DIEZ

338 42 4
                                    

Al día siguiente en la mañana, el menor estaba listo par ir a encarar al peli-gris y poder descubrir qué le pasaba.

Al llegar a la casa del mayor, buscó las llaves de repuesto que el mayor le había regalado anteriormente, observando la bonita rosa que yacía al lado de la puerta. Agarrando éstas abrió la puerta, cerrándola detrás de sí cuando ya se encontraba adentro.

No se molestó en tocar la puerta del lugar porque sabía que su mayor no le abriría. Dejó las llaves en la mesa de la sala para después dirigirse hacía las escaleras hasta la habitación del mayor.

Tocó suavemente la puerta tres veces, pero no se escuchaba nada. Con suavidad abrió la puerta adentrando su cabeza para ver la vacía habitación sin el rastro del mayor en ella. Entró por completo cerrando la puerta con lentitud detrás de sí observando la habitación que hace semanas no visitaba. Recorrió con su mirada las cuatro paredes, encontrando todo igual a cómo lo recordaba, a excepción de algo.

En el escritorio del japonés se encontraba una linda caja decorada con algunos stickers. Sin poder aguantar la curiosidad que picaba en sus manos, caminó hasta este tomando la pequeña caja entre sus manos.

La destapó con cuidado observando algunos dibujos y muchas notitas con la caligrafía del peli-gris. Tomó entre sus dedos una de estas al azar y la leyó. Sus mejillas se colorearon de un pequeño rosado al leer la nota, al parecer eran dirigidas hacía él.

Tomó entre sus manos la que parecía más reciente y sintiendo sus mejillas arder aún la leyó.

"Nunca pensé que amarte dolería tanto, te amo tanto que no me importaría poner tu felicidad sobre la mía con tal de ver aquella sonrisa plasmada en tu rostro que me hace sentir en las nubes y me deja apreciar las más bonitas galaxias que se encuentran en tus ojos. Pedí una señal y la tuve, es momento de dejarte ir para que seas feliz, aún si eso significa que no sea yo la causa de tu felicidad. Siempre te recordaré como el enamoramiento más bonito que tuve, como también el primer corazón roto, pero no importa cuanto tiempo pase, te seguiré amando con cada parte de mi ser. Porque puedo asegurar que te amo con locura, te amo Jung SungChan y siempre lo haré"

Sus ojos estaban cristalinos mientras su ser temblaba ligeramente, y la cálida sensación se adueñaba de su pecho instalándole una sonrisa tonta en su cara.

—¿SungChan?

La voz del peli-gris lo sobresaltó, volteó su cuerpo observando al mayor salir por la puerta del baño mientras lo veía con una expresión confusa.

El castaño iba a hablar hasta que los ojos del japonés se dirigieron a sus manos, volviéndose más pálido de lo que era. Sintió su cuerpo temblar de miedo y nervios, mientras su respiración fallaba y sus ojos se cristalizaban.

—Hyung, pensé que no estaba —Dijo algo nervioso, observando el estado en el que se encontraba el mayor.

Las ojeras que antes había notado ahora se veían más oscuras, y podía jurar que el peli-gris estaba más delgado que antes. Y su aura brillante estaba apagada. Aquello no le gustaba para nada.

—S-Sung, ¿Q-Qué tanto viste de la caja? —Preguntó el japonés sintiendo sus piernas fallarle, disimulando aquello mientras recargaba su peso en una de sus piernas.

—No mucho la verdad —Respondió el castaño con una pequeña sonrisa— Lo que escribiste, ¿E-Es cierto? —Su voz tembló un poco mientras la anticipación recorría todo su ser.

Ahí fue en donde el peli-gris entró en un pequeño pánico, pero ¿De qué servía negarlo? Ya no tenía nada que perder.

—Yo... —Pasó saliva intentando bajar el nudo en su garganta— Es cierto Sung, me g-gustas. Estoy enamorado de ti —Murmuró las últimas palabras con un hilo de voz, sintiéndose un poco aliviado de soltar aquello, aunque eso no disminuía los nervios que tenía y el tenue dolor en su pecho.

—Hyung, yo-

—No hace falta que diga algo, lo entiendo —Lo cortó antes de que siguiera hablando, no quería escuchar algo que seguro rompería un poco más su corazón— No puedes corresponderme, ya tiene a alguien, esa chica del otro día...

Sintió sus ojos volverse acuosos de nuevo con tan sólo recordar ese día de otra vez. No pasó mucho para que las saladas lágrimas bajaran por sus, ligeramente pecosas, mejillas.

La sonrisa del menor se borró de su cara, siendo reemplazada por una mueca de confusión mezclada con preocupación al ver al mayor llorar.

—¿Chica? ¿Qué chic-

Se cortó el mismo al comprender lo que el mayor había dicho. Quería golpearse por ser un idiota.

A paso lento se acercó hasta el peli-gris, tomando entre sus manos el húmedo rostro del mayor mientras le regalaba una pequeña sonrisa y secaba con sus pulgares las mejillas del peli-gris con suavidad.

—Esa chica es una vieja amiga, entró a mitad de semestre y no habíamos coincidido hasta hace una semana. Iba de camino a buscarte hasta que me crucé con ella en el pasillo, dijo que quería decirme algo importante, pero nunca pensé que iba a terminar declarándose y mucho menos que iba a besarme. Terminé rechazándola ya que alguien más ocupa mi corazón —Relató manteniendo su sonrisa en todo momento— ¿Sabes quién es esa persona, Taro hyung? —Preguntó ensanchando su sonrisa un poco más.

El japonés con algo de duda y miedo, negó despacio, un pequeño rayito de esperanza se instaló en su pecho, sintiéndose algo ansioso y temeroso de saber la respuesta.

El castaño acercó un poco su rostro al del mayor, rozando sutilmente sus narices. El aliento del menor chocó contra los rellenitos labios del peli-gris, quien se estremeció un poco por la cercanía.

—La persona que tiene mi corazón es un lindo chico pli-gris, es japonés y algo despistado, pero con un gran corazón y una hermosa personalidad, que desprende brillo por todos lados y es la persona más amable que conozco. También tiene una hermosa sonrisa con unos hoyuelos que lo hacen ver muy lindo ¿Sabe quién es, hyung? —Preguntó en un murmuro el menor viendo los brillantes ojos del rizado fijamente —Esa persona es la que mis ojos observan en este momento. Esa persona es usted, hyung.

El peli-gris sintió su corazón explotar mientras la felicidad corría por todo su ser. Una sonrisa algo temblorosa se instaló en sus labios mientras pequeñas lágrimas corrían de nuevo por sus mejillas, pero esta vez eran diferentes. Lloraba de felicidad.

—Desde hace tiempo caí en cuenta de que estaba enamorado de usted hyung, y leer aquellas notas causó un gran alivio en mi corazón.

—Sung... —Susurró el mayor, acercándose unos milímetros hacía el menor.

Siendo el castaño quien cortó aquella diminuta y casi inexistente distancia que los separaba para unir sus labios en un suave y tierno beso, uno que sabía a felicidad, y a mucho, mucho amor. Cuando la falta de oxígeno hizo acto de presencia se separaron escasamente. El castaño observaba al japonés con completa ternura en sus ojos mientras que el peli-gris no podía borrar aquella sonrisa, a pesar de tener su rostro cubierto de lágrimas.

—Pensé que te había perdido SungChan. Había estado tan distante últimamente y cuando lo vi ahí con esa chica, sentí mi corazón romperse en pedacitos —Murmuró el mayor algo cabizbajo.

Tomando el mentón del peli-gris para que lo mirara, el castaño levantó su rostro regalándole otra sonrisa.

—Nunca me perdería hyung, mi corazón le pertenece y eso nunca cambiará, ¿Me dejaría reparar el daño que hice? —El mayor asintió lentamente y con una sonrisa volvieron a unir sus labios en un dulce y tierno beso, tomándose el tiempo para saborear los labios adversos.

Al separarse nuevamente el mayor juntó sus frentes sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Te amo Shotaro.

—Yo también te amo SungChan.

Insomnia » SungTaro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora