Parte 4

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—Llegas tarde.

Cuando finalmente pasó el tercer río, Zetsu estaba esperándola, luciendo aburrido. Aparentemente su paso era demasiado lento.

Desde aquí, debes seguir río arriba.

Aparentemente, río arriba se transformaba en un valle, y el Valle de las Mentiras era una aldea construida en su centro. Sin embargo, aparentemente había sido destruida por Kakuzu y Hidan, y ahora era una explanada a gran escala.

Tardarás medio día desde aquí. El valle es bastante profundo, así que creo que lo entenderás cuando lo veas.

Nuestra guía acaba aquí. El resto es cosa tuya.

Ella había pensado que la acompañarían hasta el final, pero aparentemente se equivocaba.

—Acabaré rápido y volveré a Amegakure.

—… Eso espero

Mientras corría junto al río, el valle gradualmente se hizo más profundo. El viento soplaba a través del barranco, y a veces llevaba el agua del río. Se arremolinó y tocó la piel de Konan como niebla. Para Konan, que estaba acostumbrada a la lluvia que caía sin cesar, la hacia sentir más aliviada que los penetrantes rayos del sol.

También el bosque se espesaba más, y no había ni una sola presencia humana. Se preguntaba si había realmente gente en un lugar así.

—…

Las flores que había recogido en la base de la montaña ya estaban empezando a marchitarse. Bastante sorprendente es que aun tuvieran algo de olor. Cada vez que respiraba eso, recordaba el pasado.

Sus recuerdos estaban siempre bajo la lluvia, y Yahiko y Nagato estaban allí. Sin embargo, los recuerdos de cuando los tres podían reírse juntos desapareció con ese día determinante.

Ese día…

☯️

… El día que murió Yahiko.

Hanzō, el líder de Amegakure, había tratado de encargarse de Yahiko y los demás, que apuntaban a una paz que no confiaba en el poder militar y que habían reunido bastantes apoyos.

Y la razón por le había arrebatado la vida a Yahiko era Konan. Hanzō había capturado a Konan, y había usado su vida como material para su táctica. Le dijo a Nagato que si quería salvar a Konan, tenía que matar a Yahiko.

—¡¡Olvidadme, solo huid!!

Las palabras que había gritado mientras se empapaba bajo la lluvia; había pensando en ello desde el fondo de su corazón. Su vida no importaba, estaría bien siempre que ambos sobrevivieran.

Sin embargo, Konan no era el único que pensaba así.

Agarrando la mano de Nagato, que estaba temblando sosteniendo un kunai, Yahiko sacrificó su propia vida sin dudar.

Entonces, Yahiko murió.

Sin embargo, Konan pensó que Yahiko no era el único que había muerto ese día.

También Nagato, en ese día, en ese momento, había muerto. Había matado a su lado humano.

Nagato, que era más amable que nadie más, más sensible que cualquiera, y que intentó pelear arriesgando su vida, se había rendido de sus sueños y deseos, y se convirtió en “Dios”.

—El verdadero dolor en este mundo, en el que el odio brota alocadamente.

Los humanos eran animales idiotas que no aprendían. No había otra forma de entrenarlos aparte de con el dolor. Y así crearía una paz temporal: este era el sueño de Nagato.

Akatsuki Hiden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora