Cuando llego a mi casa, me encuentro a mi madre en la puerta esperándome con los brazos cruzados, y detrás a mi padre, aunque a él no le importan demasiado estos temas, sigue a mi madre a todos lados. Entró en la casa y dejo la mochila del instituto en el suelo, ya que no había vuelto desde ayer por la mañana.
- ¿Y bien?- dice mi madre visiblemente enfadada.
- ¿Y bien que?- digo intentando sonar casual, en lo que fracaso increíblemente porque estoy aterrada.
- ¿Vas a intentar justificar porque no cogiste mis llamadas y porque llevas desde ayer desaparecida o pasamos a la parte del sermón?
- Ya te lo dije mama, estaba con Lydia. Me quede a dormir allí anoche porque era muy tarde cuando acabamos de estudiar.
- ¿Y esta mañana?
- Me quede dormida y luego se me apagó el móvil. Cuando lo volví a encender, vi tus llamadas y me llamaste.
- ¡No puedes desaparecer así, Ashley! Estábamos preocupadísimos, y tu solo pensando en ti, como siempre.
- Mama, no estaba siendo egoísta, solo lo estaba pasando bien con una amiga.
- ¡Bueno, pero tus padres son más importantes que una amiga!- me grita mi madre, a lo que mi padre la sujeta.- ¡No volverás a salir con nadie!
- ¡Solo quiero ser normal, mama! ¡Llevo años sin ningún amigo porque nadie quería acercarse a mí por mi enfermedad de mierda! ¡Y cuando logro que me acepten en algún sitio lo arruinas!
- Ellos son mala influencia, Ashley.- dice mi madre con lagrimas en los ojos.
- No mama, ellos no los son.
Subo corriendo las escaleras y cierro la puerta de mi habitación, mientras oigo como mis padres discuten. Desde hace dos años, mis padres no paran de discutir. Como soy hija única, no lo llevo especialmente bien, teniendo en cuenta de que no hablan de querer divorciarse, al menos delante de mí. Me siento en la cama y me hago un ovillo. No puedo parar de pensar en lo que soy. No pertenezco a Scott y, según me han contado, a su manada. Ellos son hombres lobos, que tienen garras y fuerza sobrehumana. A mi solo me brillan los ojos por alguna razón que desconozco, oigo voces en mi cabeza que me vuelven loca y puedo mover cosas con la mente, que resulta poco útil sabiendo que no se controlarlo. Paso así varias horas, sin hacer nada pero con la mente ocupada. De repente, oigo un golpe seco en mi ventana, que da al exterior. Pretendo que no ha sido nada e intento volver a dormir, pero el ruido continua, varias veces. No vallas. No vallas. Corre. No salgas. Es lo único que puedo oír en mi cabeza. Pienso en llamar a mis padres, pero mi padre estará viendo la tele muy alto para oírme y mi madre se habrá ido a trabajar. Sin olvidar que mis padres no querían soportar mis gritos a mitad de la noche, por lo que decidieron insonorizar mi habitación esta vez, ya pasaron suficiente en la otra casa. Los golpes siguen, y las voces en mi cabeza no se van, pero aún así, me arriesgo y salgo a ver quién o qué es. En vez de encontrarme a un monstruo de dos metros dispuesto a matarme, me encuentro con un hombre de la edad de Derek en el porche. Es alto, corpulento y sus ojos son azules. Nos quedamos mirando bastante rato hasta que decido hablar.
- ¿Quién eres?- le susurro / grito.
- Debería preguntarte yo eso a ti.
- Bueno, estabas tirando piedras a mi casa, creo que puedo preguntar.- digo, mientras que las voces en mi cabeza poco a poco se van apagando.
- Buen punto, lo reconozco. Me toca, esta era mi casa y hasta hace poco estaba desabitada, luego estas pisando mi terreno.- contesta, como si encontrara esto divertido.
- Vale, me toca.- le digo siguiéndole el juego, a lo que levanta una ceja.- Tu fuiste el que empezaste a llamarme, o lo que fuera que estuvieras haciendo.
- Bien…- se queda un rato pensando hasta que vuelve a hablar.- Ganaste, soy Peter.- dice haciendo una reverencia exagerada.
- Soy Ashley.- digo sonriendo, haciendo caso omiso a las pocas voces que me continúan avisando de que no es bueno.
- ¿Me dejarías subir, hermosa princesa?- dice como si fuera Romeo y yo Julieta.
- No está en mis planes dejar subir a un extraño.
- No soy ningún extraño.- se queja haciéndose en ofendido, con una mano en el corazón.- Sabes mi nombre, y yo se el tuyo.
- Pero no te conozco.- digo riendo por su comportamiento anterior.
- Vamos, puedes conocerme. Solo dame una oportunidad.- dice poniendo cara de cachorrito.
No se porqué, pero lo invito a subir. Sin pensar en las consecuencias, abro la ventana para él. Pasamos toda la noche hablando, como si nos conociéramos de toda la vida. Las voces de vez en cuando aparecen, pero se vuelven a callar. Y por muy buena persona, amable, guapo y todo lo que pueda ser Peter Hale, se que las voces de mi cabeza acaban teniendo razón, aunque esta vez rece por que no.
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Trust the instinct
WerewolfBeacon Hills, un pueblo sencillo, pequeño, humilde y con habitantes pacíficos y tranquilos. Hace tres años, ocurrió lo inesperado. Hubo un misterioso asesinato de una joven. El cuerpo apareció en mitad del bosque con heridas propias de un lobo o alg...