Cumpleaños

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14 de enero de 2028

Sarah seguía ensayando, a pesar de que Niklaus le había dejado el día libre. Él estaba preparando su salida de Gran Bretaña para volver a Rusia. Ese era su último día allí. Al día siguiente el traslador en el ministerio se activaría y lo llevaría directo a su tierra natal. Había hecho todo lo que podía por Sarah Müller, y ya bailaba como la diosa que era. Los malditos franceses ni notarán que te accidentaste. Había dicho la tarde anterior.

Era de noche. Sabia que debía estar preparando las maletas, pero realmente lo único que necesitaba era su pasaporte, y sus zapatillas de Ballet. Aun conservaba todas sus cosas en Rusia, y debía llevar solo un par de prendas. Un movimiento de varita y todo estaría en su lugar.

El timbre sonó, y dejó de bailar. Había estado ensayando con música menos clásica, y más expresiva. Niklaus le había acotado el día anterior que debía trabajar en la expresión de emociones. Él consideraba que aun podía transmitir más con su cuerpo. No era la primera vez que Sarah escuchaba algo como eso, pero había trabajado arduamente para que cada actuación transmitiera todo lo que tenía que transmitir. El timbre sonó de nuevo, Sarah supo que debía atender.

Aun no lograba entender como el tiempo había pasado tan rápido. Cómo es que Henry y Niklaus habían logrado que volviera a tener confianza en sus movimientos, en su propio cuerpo. Y allí había estado la tarde anterior, en el estudio de su casa familiar, ensayando vueltas en el aire, y había terminado de ensayar el giro en telas que casi le cuesta la carrera. Su mamá le había dicho que no se desharía del estudio. Esa siempre iba a ser su casa. Nada de lo que había allí cambiaría. Sarah lo agradeció. Ese estudio tenía el techo más alto que el de su departamento, por lo que Niklaus pudo lanzarla por los aires, y hacerla volar una vez más, sin temor a que se estrellara con el cielo.

El timbre sonó de nuevo, mientras ella tomaba una toalla para pasársela por la cara.

- ¡Merlín! - gruñó cuando estuvo en la puerta de la casa, abriéndola de un tirón de muy mala manera. No esperaba ver a Stephen tras la puerta. No lo había visto desde año nuevo. Y no esperaba verlo más- ¿Qué haces aquí? - preguntó la rubia clavando sus ojos verdes en los grises del medimago.

- ¿Puedo pasar? - preguntó él omitiendo el tono de voz empleado por Sarah. Sarah se hizo a un lado y lo dejó pasar. Cuando la mirada molesta de Stephen la recorrió de pies a cabeza, se acordó que estaba en mallas, con una ligera falda y un body. Estaba ensayando después de todo, ¿no?

-No recuerdo haberte invitado- dijo cruzándose de brazos, viendo al castaño que se encogió de hombros- ¿Qué haces aquí?

-Traje tus pociones, hoy tenias control, y al parecer lo olvidaste- lo último lo dijo a modo de regaño. Sarah se había olvidado por completo que Henry debía revisarla una última vez.

-Henry me matará- murmuró la chica tomando la bolsa de papel que Stephen traía en la mano- ¿dijo algo más?

-Dijo que bebieras una cada día por las siguientes tres semanas. Y que esperaba que tu recuperación estuviera bien- el chico se encogió de hombros- ¿por qué no vas a verlo el lunes? - Sarah hizo una mueca pequeña. Había decidido no contarle a nadie que iría a Rusia a entrenar antes de irse a Francia. Sólo a su mamá, su papá y Henry bajo secreto médico.

-Tengo otras cosas que hacer- fue lo que respondió- se me pasó la tarde entrenando.

-Eso puedo verlo- dijo Stephen, paseando su mirada por la chica, para luego llegar a sus ojos- y has olvidado que Mara te invitó esta noche, ¿no?

-Sé que mañana es tu cumpleaños- dijo la rubia, llevando las pociones- no lo he olvidado- murmuró- pero no encontré apropiado ir a tu fiesta de cumpleaños.

✔✔SAUDADE||  SAGA ALMAS UNIDAS|| 3° LIBRO HEREDEROS|| TERCERA GENERACIÓN HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora