Capítulo 2

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«Aquí vamos de nuevo» es lo que pensé al ver a mi padre entrar en casa luego de que le diera el alta en el hospital.

Mi madre estaba a su lado ayudándolo en su paso, en estos ocho días que él estuvo interno por el infarto que sufrió, ella no me ha dirigido la palabra, solamente para darme información de cómo estaba él. No sé qué decir o cómo actuar, solo sé que lo que viene no será nada agradable.

—¿Cómo estás? — es lo único que logro modular y la frente arrugada de mi padre me indica que no está precisamente contento.

—Prepara una maleta, vendrán por ti pronto— dice él y quedo confundida, ¿ir a dónde?

—¿A qué te refieres? ¿ir a dónde? — pregunto a la defensiva, no puedo creer que sigan con la idea del convento.

— Eliminaremos el mal dentro de ti como de a lugar— habla ahora mi madre — así que prepara las maletas y no hagas enojar a tu padre— concluye y luego de que él se sentara en el sofá ella se va a la cocina.

— Ya les dije que no iré al convento— digo evitando alterarme — ¿por qué siguen con eso? — mi padre se mantiene en silencio, está haciendo que me enoje.

— No hemos dicho que irás al convento— interviene mi madre quien regresa de la cocina con un vaso con agua para mi padre — Nos hemos puesto en contacto con una organización que se especializa en casos como el tuyo— ¿de qué rayos está hablando? —Ella debe estar por llegar así que por última vez te digo, prepara tus maletas.

«Maldición» hago un ademán con los brazos y me largo a mi habitación. No entiendo de qué diablos están hablando, pero por ahora prepararé mi maleta, no deseo que mi padre sufra otro infarto por mi culpa, aunque no quiere decir que me haya resignado a ir al convento, así tenga que huir.

(...)

—Byul, ¿ya terminaste? — escuchó la voz de mi mamá llamar desde abajo —Si ya, solo falta tomar la laptop y bajo— le respondo y siento los pasos en la escalera, está subiendo.

—Apresúrate, ya llego quien te llevará a tu destino puro— esto es cada vez más raro.

Termino de meter la laptop en la mochila, y la acomodo en mi hombro derecho para con la otra mano agarrar la maleta.

Al bajar las escaleras tuve un cruce total de emociones al ver el escenario que me estaba esperando. Mi padre estaba junto a una monja, una muy hermosa monja que se veía algo mayor que yo. No llevaba puesto el habito, así que el color castaño oscuro de su cabello resaltaba al ser tan largo al punto de llegarle a la cintura. Tenía un rostro delicado, con un lunar sobre uno de sus parpados que se le veía jodidamente bien. Además de ella había dos tipos robustos vestidos de blanco de brazos cruzados.

— ¿Quién es ella? — pregunto dispuesta a correr fuera de la casa como mencionarán el convento, aunque no sé cómo lograré pasar a esos dos animales.

Mi padre la señala con una mano y comienza a hablar — Moon Byul, ella es la hermana Kim Yongsun, te irás con ella a su hogar para chicas en pecado, ¿es así como se llama, cierto? — esto último se lo pregunta a ella y la mujer junto a él asiente.

—Buen día señorita, encantada de conocerte— estira su mano en busca de un saludo cordial —¿Qué significa esto padre? — la ignoro — ¿De qué mierda hablan? — no puedo evitar sentir la molestia crecer en mí.

—¡Moonbyul! — me regaña él y por reflejo mi cuerpo pega un pequeño brinco — Más respeto frente a la hermana, no ves que pura es, así serás tú cuando todo termine— dice mi madre sonriendo.

— Así es, irás conmigo a mi hogar, un lugar donde chicas como tu han dejado atrás el pecado y aceptado a Dios en su corazón— habla la tal Yongsun —Allí eliminaremos la impureza y enfermedad conocida vulgarmente como la homosexualidad— esto es el colmo.

— ¿Pero qué tipo de estupidez están diciendo? — me altero y pienso ir a encarar a esa mujer, ¿cómo alguien puede ser tan inculto de creer que la homosexualidad es una enfermedad?

Veo a los hombres venir hacia mí y comienzo a moverme evitando que me agarren, pero lamentablemente eran más fuerte que yo. Logran evitar que siga jaloneando y siento como me inyectan algo en el brazo al punto de comenzar a ver borroso, estaba perdiendo la consciencia.

.

[...]

.

—Joder— mi cuerpo se siente pesado y logro sentarme en la cama para agarrar mi cabeza que se sentía como si hubieran dejado caer un bloque encima de ella.

—Pero qué mierda, ¿dónde estoy? — reaccionó al ver a mi alrededor y percatarme de que no es mi habitación.

Como si un interruptor se hubiera activado los recuerdos llegan a mi mente, maldita sea, habían logrado traerme a «¿a dónde rayos me iban a llevar?»

Salgo de la cama y no encuentro mis zapatos así que camino descalza por el cuarto hasta llegar a la ventana. Era un segundo piso de lo que parecía ser una ¿mansión?

—Veo que despertaste— al escuchar la voz me giró alerta, pero siento que mis ojos casi se salen al observar a quien acababa de entrar.

Ella se dirige al mueble de la habitación, suelta su bolso negro de piel para cruzar una pierna por encima de la otra y con su mano en el mentón me habla.

—Bienvenida al hogar de las pecadoras.

—Bienvenida al hogar de las pecadoras

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No seré una santa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora