, tienen hijas y todo, unas trillizas que se van por los siete años ya. Me llaman "tío Niall", son bastante adorables, y por alguna razón, Louis dice que me admiran.

No es como si no hubieran más artistas en el mundo. Solo porque toco el piano y algunos instrumentos mas cuando no estoy diseñando, las cuales son dos de las actividades en las que empleo básicamente todo mi tiempo cuando no estoy en uno de estos antros buscando un juguete o gimiendo en una habitación de hotel de lujo tras haberlo encontrado.

Tengo un estilo de vida sencillo y siempre lo he preferido de ese modo.

Para cuando me doy cuenta, ya me he acabado el martini.

Parpadeo y frunzo el ceño hacia la bonita copa vacía frente a mis ojos, haciendo un puchero como si de aquel modo, mágicamente, más líquido fuese a aparecer de la nada.

-Un Martini, por favor -una voz con un agradable acento británico se escucha a mi costado y giro sin disimulo, curioso- y otro para el joven a mi lado -agrega y enarco una ceja ante el uso de la palabra "joven"

-Gracias -pronuncio-, pero puedo pagar por mis propios tragos.

-No recuerdo haber insinuado lo contrario -el hombre sentado a mi lado sonríe; sus dientes son tan blancos que es imposible apartar la mirada, acompañados además con unos lindos hoyuelos a los lados, tiene unos ojos verdes preciosos, su cabello rizado con un color chocolate bastante lindo. Lleva el cabello corto y le sienta más que bien- solo quiero hablar.

Chasqueo la lengua.

-Claro -le sonrío cínicamente- y yo nací ayer -me pongo de pie-, gracias, cariño, pero voy a pasar -le sonrío una última vez y me abro paso hacia la pista de baile.

No pienso irme sin un juguete para esta noche.

Much Older, Much Better n.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora