Terquedad

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15 de septiembre de 2027

El dolor le subió por todo el cuerpo apenas despertó. Y temió lo peor. No sabia que tan malo podía ser, pero al menos estaba viva, ¿Qué clase de vida llevaría? No lo sabía, y realmente esperaba que Henry hubiese hecho todo lo posible y haya salvado su pasión. No abrió los ojos, pero movió sus pies. Los sintió, se tocó uno con el otro, y la sensibilidad estaba allí. Al menos no había perdido la movilidad ni la sensibilidad de los pies.

Se quejó cuando movió las piernas, pero el dolor era mucho menor que cuando llegó allí. Pudo hacerlo. Un leve movimiento, pero pudo hacerlo. No todo estaba perdido. Intentó acomodarse, aun con los ojos cerrados.

-No debes moverte- conocía esa voz, y ni siquiera tenía que abrir los ojos. Frio como un tempano de hielo. Solo había una persona que usaría ese tono con ella. Stephen Black. Se forzó a abrir los ojos y verlo con rabia, ¿Qué hacía ahí?

- ¿Qué haces aquí? - preguntó mordaz, aunque sintiendo la boca seca. Stephen le dio la clásica mirada gélida. Sus ojos grises como el humo le miraban sin mayor expresión. Dio dos pasos, y se acercó a la mesa, tomó un vaso con una bombilla.

-Toma agua- ordenó, acercándole la bombilla a la boca. Sarah realmente quería rechazar su ayuda, ¿podía estar más humillada?, pero la sed que sentía, le hizo que bebiera un largo sorbo- no puedo arreglar tu cama, porque no sé si es correcto- dijo Stephen quitándole el vaso para que dejara de beber- Henry debe estar por llegar.

-¿Qué hora es?- preguntó finalmente, aun viéndole con el ceño fruncido-y además, ¿Qué haces aquí? hace años dejé de ser una niña, ya no soy paciente pediátrica- gruñó en su dirección. Stephen frunció los labios y rodó los ojos. Obviamente estaba mejor, si lo que le importaba era que él estuviera invadiendo su espacio.

-Un cuarto para las siete de la mañana del miércoles 15 de septiembre- dijo él, situándola, aun así, pasó su varita por sobre ella, a pesar de su ceño fruncido- Henry terminó agotado ayer después de tu operación- explicó el chico- y yo tenía que hacer guardia en urgencia.

-repito, ¿Qué haces aquí entonces? - la rubia se cruzó de brazos, y una mueca de dolor cruzó su cara.

-No eres paciente pediátrica- admitió- pero sigues siendo mi paciente, la clínica es mía, y soy el subdirector- pocas veces hacía alarde de su posición y realmente él sabía que no había tenido turno anoche, pero cuando estaba en casa, el sueño jamás llegó, y terminó trasladándose a la clínica. Y finalmente llegó a ese cuarto. Veló su sueño toda la noche, mientras mandaba a las enfermeras a ocuparse de otras cosas.

Stephen sabía que había dañado a Sarah, y él no tan en el fondo se odiaba por ello. Había roto a esa pequeña niña, por una promesa que hizo sin medir las consecuencias. Y a pesar de los años, su instinto de protección había surgido la noche en la que llegó accidentada. Realmente no sabía si era la culpa, la preocupación o el instinto protector que siempre había tenido por Sarah lo que le había motivado la noche anterior a llegar allí.

-Y hasta donde recuerdo, yo necesitaba un traumatólogo, no un pediatra- frunció el ceño- pagaré por los servicios de Henry, no por los tuyos- Stephen rodó los ojos con diversión. Al menos la Sarah contestadora seguía allí.

-Que bueno que estás despierta- Sarah desvió la mirada hasta la mujer que venia llegando. Llevaba unos pantalones de mezclilla y una blusa blanca, su cabello castaño caía en graciosos tirabuzones- estaba preocupada por ti, cariño.

-Madrina- murmuró la chica, una pequeña y apenada sonrisa apareció en los labios de la rubia- lamento haberte hecho venir- Hermione le sonrió abiertamente, y se acercó a ella.

✔✔SAUDADE||  SAGA ALMAS UNIDAS|| 3° LIBRO HEREDEROS|| TERCERA GENERACIÓN HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora