Sentimientos

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Sentimientos.
No era un robot, obviamente los tenía, que no los demostrara era otra cosa; sin embargo…

No podía actuar frente a él.

Si bien era sarcástico con todos o simplemente bromeaba sobre el amor hacia todos, con él era diferente.

No sabía si aquellas palabras de amor eran realmente una broma.

“—Ey, Shigga, pásame el número de la dulcería de dónde te escapaste, dulzura. Quiero preguntarte cuántos iguales a ti hay”.

Si bien solo era una broma para todos, estaba seguro que Shigaraki no pensaba lo mismo.

“—¡Ya cállate!, Si le coqueteas a todo el mundo, ¡No me coquetees a mi!”.

Gritó con furia –a la par que rascaba con brusquedad su cuello–. Dejó caer la torre de cartas que hace momentos hacía, se llevó media hora de su valioso tiempo en ella, y fue desperdiciado gracias a un intento de piropo de parte del azabache y se va del lugar.

“—Ah… Dabi-Kun, enojaste al jefe”.

Agregó la rubia lanzando uno de sus cuchillos hacia un puntero que ella había hecho para practicar.

“—Pero es que el jefe es muy delicado. ¡Fuiste muy brusco, Dabi!”.

Aclaro con doble opinión el adulto.

“—Yo no fui, Shigaraki solo se la pasa enojado todo el tiempo”.

Aclaro con obviedad y burla.

Pero le dolía. Le dolió la brusca respuesta de que se callara, sonara estúpido pero le había dolido.

Con pesar en su corazón –e ignorando a los demás– se dirige hacia su desolada habitación.

Oye un ruido y entra, no sabe si la rata del otro día había vuelto, pero sus camisas estaban revueltas, otra vez.

“—Maldita sea”.

Gruñó viendo su ropa desdoblada.

Se dirige hacia la ropa y empieza a doblarla una vez más.

Escucha unos ruidos y voltea, solo logro ver cómo la puerta se cerraba otra vez.

Hace una mueca y vuelve a su ropa.

Ero todo estúpido, debería verificar más piropos para Shigga.
Era algo inconsciente ese pensamiento, trataba de ignorar todo sobre él, sin embargo, sentía que todo lo que le diera a él fuera único.

Porque él es único.

.
.
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Revisa su ropa una vez más con pereza.

—¡Ey, Shiggy, ¿Has visto mi ropa?!—aquella pregunta era algo común ahora entre ellos.

—En la mía—añadió sin despegar la vista de su juego.

—Siempre está ahí, no sé ni para que pregunto—bufa quejándose.

—Si te molesta, dime.

—No es molesto, ya es costumbre.

Ahora entendía los sentimientos.
Ya sabía porque cuando se hablaba de Shigaraki todo tenía que ser único, porque él era único.

Por eso las visitas al bar de mala muerte donde siempre se conseguía a alguien poco a poco cesaban hasta llegar a ninguna.
Por eso los piropos dejaban de ser para todos para ser solo de Shigga.
Por eso solo le coquetea descaradamente.

—Me alegra que te guste mi ropa, pero ahora deseo que me digas cuándo quieres utilizarla, tengo deseo de quitartela—guiña un ojo después de colocarse la camisa.

Estaba más concentrado en su juego, pero jamás ignoraba a Dabi. Sintió como sus mejillas se calentaban y un sonrojo aparecía en ellas.

—Eres un idiota—dicto.

El sentimiento del amor era algo estúpido y sin sentido, le das el poder de destruirte a otra persona, algo que para los villanos no tenía sentido, ellos destruyen, no tienen que destruirlos.

Amor. Ignorante amor. Odioso amor.

Le agradaba ese sentimiento. El sentimiento de amar.

Dejó esto aquí y me voy

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"Simplemente-DabiShiga"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora