Insomnia » SungTaro

TRES

El día estaba algo frío, Shotaro se encontraba saliendo de su salón después de que sonase la campana indicando el inicio del receso.

Se abrazó a sí mismo al sentir un viento helado colarse por su espalda, a pesar de llevar puesto el hoodie más calentito y abrigado que pudo encontrar en su armario, aun sentía frío.

—¿Tiene frío hyung? —Giró su cabeza al escuchar la voz de su menor. Con un asentimiento de cabeza respondió a su pregunta.

El menor al recibir una respuesta positiva atrajo a su mayor hasta su cuerpo, envolviéndolo en un abrazo.

—¿Así está mejor? —Preguntó con una sonrisa mirando al más bajo, observando sus mejillas teñidas de un suave carmesí.

—Mucho mejor, gracias Sunggie —Respondió a la sonrisa que le dedicaba el menor, sintiendo sus mejillas y orejas calientes, rezando para que SungChan pensara que era a causa del frío el, tenue -pero notable-, sonrojo que adornaba su pálida piel.

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Suspiró rendido, Maldito insomnio.

Levantándose de su muy cómoda cama, bajó hasta la cocina para seguir con la misma rutina que había adoptado desde hace unas pocas noches.

Subió con su vaso de leche tibia en mano sentándose en la silla de su escritorio, tomando un poco del envase.

Estuvo unos minutos observando a la nada, sumergido en sus pensamientos, cuando un tenue frío se coló por su espalda haciéndolo estremecer.

“—¿Así está mejor? —Preguntó con una sonrisa. ”

Una pequeña y cansada sonrisa se formó en su rostro acompañada por un tenue sonrojo.

Se acercó a su cama para tomar la frazada que yacía en ella para después cubrirse con esta, tomando una hoja y un lápiz empezó a escribir, como ya le era costumbre.

"Sabes, tu calidez en verdad es espectacular, no importa que tan frío esté el clima si estoy entre tus brazos todo se vuelve más cálido, SungChan ¿Podrías nunca separarme de tus brazos?"

Bostezando guardó todo de nuevo, dejando aquella hoja dentro de una linda caja que había decorado especialmente para éstas, aún con la frazada sobre sus hombros volvió a su cama acomodándose en el medio, siendo un pequeño ovillo debajo de aquella gran frazada, abrazó su almohada para terminar cayendo de a poco dormido.