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En un cómodo apartamento al sur de la ciudad se encontraba una joven Omega embarazada preparando pasta a la boloñesa, tomo unos cuantos tomates del refrigerador, los tanteo con la mano para sentir que tan blandos estaban, levanto uno a la altura de su nariz aspirando la fragancia, el tomate aún estaba verde en su interior, arrugo su pequeña nariz haciendo un gesto a desagrado, lo guardo nuevamente en el refrigerador.

—Si bebe a mama tampoco le gusta el olor de ese tomate —Al parecer él bebe era consciente de los sonidos de su alrededor, al igual que aquellos olores que lo hacían moverse de forma dolorosa.

Sofía de forma suave tomo el cuchillo, dándole forma de cuadritos a los vegetales, estando al final de su embarazo aparecieron unos antojos, siempre quería comer pasta, no tenía un Alfa que le cocinara gran parte del tiempo siempre estaba sola, y el único apoyo que siempre tenía a su lado, era de aquel sujeto que alguna que otra vez venía con la excusa de ver a Volkov el cual nunca estaba en casa, y en aquellas ocasiones que se encontraba llevaba impregnado el olor de otros Omegas en su ropa, o un olor muy conocido para ella Vodka.

Mientras dejaba la licuadora girar, escucho que tocaron el timbre del apartamento, dudo unos momentos en ir, apago la licuadora, y a paso lento se movilizó hasta la entrada donde antes de abrir la puerta dejo salir el aire que tenía retenido debido al esfuerzo físico usado, en otro momento hubiera sentido lastima por ella misma.

—Jack, No te esperaba, Volkov no está en casa, eso lo sabes tiene que estar en su trabajo aún es temprano para que regrese — La Omega espero lo peor, ya que la profesión de Víctor no era del todo tranquila, a pesar de todas sus faltas ella amaba a su Alfa.

—Por esta vez, necesito alguien para hablar, Sofía —La joven Omega no dudo en darle paso al superintendente, el olor que emanaba, era bastante fuerte y difícil de procesar, era un olor bastante agrio, sin duda era de Omega pero ella sabía que la única persona que era tan cercana estaba fallecida, Julia era una mujer maravillosa, pero Jack tenía un olor tan tenue pero tan parecido al de ella, era imposible que ella estuviera con vida.

Lo acompaño hasta la cocina donde ella reviso sus espaguetis los cuales aún les faltaba cocción, el tomo lugar en la larga barra que dividía la cocina de la sala del apartamento, fue paciente, no era la primera vez que él se acercaba con el corazón en sus manos en busca de alguien con quien hablar.

—Sofía, Soy una mierda lo peor que existe, no pude proteger a las personas de mi alrededor, soy una escoria, me siento sucio, usado, acabado, abandonado ¿Sabes que se siente? Porque yo quiero es morirme —Delicadamente ella se acercó a la barra y bajo las manos de Jack que están cubriendo sus ojos mientras algunas lágrimas descendían libres por su mandíbula y pómulos.

—Este es el final, Cuando este —Señalo su corazón con uno de sus dedos —No soporta más el dolor, debes dejar ir el pasado, no es bondadoso, es toxico, lo único que nos mantiene bien es saber que estamos aquí luchando aun por aquellas personas que perdieron sus batallas —.

—Claro que me he sentido así, Jack... Usada por un Alfa que no me ama, acabada porque yo misma permití que él me pisoteara, abandonada, abandonada y olvidada en un apartamento solitario —Movió su mano a la altura de los ojos de Conway —Todos tenemos días, pero no son buenos ni malos, tú eres el que decide que son—.

Jack sostuvo sus manos recostándose sobre la barra, pensando en lo que hace algunas horas había sucedido con Horacio, miro la espalda de la Omega que estaba en la cocina, estaba relajada, preparando algo de cenar, por un momento recordó a su esposa.

—Cómo puedes soportar esto... —Ella saco dos platos de un cajón, mientras tomaba una cuchara de palo, tomándose el tiempo para contemplar el diseño de esta, luego respondió de forma suave mientras servía la cena.

🍒 Cherry ∆ Horacio & Conway 🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora