1-El encuentro con el rey.

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El sonido de los grilletes me persigue mientras ando. Voy acompañada por tres hombres, cada uno más corpulento y más fuerte que el otro. El pasillo es largo y oscuro. La humedad se cuela por el pasillo que está hecho de barro. Ando por debajo de un gran castillo, El Castillo de Andar. Está construido en roca maciza a los pies de una gran montaña. Cuentas las leyendas de él muchas cosas, pero ninguna tan novedosa como la que está ocurriendo. Asciendo por unas escaleras hasta encontrarme con una gran puerta de hierro. Uno de los guardias, el más grande, empujo la puerta. Daba a un gran salón de piedra muy luminoso. Me empujaron al interior y caí sobre un macizo suelo de mármol que me hirió las rodillas.

-Levanta- Me ordeno uno de los guardias.

Al ver que no le hacía caso me agarro por el cuello y me levanto. Pude ver que en el centro del salón había un gran trono dorado, y en él sentado estaba el rey. Tenía la mirada fría y oscura posada en mí. Cuando los guardias me pusieron frente a él mis piernas temblaron pero me quede de pie frente a él.

-Arrodíllate ante el rey- Dijo otro guardia que me empujo haciéndome clavar en el suelo mi cara.

-Levántela- Sonó la voz del rey. Era una voz muy grave.

El guardia fue a poner las manos sobre mí, pero yo me deshice de él y me levante como pude. El guardia enfadado al quedar en ridículo por mi culpa me propino un puñetazo en las costillas haciéndome caer de nuevo al suelo. Esta vez necesite su ayuda para levantarme.

El rey se levantó y me miro. Se acercó tanto a mí que pude oler su aroma a muerte por todo su cuerpo. Me examino y sentí que sus ojos traspasan los pocos trapos que cubrían mi cuerpo. Cogió mi pelo entre sus manos. Los finos cabellos dorados pasaron por sus manos y entre sus dedos. Saco su cuchillo y corto la melena que antes me llegaba por la cadera por la altura del cuello. El filo del arma paso rozando mi piel pero no me inmute.

-Alexandra, me das asco.-Dijo el rey.-Pero te necesito para algo y por eso no te mato ahora.- Paseo su cuchillo cerca de mi garganta.- Pero no dudes en que si desobedeces...-Apretó el cuchillo a mi garganta.- Te matare y daré ejemplo.

Me miro a los ojos y me tiró lo que había cortado de mi melena a la cara. Aparte la mirada, pero él me agarro la cabeza para que le mirara. Volvió a fijar sus ojos en los míos. Pretendía intimidarme pero no iba a ser así. Cuando soltó mi cabeza y se aparto una sonrisa apareció en mi cara.

-Necesito alguien como tú, que le de igual matar a quien sea por dinero.-Dijo mirándome con cara de asco.-Para que ganes un torneo de campeones. ¿Entiendes lo que es eso?- Abrí la boca pero no me dio tiempo a responder.-Lucharas para mi en una competición y más te vale ganar. Partiremos en un mes para ya, hasta entonces te entrenaran aquí. Y vivirás aquí.- Sonreí.- Pero como intentes escapar o algo parecido. Yo mismo te colgare en la ventana.

Dicho esto el rey desapareció por una puerta. Y me dejo ahí con los tres guardias. Obviamente podría haberlos matado a todos, pero los grilletes me lo dejarían difícil y por muy a mi pesar el rey me daba miedo.

Lobo triste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora