una última canción ♩ rindou haitani

[3]

"You Know I'm No Good"
♪

Sumire Uta tocó delicadamente la mejilla de Rindou.

—Despierta. —susurró en su oído.

El sueño en el que estaba metido el joven Haitani fue interrumpido, pero él no sé quejó porque lo despertó esa voz que tanto quería.
Frunció el rostro y luego dio un bostezo.

—¿Qué pasa? —preguntó levantando su cabeza de la barra. Al alzar la vista se encontró con la chica vestida con un camisón rosado.

—Te quedaste dormido. —dio una risita. —¿Qué hacías?

—Estaba esperando a que te presentaras.

La fémina endulzó sus ojos verdes haciéndolos brillar. No entendía porque había sentido un cosquilleo en el estómago al oírlo decir eso.
—Hoy no trabajo. Me dieron los domingos como día libre. Debí decírtelo. Lo siento, Rin. —habló apenada. —Bueno, al menos estoy agradecida de que no haya muchas personas. —miró a su alrededor. La mayoría de mesas estaban completamente vacías. —Vamos. —tomó su mano provocando que su contacto suave acelerara el corazón del ojimorado.

—¿A dónde?

—A bailar tango. —Rindou la miró con confusión. —Es una broma. Son las 3 de la mañana, no dejaré que te vayas solo. —habló caminando hacia el pasillo.

—No me pasará nada. Puedo pedirle a mi chófer que venga por mí. —sacudió la cabeza minimizando la situación.

—O podrías evitar que tu chófer se despierte por tu llamado y siga durmiendo tranquilamente. —lo miró esperando a que respondiera.

Rindou se quedó callado y sintió un escalofrío recorrerlo. Contrariamente a eso, la mano femenina que lo sostenía y guiaba al cuarto era cálida. En medio del pasillo, el de cabellos largos se preguntó si sus labios serían igual de cálidos.

Ella se paró y abrió la puerta de su habitación suavemente. Ambos ingresaron con sus manos aún unidas.

—Puedo dormir en el sillón. —habló acariciando con su pulgar los nudillos femeninos.

—No cabes ahí, es muy chico.
Duerme conmigo. —pidió jalándolo a la cama. —Será como una pijamada.

—Nunca he ido a una. —confesó quitándose los zapatos y después el saco junto con el chaleco.

—Yo tampoco. —ella se alzó de hombros. —Supongo que esta será nuestra primera vez, podemos jugar verdad o reto. —bromeó. Rindou solo sonrió un poco ante su comentario viendo como ella se acostaba del lado izquierdo.

—¿Quieres que sea sincero? No creo poder dormir. Quién sabe cuánto tiempo pasé ahí en la barra. Duerme tú. —palmeó su cabeza mientras se apoyaba con la espalda en la cabecera de la cama.